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La Revolución Fluorescente

Yo Sueño

SALTO AL VACIO

Tres años ya. Parece que fue ayer cuando hablaba con mi amigo Vili para que me echase una mano en la mastodóntica tarea (así lo veía yo) de abrir un blog. Y aquí estoy un año mas en la lucha contra mis demonios internos que quiero creer que son cada vez mas pequeños, menos importantes, mas insignificantes.

Me he acostumbrado en esta fecha a hacer un repaso de lo vivido en el año, de los logros conseguidos, de las pequeñas batallas ganadas. Y si en el primer cumpleaños no era consciente de los cambios, y en el segundo aniversario ya empecé a reconocer las mejoras, en estos últimos doce meses, tengo la sensación de haber cogido carrerilla y ahora ya no hay quien me pare. O al menos esa es la sensación que tenía ayer por la tarde.

Ya en marzo hice toda una declaración de intenciones sobre las decisiones que a partir de ahora voy a tomar sobre mi sanación y mi vida. Se acabó preguntar previamente a nadie si actúo correctamente, o si debería hacer tal o cual cosa. Se acabó estar pendiente de las opiniones de los demás que a partir de ahora tendré en consideración pero sólo como consejos a tener en cuenta. Yo tomo mis decisiones, nadie lo hace por mí. Ya no.

Creo que las conversaciones vía correo electrónico que mantuve con mi hermana el año pasado me hicieron dar ese paso importante para mí. Cuanto más insistía ella en que yo me amoldara a sus interpretaciones de mi propia vida, más segura estaba yo de mis propias sensaciones. Por lo tanto, debo agradecerle su intervención porque gracias a ella mi posición se afianzó y además mi mente se abrió a nuevos recuerdos: No puedo asegurarlo, pero algo me dice que no conté lo que ocurría por primera vez con doce o trece años, lo hice antes, creo que con nueve. En una de las cartas que guardo de mi madrina, fechada con esa edad, ella habla de “algo” que le conté que ocurrió en Semana Santa en casa de mis padres, algo grave. Y sugiere la conveniencia de que yo pase todo el verano en la casa de la playa con mis Padrinos, sin el periodo vacacional que solía tener con mis padres. ¿Qué sucedió en esa Semana Santa que no recuerdo…? 

Cuando empecé el colegio-internado, con doce años, recuerdo entre brumas mantener una conversación con mi madre a cerca del hecho de estudiar ahí, interna. De preguntar porque en lugar de ingresar ahí, no me iba de nuevo con mis Padrinos. Creo recordar su explicación diciendo que el Alto Tribunal Tutelar de Menores así impuso su decisión precisamente para que mi padre no pudiera molestarme… Creo que todo el mundo sabía lo que ocurría, y está claro que lo que se hizo, fue a todas luces insuficiente.

Pero no quiero centrarme en esos recuerdos aún inconexos. Ya llegará el momento de concentrarme en ellos y encajar piezas. Ahora que la perspectiva ha cambiado y veo esos momentos de mi infancia desde otro punto de vista, ya no es tan perentoria la necesidad de saber. Lo que hasta hace no mucho me comía la cabeza y me quitaba el sueño ya no me preocupa. Sé que tengo razón cuando tengo ciertas sensaciones, aunque aún no sepa interpretarlas. 

A finales de abril inicié mis Ceremonias de Graduación. Aquellas que hace cuatro años me prometí a mí misma hacer cuando supiera que el final de mi etapa de Rehabilitación estuviera cerca. Le escribí una nueva carta a mi padre, mas centrada, mas contundente, una despedida en toda regla, y la leí ante su tumba devolviéndole además el único regalo que recuerdo de él, su reloj. Me hice un tatuaje en el brazo como si de una huella visible se tratase, y de hecho alguna vez me han preguntado por el dibujo y he respondido sin titubeos que señala una cicatriz que llevo con orgullo, porque he salido del infierno para hacérmela. Y por último, en el solsticio de verano de este año, cerré mis ceremonias con un fuego purificador donde quemé la carta de mi padre e hice un conjuro como posiblemente hicieron mis antepasadas celtas ante una hoguera. Como dicen en tierras gallegas: “las meigas no existen, pero haberlas, hailas”.

El estío se presentó tranquilo. De hecho los abusos empiezan a no formar parte de mi primera línea de vida. Si durante estos años todo parecía girar alrededor de ellos, ahora parece que los siento de otra manera y los veo desde otro punto de vista. E incluso me estoy atreviendo a participar en otros proyectos que nada tienen que ver con ellos. Mantengo muy actualizada la página de Némesis del Facebook, ahora con la ayuda de otra superviviente que me ayuda poniendo información relativa a los ASI, cuelgo a diario todas las noticias que encuentro en la red, participo activamente en el ForoGAM e interactúo con otros supervivientes, pero ya no es una labor exclusiva. Podéis comprobarlo por la bajada de actualizaciones del blog, en el que ya no siento la necesidad de escribir como antes. Y me estoy dando cuenta de mi propia evolución en esos detalles.

