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La Revolución Fluorescente

Yo Sueño

RECONSTRUYENDO EL PUZZLE. (Un resumen de mi historia)

Mi primer recuerdo es viendo la tele en la habitación de mis padres, con ellos en la cama y yo sentada en una banqueta de madera junto a la puerta. Mi padre me invita a meterme en su cama para ver los dibujos mas calentita. Ahí recuerdo sus primeros tocamientos. Donde jugaba conmigo y me decía que le tocara la piel para comprobar lo suave que la tenía. Es la única vez que le recuerdo amable conmigo. Y no, no son recuerdos malinterpretados. Los padres normales no juegan con sus hijas tocándolas como él me tocaba a mí. Ahora lo sé.

Mi segundo recuerdo es por las mañanas en mi habitación. Con las moscas revoloteando alrededor de la bombilla, dibujando polígonos irregulares que yo intentaba retener en mi memoria para ver si los dípteros repetían algún patrón de movimiento. El primer pensamiento era observar la ventana y calcular cuan avanzado estaba el día. De esa forma sabría si mi madre ya se ha ido a trabajar. Si no oía ruidos en la casa, me quedaba quieta, sin moverme, sin hacer ruido, para que mi padre creyese que yo aún no había despertado porque ya conozco su nueva rutina. Y cuando escuchaba los muelles del somier de la otra habitación me acurrucaba de lado, mirando la cama vacía de mi hermana, cerraba los ojos y escuchaba completamente inmóvil, fingiendo dormir. Le imaginaba asomarse a la puerta entornada y quedarse bajo el quicio durante unos segundos interminables para mí. A veces entraba, a veces no.

Si debo condensar mi infancia en una sola palabra sería: Esperar. Siempre esperar porque yo nunca he tenido control sobre mi vida. Esperar a que él entre, esperar que sea rápido, esperar a que termine. Esperar a que pasen los días, las vacaciones. Esperar a que alguien me escuche, a que alguien me crea, a que alguien me ayude. Esperar a que pase el tiempo, a que se acabe la infancia, a ser un poco mas mayor. Y después, esperar a que pasen los años, a que el próximo sea el último, a que llegue el sueño. Esperar a que sea eterno.

Es difícil resumir mi historia porque mis recuerdos son sesgados, incompletos y casi siempre tengo problemas para ubicarlos en un tiempo determinado de mi línea temporal. En mi primer post en este blog expliqué que nací en el seno de una familia muy humilde, donde mi padre era un maltratador tipo, amo y señor de su casa, y mi madre, una triste y enfermiza esposa entregada a dios y a su marido, tal y como mandaban los cánones de la época. Que soy la menor de cuatro hermanos, que somos dos chicos y dos chicas, y que todos hemos pasado por la misma situación, pero con distintos resultados: Uno cruzó la línea, mi hermana se encerró en la negación, el otro se refugió en el olvido y yo vivía en una carrera constante hacia la muerte.

En esa primera entrada hice una descripción breve de mis dos familias, las biológica y la adoptiva, explicando los motivos por los que he pasado mi infancia a caballo entre unos y otros. Fue la muerte de mi primer abusador precisamente la que me hizo dejar de esperar y empezar a moverme intentando hacer una reconstrucción de mi historia con los recuerdos que me quedaban en la mano. Y a lo largo de estos últimos años he tratado de desgranar las etapas de mi vida, buscando explicación a algo que no la tiene. He intentado que este blog os enseñará cómo se siente una sobreviviente de A.S.I. (Abuso Sexual Infantil) y durante la muestra he descubierto que en realidad me lo estaba revelando a mí misma.

El resumen sigue siendo válido, no ha variado mucho:

Pocos días después de que yo naciese, mi madre terminó con un ingreso hospitalario por una prolongada afección de columna que la obligó a pasar dos veces por quirófano y le llevó varios años de rehabilitación. Fui por ello ingresada en una institución gubernamental.

