tag:blogger.com,1999:blog-79181137536798181372024-03-13T03:52:27.588+01:00NÉMESIS EN EL AVERNOAverno era el nombre antiguo que se le daba a un cráter cerca de Cumas, en Italia. Se creía que era la entrada al inframundo.
Siempre he tenido la sensación de caminar junto a un precipicio. Siempre con el riesgo de caer abajo, y ésta es mi manera de sortear ese cráter, reconociendo mis propias limitaciones y buscando nuevas piedras sobre las que asentar los pies y afianzar las manos.Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.comBlogger19125tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-556668212766345502020-06-01T13:31:00.001+02:002020-06-01T13:31:51.743+02:00NUEVOS CAMINOSTe habrás dado cuenta, si ya conocías el blog, de las pocas entradas que hay. No, no es un fallo en Matrix. He eliminado la mayor parte de ellas. La razón es simple: He decidido transformar las casi cien entradas que he escrito a lo largo de ocho años en un libro. Espero que más pronto que tarde pueda anunciar aquí que mis escritos son una realidad que puedes adquirir en una librería o a través de internet. De momento me estoy dedicando a retocar esas entradas, a buscar financiación y alguien que quiera editar mi proyecto. Por lo tanto si has llegado aquí buscando una entrada concreta o por la recomendación de alguien, te pido paciencia. <div><br /></div><div>Si no lograse mi objetivo volveré a colgar las entradas tal y como estaban. Mientras tanto, sigue buscando. Hay muchos supervivientes como yo que utilizan internet como forma de comunicación y asociaciones que estarán encantadas de ayudarte si lo necesitas. <br />Gracias por tu visita.<br /><br /><br /><font size="4">"Todo poder humano se forma de paciencia y de tiempo"<br /></font>Emerson (1803 - 1882) Poeta y pensador estadounidense.</div>Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-81214059369189000432017-12-06T16:22:00.000+01:002020-06-06T22:26:00.524+02:00UNA SESIÓN DE TERAPIASoy yo de adulta, en la actualidad. En mi sueño es mi casa, pero tiene una “habitación oculta” dentro del salón. La puerta está abierta, sale luz del interior. Y yo estoy ante esa puerta mirando a una niña de unos siete años que está dentro y con la que voy a librar una batalla. Es pequeña, pero extrañamente tiene cabellos de vieja, la melena de una mujer de edad avanzada, larga, ondulada, revuelta, despeinada, en un color mayormente grisáceo por las canas que empiezan a imponerse al color original. Un cabello que en pocos años será completamente blanco.<br /><a name='more'></a><br />Siento miedo, ese miedo que se tiene justo antes de abrir una puerta, o subir a un tren hacia un destino que no te gusta, o a hacer esa difícil llamada que ya no puedes posponer más. Ese miedo que encoge algo dentro del pecho, como si el corazón o el estómago fueran una esponja que un puño invisible estuviera estrujando. Pero tengo que entrar, tengo que entrar y luchar con esa niña de cabellos grises. <br /><br />Tengo la sensación de haber soñado muchas veces con ese cuarto, de haber librado más veces esa batalla. Y pienso, durante mi sueño, que hacía como cinco años que había conseguido encerrar ahí a mi Monstruo y clausurar la puerta. Pero ésta se ha vuelto a abrir y toca volver a librar batalla porque no voy a dejar que asome de nuevo. Entro resuelta en la habitación, no voy a dejar que gane la niña, no lo voy a consentir. Estoy muerta de miedo pero yo no voy a permitir que salga. Luchamos, forcejeamos, nos sujetamos las manos como en esos combates de Judo donde se agarran de las ropas y se vigilan los movimientos del oponente. Sus cabellos grisáceos se despeinan más si cabe. <br /><br />No se cómo pero gano el combate sin dañar a la niña, ella desaparece y salgo de la habitación. Desaparece la puerta. Hay una amiga conmigo en ese salón (ignoro quién es, no hay un equivalente real) Ella ha presenciado el combate y me felicita efusivamente por mi valentía. Yo me siento exhausta y sorprendida, y mientras mi amiga me abraza admirando lo valiente que he sido y lo bien que me he defendido, yo sólo puedo repetir: <i>“Si, gracias, pero… ¿Has visto? ¡Tenía pelos de vieja! ¡Cabellos de vieja!”