Averno era el nombre antiguo que se le daba a un cráter cerca de Cumas, en Italia. Se creía que era la entrada al inframundo. Siempre he tenido la sensación de caminar junto a un precipicio. Siempre con el riesgo de caer abajo, y ésta es mi manera de sortear ese cráter, reconociendo mis propias limitaciones y buscando nuevas piedras sobre las que asentar los pies y afianzar las manos.
La Revolución Fluorescente
Yo Sueño
MÁSCARAS DE ARLEQUÍN
Durante estos últimos años he leído muchas historias de abusos, muchas. Unas más explícitas, otras tan solo dibujaban su forma, su silueta, pero todas las historias reflejan miedo, silencio, dolor, vergüenza, culpa… y resignación. Resignación ante una situación insostenible la mayoría de las veces, pero que de alguna manera hemos conseguido mantener en equilibrio. Manteniendo la equidistancia entre la abominación del abusador y nuestra cordura, con titánico esfuerzo por nuestra parte en muchas ocasiones.
En situaciones límite el hombre es capaz de soportar todo tipo de vejaciones. Hay millones de ejemplos en la prensa diaria. Abusos de poder, dictaduras, atentados, guerras, genocidios, catástrofes naturales… los que lo ven desde fuera siempre piensan que ellos no lo soportarían.
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