El destino quiso que esos años fueran los últimos en que las jovencitas hiciesen una especie de servicio social obligatorio, y que una muchacha de 17 años que pertenecía a otra clase social estuviese allí en ese momento. Cuando hablo de esa persona de mi infancia siempre me refiero a mi Hada Madrina, porque como en los cuentos, ella se encargó de rescatarme de las fauces del dragón. Así que si alguna vez os hablo de “Mi Madrina”, a ella me refiero. Ella es la persona más importante de mi vida, la que en ocasiones he considerado más madre que el útero del que salí. Me conoció en la casa-cuna donde me ingresaron al nacer, y vivió quince años luchando por darme unas mejores condiciones de vida. O esa es la sensación que siempre he tenido.

No sé qué es lo que percibió mi Madrina en mí cuando aún era un bebé, pero empezó a llevarme los fines de semana a su casa, con sus hermanos, para que yo tuviera un contacto más familiar, y enseguida se percató de lo que ocurría. Según palabras de mis Padrinos, en las pocas ocasiones en que mi padre venía a visitarme al orfanato ya aprovechaba para “meter el dedito” donde no debía con la consiguiente infección vaginal. A partir de ahí, mi Madrina y su familia trasladaron su vivienda a otra ciudad, y empezaron una cruzada por mi custodia, hasta que un juez dictaminó, demasiado tarde, que ella tuviera mi Patria Potestad.

En esos años no fue posible evitar el daño, porque fue un constante movimiento de vida, ahora con mi Madrina, ahora con mis padres, ahora interna en un colegio por orden del Tribunal Tutelar de Menores… Siempre digo que tuve dos infancias: un cuento de hadas y una película de terror, en el cuento vivo con mi Madrina feliz, muy feliz; en la peli vivo con mi monstruo… Obviamente no recuerdo cuando empezó, porque siempre ha sido una reminiscencia de mi memoria desde mi más tierna infancia. Tengo asociada la casa de mis progenitores con el cinturón de mi padre y sus manoseos.

Si recuerdo que, con los años, a los tocamientos habituales se sumó mi primera experiencia oral y las violaciones, agresivas, perturbadoras, terroríficas. Hasta que con trece años cesaron los abusos de manera abrupta y volví a la localidad de mis Padrinos de manera permanente. Pero ese final aún no lo recuerdo, permanece en sombra en mi memoria, y nadie ha podido darme datos exactos de lo que ocurrió. Las versiones son contradictorias y yo no tengo memoria para avalar una u otra.

Lo único que sé es que las agresiones terminaron pero no el dolor. Yo llamo a esa etapa “mis Años Oscuros” que para mí son casi mucho más perturbadores que los abusos en sí. Con noches en vela por miedo al sueño, por las pesadillas; o de buscar sustancias para dormir en exceso, tratando de no tener recuerdos recurrentes, que me rompían como una nuez. Y con comportamientos que distan mucho de ser normales. Conductas de riesgo, drogas, sexo compulsivo, alcohol, intentos de suicidio… Una etapa que se alargó hasta mis diecinueve o veinte años, en que tuve la intrépida idea de volver con mi familia biológica, junto al agresor al que siempre he recordado como tal, y a los que jugaban al juego de la familia feliz con sus muertos en el armario.

La “Hibernación” fue un periodo mas tranquilo. Doloroso igualmente, porque los recuerdos, la culpa y la vergüenza seguían ahí, junto a todas las secuelas que me han acompañado toda mi vida. Seguía esperando pacientemente la muerte, esta vez sin ir a buscarla, mientras me construía una careta perfecta para ser invisible y pasar encerrada el resto de mi existencia. ¿Quién se fijaría en una esposa discreta, madre de un niño que vive en una humilde casa de campo alejada del mundo? No era la muerte que siempre había ansiado, pero se parecía mucho.

El fallecimiento de mi primer agresor rompió toda esa rutina que yo me había creado. La cuevita donde voluntariamente me había encerrado se vino a bajo con la defunción de mi padre, y lo que yo creí que jamás ocurriría, porque yo nunca volvería a hablar de mis abusos dadas las malas experiencias que había tenido en el pasado al contarlo, sucedió. Rompí mi silencio. Esta vez sin retrocesos, sin retiradas al escondite, sin bajar la mirada. Me sentía tan rota que ya no me importaba lo que ocurriera a mi alrededor. El mundo podía irse a la mierda, pero yo no iba a protegerme más. Fue como quitar la anilla a una granada y esperar a que la explosión se lo llevara todo por delante. Pero con un sorprendente resultado, porque en lugar de explotar, me despertó.