</i><br /><br />Parece que sólo ha sido el primer asalto. La puerta está abierta de nuevo y yo de pie ante el quicio de nuevo. Vuelve a salir un resplandor del fondo de la habitación y empiezo a distinguir, recortada a contraluz, la figura de un oso. Un enorme y espantoso oso negro como el carbón que, erguido sobre sus patas traseras, emite un rugido feroz. Vuelve el miedo. Prácticamente me paraliza el terror que siento, apenas me puedo mover. El oso empieza a caminar hacia la puerta y eso es un resorte para moverme: <i>“No, no me da la gana, tú no vas a salir de ahí. No lo voy a consentir”</i>, pienso mientras doy un paso hacia el interior de ese cuarto y me quedo inmóvil en la puerta tapando la salida del oso que me dobla en altura y sigue avanzando hacia mí. <br /><br />No sé por qué, pero ahora tengo la sensación, en mi sueño, que el oso no me va a poder tocar, como si yo estuviera rodeada por una barrera mágica que impidiera que pudiera acercarse más allá de cierta distancia. Y, efectivamente, a medida que da pasos en mi dirección, el oso empieza a transformarse en un lobo igual de amenazador que avanza hacia mí pero al que ya no temo. Estoy convencida que desaparecerá si me toca. Cuando está tan cerca que casi podía admirar los detalles de su bello pelaje pardo se diluye y desaparece. Mi amiga vuelve a felicitarme: <i>“¡Dios, qué valiente eres!”</i><br />Entre los nuevos vítores de la desconocida amiga del sueño desperté sobresaltada, sorprendida. Eran sobre las cinco de la madrugada y el sueño había sido tan vívido y tan revelador, que me despejé tratando de retener toda la secuencia de imágenes en mi memoria. Repetía el sueño en mi cabeza una y otra vez negándome a volver a dormir para no olvidarlo. Estaba convencida que ese sueño significaba algo, algo importante. No debía olvidarlo, se lo tenía que contar a mi psicoterapeuta en la siguiente sesión de terapia. Entonces tomé la decisión de levantarme a escribirlo. Aquí lo has podido leer. <br /><br />Psicoterapeuta: <i>Bien, vamos a trabajar el sueño. Cierra los ojos, respira hondo un par de veces e “introdúcete” en la mente de esa niña. Eres la NIÑA. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué luchas con la MUJER?</i> (con mi “yo” adulta) <i>Deja que sea tu mente la que te lleve, no planifiques, di lo que te viene a la cabeza en este instante. ¿Qué sientes? </i><br /><br />Tras relajarme con los ojos cerrados y respirar (sólo escucho la voz de mi Psico) logro meterme en el papel de la niña de mi sueño.<br /><br />Yo NIÑA: <i>Quiero defenderme. Tengo miedo. Me siento amenazada. </i><br /><br />Realmente estaba reviviendo el sueño, estaba sintiendo que era LA NIÑA, sentía su miedo, su angustia… Fue una sesión muy intensa en la que “interpreté” varios papeles y me introduje tanto en ellos que realmente me sentía tal y como lo describo. Era como una sesión de hipnosis en la que era consciente de ser yo la hipnotizada.<br /><br />PSICO: <i>¿La MUJER quiere hacerte daño?</i><br /><br />Yo NIÑA: <i>No, creo que no. Pero me ha asustado, me asusta que sea mayor, que me riña… Tengo miedo… </i>(Estoy asustada, la MUJER me mira… ¿Me estará juzgando? ¿Me castigará?) <i>Los adultos siempre me dan miedo.</i><br /><br />PSICO: <i>Abre los ojos un momento. ¿Qué descifras de esta parte del sueño?</i><br /><br />Yo había interpretado de mi sueño, en un principio, que luchaba con mi Niña Perdida, con mi niña interior, como si aún tuviera un conflicto con ella. Pensé que tras estos años ya no habría tal conflicto, que yo ya quiero y protejo a mi Niña Perdida, pero está claro que aún me quedan cosas por pulir. La habitación sin duda guarda todos mis miedos, mis Monstruos (El oso, el lobo…) que había logrado encerrar allí, y ahora no se porqué han intentado escapar. Supongo que porque al retomar la terapia se revuelve todo. Así se lo dije a mi Psicoterapeuta.<div>