Para mí sanar está siendo como ascender una escalera de caracol. En realidad mi faro tiene sólo dos ventanas, una sobre la otra, en la torre que levanta la plataforma donde está la linterna. Pero en mi sanación me lo imagino mucho mas alto, con una fila de muchas ventanas dispuestas en vertical, siempre mirando hacia la misma bahía. Y en el interior de mi faro, por su escalera ascendente en forma de caracol, te puedes asomar a su hilera de ventanas con cada giro que das. 

Cuando empecé a subir, cuando inicié mi sanación, tenía la sensación de dar vueltas en círculos, sin avances, porque cada cierto tiempo me asomaba por la ventana viendo siempre el mismo paisaje. En ese momento crees que no existe salida, que no hay esperanza, porque crees estar volviendo siempre al mismo punto. Pero en realidad se trata de una espiral en la que necesitas pasar varias veces por el mismo sitio, mirando hacia el mismo punto cardinal que te señala la única columna de ventanas del faro como una manera de repasar eso que necesitas volver a ver para mejorar o sanar. 

Llámalo intuición, pero algo me animaba a continuar, a tener fe, a seguir subiendo peldaños. Sólo ahora me he dado cuenta de los cambios, de la ligera diferencia con la vez anterior en la que me asomé a la ventana. La perspectiva ha cambiado, la vista es mas alta, la luz es distinta. Y ahora recuerdo cómo era la imagen de mi ventana del inicio de la escalera y entiendo que desde allí no podía ver a penas nada. Desde la altura en la que estoy puedo ver la profundidad del mar, la belleza de la vista, lo pequeño que se ve mi mundo desde aquí. 

Y lo bien que se respira. Es increíble lo bien que se respira. En realidad no imaginaba lo bello que es el paisaje visto desde aquí. Me siento como aquellas historias que oía de niña, de personas que hacían largos viajes para ver el mar por primera vez y que al preguntarles qué sentían se quedaban sin palabras porque no habían sido capaces siquiera a imaginar lo que iban a vislumbrar, a pesar de las fotos o de las historias que les contaban otros. En mi proceso estoy viendo el mar por primera vez. Y hoy voy a sumergirme en sus aguas.

En mi primer aniversario, colgué una foto de mi infancia, cuando tenía nueve años. Mi segundo aniversario lo celebré resumiendo los grandes avances que di ese año al enfrentar y hablar de mis abusos con algunos adultos de mi infancia: mis padrinos y mi hermana, y recordando cómo recuperé una muñeca con gran significado para mí. Hoy voy a dar un salto de fe. Hoy voy a lanzarme al vacío. Hoy, en el tercer aniversario de este blog, en el tercer cumpleaños de Némesis, quiero romper una barrera enormemente difícil para mí. Y de hecho estoy escribiendo esto con mucha intranquilidad, porque aún me cuesta dar el paso. Me siento como hace ahora tres años, en los que colgué mi primera entrada y le di a “publicar” a fuerza de voluntad.

Este blog está abierto a los ojos de todos. Cualquiera puede acceder a mis palabras desde cualquier punto del mundo. Y he procurado preservar una parte de mi intimidad, la que implica a las personas de las que hablo aquí, mis dos familias, evitando dar nombres propios, o localidades concretas para que no puedan ser identificados por cualquiera con facilidad. Por decir de alguna manera, quien conoce a Némesis no puede conocer a la persona que hay detrás si yo no lo permito, pero quien conoce a la persona que hay detrás, si puede conocer a Némesis.

Existe una iniciativa muy valiente que yo vi por primera vez en los Estados Unidos -que para estas cosas suelen tener ideas muy brillantes- con el Proyecto Unbreakable, consistente en que las víctimas de agresiones sexuales colgasen una foto suya con un cartel en el que reflejasen palabras de su agresor. Un gesto muy liberador para la víctima que puede romper su silencio. Mi amiga Alex, que lleva con gran eficacia la pagina de El Mundo de los ASI, quiso hacer algo similar y ya me propuso participar cuando a penas era una idea latente. Mi respuesta inicial fue un “Si” rotundo. Ni siquiera lo pensé. Y hace un par de semanas, el 19 de noviembre, día que muchas organizaciones no gubernamentales han elegido para la lucha y concienciación contra los Abusos Sexuales Infantiles, colgué mi imagen dentro de la campaña Speak Ap, que podéis ver Aquí. Pero en el momento en que vi mi foto en la red entendí que realmente sigo teniendo miedo.