Despertar me supuso reconocer el daño y ser consciente que el dolor que llevaba años padeciendo tenía origen en los abusos de mi padre. Con las nuevas tecnologías tuve un avance importante, al tener acceso a información y ayuda a través de la red. Mi etapa de “Rehabilitación” había dado comienzo. Creo que el hecho de estar asentada, que me hubiera casado rehaciendo mi vida alejada de mis dos familias, es lo que por fin me llevó a buscar la mejor forma de ayudarme a mí misma. Y al despertar puse en marcha mecanismos que creo que llevaban engrasados desde hace tiempo, a la espera de ponerlos a funcionar. Este blog es la prueba mas palpable de mi etapa de Rehabilitación.

Pero en estos años donde he roto mi silencio han surgido historias nuevas, pedazos de un puzzle que ni siquiera sabía que existían porque mi mente me los había ocultado -según me dicen los que saben de esto- hasta que estuviera preparada para reconocer y procesar esos recuerdos. Y ahora estoy ante una mesa tratando de armar ese puzzle de diez mil piezas sin ni siquiera tener muy claro cómo será el resultado final. Porque a mi original abusador, mi padre al que siempre recordé y del que hablo en el perfil del blog, se han sumado dos agresores más que recordé en estos últimos años: un vecino cuando yo a penas levantaba un metro del suelo, y mi hermano mayor, según conté de niña aunque no lo recuerdo, aleccionado por mi padre.

Los abusos sexuales me han dejado muchísimas secuelas que durante años me han impedido avanzar en mi vida. He sentido autentico odio hacia mí misma por lo que creía haber hecho en mi infancia. La degradación a la que te sientes sometida es tal que tu autoestima se pone en números negativos, y estás convencida de no valer absolutamente nada como persona. Jamás tuve el valor de emprender nada que valiera la pena el esfuerzo, porque yo no me lo merecía, empezando por mis estudios. Aun hoy me considero una cateta inculta que ha perdido las oportunidades de educación que pusieron a mi alcance.

Me he sentido sucia durante años por el sexo descontrolado y en muchas ocasiones inducido en el que me sentía avocada a participar. Mi vida social se limitaba a escaparme por la ciudad, y buscar a algún desconocido que apagase el dolor que sentía dentro, con relaciones muy violentas, de las que después me arrepentía, llorando amargamente, y diciéndome a mi misma que era una furcia por que había disfrutado del sexo, con lo que seguían periodos de “castidad” en los que no soportaba el mas mínimo roce de nadie.

He sentido vergüenza de mí misma por la masturbación compulsiva que ya había iniciado de muy niña, hasta llegar al dolor. Me he sentido una bala perdida por las pastillas, y los intentos de suicidio. Por hacer cosas sin mirar el peligro que conllevaban. Mi juego con las drogas y con otras prácticas de riesgo eran en el fondo una manera de intentar matar esos recuerdos, sin medir las consecuencias, y siendo plenamente consciente de ello.

Podría hablar de mi relación con mi marido, de lo mucho que aún me cuesta intimar con él, de lo mal que me sentí el día que supe que estaba embarazada… Lo cierto es que poca gente imagina el destrozo mental que te hace esto…

Yo tuve la inestimable ayuda de Mi Madrina que estaba en el lugar adecuado en el momento justo, y gracias a ella, y a toda su familia, que me acogieron como una más de ellos, creo que ahora he conseguido reconocer y valorar lo que me ocurrió en su justa medida, y de esa manera poder curar mis heridas con mayor o menor acierto.