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PSICO: <i>“¿Por qué tu Niña Interior está en la habitación? ¿Por qué peleas con ella?” (</i>Me quedé sin habla, no supe qué responder) <i>“¿Te das cuenta que es posible que te esté pidiendo que la rescates? ¿Te das cuenta que no la dejas salir?”.</i></div>
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Increíblemente yo no me había percatado de ese detalle. Si la habitación son mis miedos, ¿Qué hace mi Niña Perdida allí? Entonces me mandó volver al sueño, volver a cerrar los ojos y respirar profundamente.<br /><br />PSICO: <i>Ahora eres el OSO. Entra en la mente del OSO. ¿Qué quieres? </i><br /><br />Yo OSO: <i>Soy un oso terrible y quiero morder a la MUJER, quiero asustarla, que me tenga pánico. Quiero devorar a la MUJER.</i><br /><br />PSICO: P<i>ero los osos son amorosos, son grandes madres, sólo atacan sin se ven en peligro… ¿Cómo es tu OSO?</i><br /><br />Yo OSO: <i>No, yo soy un macho solitario, soy un oso negro con malas pulgas que sólo quiero comerme a la MUJER.</i> (Siento odio, un odio atroz. En ese momento habría arrasado con la MUJER del sueño y todos los muebles del salón) <br /><br />Mi terapeuta me pidió un receso, que abriera los ojos por un momento para “salir” del oso y poder seguir mi viaje por mi sueño. Recuerdo que bebí un poco de agua antes de volver a cerrar los ojos.<br /><br />PSICO: <i>Ahora eres el LOBO. ¿También vas a devorar a la MUJER? ¿Qué sientes?</i><br /><br />Yo LOBO: <i>No, no quiero devorar a nadie… no sé que hago aquí…</i> <br /><br />PSICO: <i>¿Qué es un lobo para ti? ¿Qué hace un lobo como tú en esa habitación?</i><br /><br />Yo LOBO: <i>Soy un animal para defensa. Vivo en manadas y ellos son mi familia, y yo defenderé a mi manada hasta la muerte si me lo piden.</i> (En ese momento siento ira, rabia, Le partiría la cara a alguien por defender a mi gente. Me imagino poniéndome delante de alguien que está a punto de que le peguen o le hagan daño con un arma, y me imagino ponerme delante sin que me importe si me hacen daño a mí o no) <i>No se qué hago aquí. El OSO me ha enviado a atacar a la MUJER y yo sólo quiero irme de aquí, no quiero morder a nadie, sólo irme. No se porque el OSO me está instigando contra ella…. </i>(Me angustio, sólo quiero salir de ahí, el OSO me empuja aunque ya no le vea. La MUJER me tapa la salida, y no la quiero morder, me escabulliré entre sus piernas…)<br /><br />En este punto de la sesión pensé que abordaríamos el porqué mi lobo se diluyó al acercarse o porqué mi niña tenía los cabellos de una mujer mayor. Pero en lugar de eso, mi psicoterapeuta me pidió que cerrase los ojos e imaginara a mis cuatro personajes.<br /><br />PSICO: <i>Por lo que tú misma has descrito, Tu niña está sola con un oso y un lobo. Tiene miedo y sólo quiere salir de ahí. Tu oso sólo quiere destruir. El lobo tampoco quiere hacer daño pero atacará a aquel que le dañe o dañe a los suyos. Y la mujer está lidiando con todos ellos. ¿Crees que son enemigos?