Aun no se bien a qué. Pero sigo teniendo miedo, lo reconozco. Creo que aún me puede la vergüenza, o la culpa. Creo que no es lo mismo hablar que mostrar mi imagen, creo que para mí, es hacer mas “real” si cabe que he sido una víctima de abusos en mi niñez. Tal vez se trate de mi habitual rechazo a mi propia imagen, y a lo poco que me gusta mostrar mis fotos en las redes sociales. O que aún temo que los adultos de mi infancia me reprochen las palabras expresadas en este blog. Pienso que todos tienen miedo a verse reflejados, a que alguien les pare por la calle y les diga “Eh! ¿Tú eres pariente de Némesis?” Aún no sé porqué, pero tengo ese pellizco en el estómago que suele aparecer cuando voy a adentrarme en terreno desconocido. Tengo la horrible sensación de estar cometiendo un delito.

Y no lo entiendo. Veo las fotos de otras víctimas, otros supervivientes, algunos muestran su rostro, e intento ponerme en su piel. Ellos también tienen una familia que tal vez no quiso ayudarles en su momento, que intentaron tapar el delito, o que le sugirieron a la víctima que no hablara de ello. Sus parejas tal vez les dijeron que no les gustaba mucho que todo el mundo supiera su pasado, o que les era muy difícil lidiar con esto. Alguno incluso ha sido claramente amenazado si habla, según las palabras de su cartulina. Y sin embargo ahí está su imagen, a la vista de todos, con su cartel con una cita de su abusador. Y a mí me está costando horrores compartir el proyecto por la red sólo porque yo estoy en él. 

Pero el movimiento se demuestra andando. Y como ya he dicho, este año tomé definitivamente las riendas de mi vida y decidí que ya no me importarían las repercusiones que tendría el hecho de que yo haya roto mi silencio. Y a pesar de todas las reticencias, a pesar de los gritos que mi Monstruo está dando dentro de mi cabeza, a pesar de que una parte de mí no quiere por nada del mundo que yo haga esto, ahí va. 

Soy una víctima a todos los efectos, y como tal reclamo el derecho a que se me reconozca como damnificada. Así que, adulto de mi infancia, amigo o familiar actual, te guste o no voy a mostrar mi imagen en este blog, igual que la mostré en la campaña de Speak Ap. Porque sé que soy inocente, porque no tengo nada que ocultar, y porque no quiero sentir vergüenza.
 

En realidad las tres fotos pueden ser un buen resumen gráfico de mi vida. “Acaricia mi piel, mira qué suave es” Me lo decía en la cama, cuando veíamos los dibujos, como un juego. Yo tenía seis años. Y ahora por primera vez, después de más de cuarenta años, tengo el control sobre mi vida, lo que me hace inmensamente feliz. Pero no puedo evitar seguir tropezando con mis secuelas, esas que me acompañarán de por vida. La diferencia es que ahora ya no dejo que me condicionen sin luchar. Por eso ahora le daré a “Publicar” antes de arrepentirme porque sigo sintiendo miedo.

Feliz cumpleaños Némesis.

"Afronta tus miedos más profundos y después serás libre"
Jim Morrison (1943 – 1971) poeta estadounidense, compositor y vocalista del grupo The Doors

4 comentarios:

  1. Pero esta vez el miedo no te atenaza... eso es de valientes, no de cobardes...
    Un abrazo.

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  2. Muy valiente, querida amiga. Que todos vean la cara de una víctima inocente que ha salido por fin a respirar y que ha hecho más pequeño a su monstruo ruin.
    -31-

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  3. Eres muy valiente. Yo por el momento no seria capaz ni de publicar una foto mia de pequeña, menos aun una actual. Me alegra que cada día estes mejor. Yo dentro de poco hare dos años de terapia y ya avance algo, al menos desde hace medio año, mi primer pensamiento del día no es ¿como pudo violarme? y tampoco es ya mi último pensamiento antes de dormirme. La verdad es que también estoy asi porque empece a ir a terapia poco antes de saber que estaba embarazada. Y por lo que dicen el embarazo puede ser un desencadenante o amplificarlo más. Ademas mi hijo a día de hoy es mayor de lo que era yo cuando mi padre empezo a violarme. Mi hijo tiene ya el año cumplido y mi padre por llamarle de algún modo ya me violava bucalmente desde que tenia un mes o dos. Bueno nada de penas. QUE ES UN MOMENTO DE ALEGRIA. FELICIDADES por estos 3 años y felicidades por ser FELIZ.
    Un abrazo.
    Ave Fénix.

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  4. Muchas felicidades Némesis!!!!
    Te felicito doblemente, por valiente y por guapa :)

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Gracias por dejar tu legado en el Averno.