No es una tontería: la mayoría de las víctimas de abusos sexuales infantiles viven escondidos y se llevan su secreto a la tumba, tras una vida triste e incompleta porque a veces parece que no nos recuperamos del todo. Parece que siempre habrá una fisura, una sombra negra que de vez en cuando nos envuelve la mente, y tenemos que volver a reconstruirnos. A veces creo que mi herida siempre estará abierta. Pero ahora sé que la herida se puede cerrar aunque quede una visible cicatriz. Mi calidad de vida puede ser espectacularmente buena, en comparación con lo que esperaba de mí misma.

He descubierto que desde que hablo y escribo sobre lo que me ocurrió de niña, me siento mejor, mas "limpia" mas liberada. Por supuesto mis amistades lo saben y tengo la sensación de que es la hora de hablar, de gritar y de no esconderse. Los únicos que deberían haberse avergonzado son mis tres abusadores y sobretodo mi padre por ser el primero y el que creo que mas a perdurado en el tiempo, que no merece ni la tumba en la que está enterrado.

Ahora, soy una mujer con una pareja estable y con un hijo, que vive en familia, con una vida tranquila y con todo mi pasado sobre mis espaldas, pero feliz. Este blog quiere ser la prueba de que los malos tratos y los abusos se pueden superar, se puede aprender a vivir con ellos sin que minen tu mente ni boicoteen tu vida, con voluntad, y sobre todo con ayuda de personas que no miran hacia otro lado. Y no pido que todos introduzcamos a una víctima en nuestras vidas, basta solo con hablar abiertamente de los abusos infantiles sin tabúes. Si hemos superado hablar de sexo, también se puede hablar de algo mucho más grave.

La gente me cuestiona que mi hijo no debería conocer la historia. En general, no les gusta que se trate ese tema, les incomoda, y sutilmente sugieren que debería esconderse como un secreto inconfesable. Mi repuesta es siempre la misma: los únicos que deberían esconderse por vergüenza son los pederastas. Yo no soy responsable, no tengo que esconderme de nadie, y si tú, que me estás leyendo, te avergüenzas de hablar del tema, estas ayudando a que esos cabrones se mantengan en su urna de seguridad, y a que las próximas víctimas de abusos sexuales sigan teniendo sobre ellos una losa (la culpabilidad y el secreto) que les enterrará vivos en alguna catacumba de tu barrio.

Si alguna víctima lee este blog, quiero que sepa que se puede escapar. Que no pierdan la esperanza. Para los que no son víctimas, tenéis que saber que junto a vuestras vidas existen lobos con piel de cordero. No miréis para otro lado. Y proteged a los niños. Lo que les ocurre en su infancia marcará su futuro de por vida, aunque ni ellos mismos lo recuerden. Jamás creáis que lo que hacéis con ellos lo olvidan. Por muy pequeños que sean, son mellas en el alma que no se quitan.

Este es sólo un resumen. Aquí encontraréis mas detalles de mi vida, detalles desgranados minuciosamente, analizados para poder comprender mejor mi propia vida y mi proceso de sanación. Porque lo que vais a encontrar aquí es básicamente mis propios pasos para salir del Averno y poder disfrutar de la vista, que puedo decir que es preciosa.



“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”
Albert Einstein (1879 - 1955) Fisico y científico Alemán



12 comentarios:

  1. Hola, se de lo que hablas y entiendo todo lo que dices. Te doy mi enorabuena por dos razones, por haber tenido quien te rescatara y por hacerlo publico como terapia de limpieza y para que las personas que hemos sido victimas de violaciones infatiles abramos nuestras mentes al camino del descanso definitivo... Un abrazo

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  2. Tuve una infancia feliz, fuimos 4 hermanas y un varón, una de ellas ya falleció, en su diario escribió que un tío la abusó, no conozco los detalles, siempre supe que tenía problemas psicológicos, pero nunca la apoyé. A los 15 días del fallecimiento de ella, mi padre abusó de una de mis sobrinas, realmente fue horrible enterarnos de algo así, la familia se desbarató por completo, y aunque yo no fui víctima directa, fue una decepción enorme en mi vida, ya que para mi ellos lo eran todo, de sólo imaginar que hubiera sido mi hija, me siento con un nudo en la garganta, a veces ya no sé ni con quien hablar, pues no quiero fastidiar a mi marido con esto. Mi hermana (la madre de mi sobrina que sufrió el abuso) se ha separado mucho de mi, la otra falleció, y la otra siempre está trabajando. A mi hermano le llenaron la cabeza de mentiras y creo que piensa que somos unas malas hijas. Todo mundo nos juzgaba por no ver a mis papás. Hace un año me reconcilié con mi mamá, pero siento que algo se rompió, que ése lazo JAMAS volverá a ser el mismo de siempre. Desconfío de todo mundo porque , si no puedes confiar en tus propios padres, entonces en quién? A veces quisiera morirme , pero mis únicas anclas a la tierra son mis hijos. A veces me siento tan sola, sin poder hablar con nadie de todo esto, porque claro, aqui en México te juzgan, se supone que "la familia es primero" hasta hay campas en la tv que dicen que "todo es mejor en familia" , no sabes lo que me enfurecen ésos anuncios, y cuando veo personas de mi edad con sus bebés, acompañadas de sus padres, siento cierta frustración, dolor, coraje, porqué yo no puedo tener todo eso? pero por otra parte le agradezco a Dios el habernos dado cuenta a la primera ocasión, ya que mi sobrina (sin saber lo malo que era) inmediatamente lo contó. Mi mamá nos tacha de mentirosas y me duele que el día que Dios la recoja se vaya con esa idea en la cabeza. No entiendo en qué momento mi papá cambió, o como dice mi hermana, tal vez siempre fue así y nunca nos dimos cuenta. Siempre creí que mi vida era color de rosa, y el caerme de la nube fue horrible, me siento como si viviera en otra ciudad donde no conozco a nadie, mi única familia son mi esposo y mis 2 hijos. Todos los días pido a Dios por las víctimas de ASI y que algún día esto se pueda erradicar del planeta. Gracias por tu blog, pero debo reconocer que me hace daño leerlo. Te deseo mil bendiciones, y te reitero por supuesto que tu no tienes ni tuviste la culpa de nada, ya que todos los niños son unos angelitos de Dios. Dios te bendiga por siempre. DV desde México

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  3. Lamento mucho el "caos" en el que estás viviendo. Es típico de quién ha padecido un accidente con coma profundo entre los 14 y 16 años... Los recuerdos se agolpan en una maraña... pero son los que están a tu alrededor los que te los van colocando o "descolocando"... Sigue buscando la verdad en las fuentes y no te dejes guiar por los "recuerdos condicionados".

    Sólo una afirmación que sé cierta: El diablo siempre se disfraza de ángel y se autopresenta como "salvador".

    Conozco lo que es el abuso infantil desde niña, y sé lo que es una "mala amiga" que adora a las niñas.
    Mi nombre lo conoces, búscalo en tus recuerdos

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    Respuestas
    1. Estimado anonimo del 16 de abril:

      Yo también lamento mucho el caos en el que vivo. Pero en parte ésta es la razón de este blog. Ordenar mis ideas e intentar sacar en claro al go de mi propia vida.

      Se que no soy objetiva, que mis recuerdos son sesgados ¿Acaso no es verdad que todos los recuerdos son siempre sesgados?

      Es muy posible que me equivoque en mis afirmaciones. Nunca he pretendido lo contrario. Tan solo expongo mis pensamientos lo mejor que sé.

      Me indicas que conozco tu nombre. Que perteneces a mis recuerdos. Si pinchas en mi perfil, tienes la opción de contactar conmigo de manera totalmente privada. Me encantaría que te identificaras para poder aclarar qué significa eso de "...un accidente con coma profundo entre los 14 y 16 años..." porque no sé si te refieres a tí misma, si es una licencia poética o realmente sabes algo de mí que yo ignoro por completo, y me encantaría conocer ese "detalle", la verdad.

      En cuanto a los "recuerdos condicionados" te diré que en mi caso hace mas de veinte años que no hablo con nadie que me conociera de niña de este tema. Por lo tanto todos los recuerdos que yo pueda poseer que sean condicionados, lo fueron durante mis años oscuros o mis abusos. Porque lo que yo reflejo aquí es sola y exclusivamente mis propias percepciones. Y salvo algunos documentos que estoy rescatando de diversos sitios (las fuentes objetivas de las que hablas) que confirman o desmienten lo que yo creía que había ocurrido, nadie me está "dictando" cómo ocurrieron algunos hechos, y desde luego debo estar realmente enferma si los recuerdos mas perturbadores son solo producto de mi mente.

      En cualquier caso, no pretendo aleccionar a nadie, no estoy escribiendo ningún tratado sobre abusos, y no estoy contando LA VERDAD, sólo cuento MI verdad, tal y como yo la veo, para que aquél que me lea tenga conciencia real del daño que los abusos infantiles causan a las víctimas. Porque por desgracia, esto sigue siendo un tabú y la gente sigue pensando que el daño y la incidencia es menor de la realidad.

      Es vuestra elección creer o no mis palabras. Y si realmente este es el blog de una perturbada, bienvenido sea. También tenemos derecho a expresarnos. :D

      Un saludo desde el Averno.

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  4. Siento mucho no poder poner tu nuevo comentario, Anonimo.
    Pero si no te identificas, no puedo dar credibilidad a tus palabras.

    Te reitero mi ofrecimiento a mantener una conversación privada por el Gmail. Mientras tanto, tendré que limitarme a no admitir tus comentarios en abierto en este blog. Básicamente porque no puedo permitir referencias a nombres propios ni lugares concretos.

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  5. Muchas gracias por crear este blog... es en verdad grandioso,no puedo decirte que entiendo por lo que pasaste pero lo puedo imaginar ya que tengo mi propia historia de abuso y violación... como bien lo dices tendemos a restarle importancia, eso es lo que en gran medida me a mantenido a mi en pie... veo que publicaste algo refiriendote al libro el coraje de sanar, ese tambien es de gran ayuda, ¿no? cada que estoy algo mal duermo con el, eso me tranquiliza por completo... Sabes? yo aun lo mantengo como un secreto... son contadas las personas a quienes lo he dicho... pero al fin estoy tratando de llevar terapia... es cosa que lo logre pronunciar al terapeuta para poder sacarlo y estar bien... no solo fingir estarlo...

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  6. Primero que nada mil gracias por compartir tu Valentia yo igual a muchos niñas he sido abusada en mi niñez .... No

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  7. Llevo desde el viernes leyendo todo lo que has publicado, me has ayudado a entender muchas cosas, yo no soy una superviviente pero alguien muy cercano si y me ayuda muchisimo mas de lo que imagine que me podria ayudar. Lamento muchisimo por todo lo que pasaste y admiro tu valentia por salir adelante. Un abrazo

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  8. La verdadera valentía es pese a todo, haber tenido un hijo. Eso sí es valiente. Yo no he sufrido abusos, pero leo mucho y escucho a muchos supervivientes y me parece lo peor de largo, que le puede suceder a una persona. Entre muchas otras razones, he decidido no tener miedo por tener pánico a los pederastas. Soy demasiado sensible, débil e impresionable y me pasaría la vida sufriendo por si.... Por tanto, que hayas tenido un hijo es el acto de mayor valentía.

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    1. Supongo que tuve a mi hijo en una etapa en la que no era realmente consciente de todo lo que cargaba encima. Cuando minimizaba las secuelas.
      Y además en esa época pensaba que los niños no sufrían abusos, sólo las niñas. Si hubiera tenido una niña no sé si ese miedo se hubiera materializado. Pero si recuerdo, durante el embarazo, pensar que si era una niña y sufría abusos, yo moriría de dolor.

      Muchas gracias por tus palabras.

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  9. Buenos días! Me llamo Júlia Velilla, y también yo sobreviví a malos tratos y abusos. Soy periodista y estoy tratando de escribir sobre el tema. Me gustaría hablar contigo, si te parece bien. Puedes escrivirme a juliavrambla@gmail.com.
    ¡Gracias por tantas palabras!

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Gracias por dejar tu legado en el Averno.