</i><br /><br />Ahí me di cuenta que en realidad el único enemigo potencialmente peligroso era el OSO. Cuando me vi en él sólo sentí odio y ganas de someter a todos bajo mi miedo y así se lo dije a mi terapeuta. Ella me pidió que volviera a esa habitación y los visualizara a todos desde mi “yo” adulta, desde la MUJER en la puerta. (Por cierto, que en ese momento ya veía a la NIÑA con su pelo de niña, una melenita corta con flequillo)<br /><br />PSICO: <i>¿Ves a la NIÑA? Está sola, está asustada, te tiene miedo, no entiende nada y teme todo lo que le rodea porque está sola con un lobo y un oso. ¿Recuerdas cuando tú tenías mucho miedo de niña, cuando todo el mundo decidía por ti y no sabías porqué volvías con tus padres o con tus Padrinos? Piensa, ¿Qué le dirías? ¿Qué crees que ella respondería? Habla con ella… Haz que ella hable… </i><br /><br />Entonces empecé a entender el objetivo del ejercicio. Tenía que rescatar a mi niña que aún seguía encerrada con los monstruos… Me inundé de emoción e intenté conversar con mi Niña Perdida.<br /><br />Yo MUJER: <i>No te asustes pequeña, ahora entiendo… Yo no pretendía dejarte aquí… Llevamos tiempo hablando, pero todavía sigues ahí…</i><br /><br />Yo NIÑA: <i>No me hagas daño, sólo quiero que me quieras, que me protejas, sólo necesito tu abrazo y que me defiendas…</i><br /><br />Me hundí a llorar. En ese momento estaba en completo contacto con mi Niña Perdida. Sentía todo el miedo que sentí de niña, todo el dolor y la angustia por los que pasé. Tardé un buen rato en recomponerme. <br /><br />PSICO: <i>¿Y el LOBO? Yo creo que el LOBO es tu valor, tu entereza, lo que ha hecho que esa niña sobreviva tanto tiempo.</i> <br /><br />Estuve de acuerdo. Desde niña llegué a tener miedo de mí misma, de mi valor, por eso a penas lo utilizaba. Hasta ahora nunca me he atrevido a defender mis propias ideas y creo que el miedo que la NIÑA del sueño tenía al LOBO lo reflejaba perfectamente.<br /><br />PSICO: <i>Dime, continúa tú el sueño, qué haces, qué dices, que crees que ocurrirá? Recuerda dejar volar tu mente, lo que sientas que ocurre, lo que te venga a la cabeza…</i><br /><br />Yo seguía con los ojos cerrados (creo que pasé la sesión con ellos cerrados) y lo visualicé: Tomé a la niña de la mano y la saqué de la habitación. <br /><br />Yo MUJER: <i>LOBO no te vayas, te necesitamos, ayúdame a defender a la NIÑA. La has defendido tanto tiempo… quédate con nosotras. ¡Juntos venceremos! NIÑA, no te preocupes, estoy aquí y el oso no puede salir de donde está, nos protege la magia y el LOBO.</i><br /><br />Rompí a llorar de nuevo, esta vez de manera más sonora. Me visualicé de la mano de mi niña, me visualicé dándonos los tres la vuelta y mirando desde el salón de mi casa hacia esa puerta mágica donde vivía el OSO, el Monstruo, los abusos. Juntos venceremos, lo se. ¡Dios! ¡Cómo lloré en ese momento! Pero no llanto de tristeza, sino de orgullo del deber cumplido. Ese llanto de los héroes tras una dura y larga batalla en la que sale fuera toda la adrenalina acumulada… Lloré de emoción. <br /><br />Entonces dimos por terminada la sesión. Me dijo que quería que yo le diera vueltas al sueño y a su pregunta, y me mandó dibujar a la niña. La odié por mandarme eso. La expresión artística nunca ha sido mi fuerte, siempre he aprobado dibujo artístico por los pelos porque realmente te aprobaban sólo por hacer el trabajo, sin considerar si estaba bien o no. Pero la dibujé, y al final me sentí inspirada y dibujé esa “escena final” con mi “yo” adulta dándole la mano a mi “yo” niña y al lobo (aunque parece más un perro que un lobo) Tengo el dibujo enmarcado al lado del ordenador. <br /><br />Ahh, por cierto, creo que la “amiga” del sueño que me da ánimos sois vosotros, los que leéis este blog y me animáis, los miembros del foro, la asociación, los amigos que conocen mi lucha y me apoyan. Durante la sesión llegamos a la conclusión de que para mí, el pelo es símbolo de opresión (de niña mis padres siempre me cambiaban el peinado -Melena larga, lisa, sin flequillo- y mis padrinos siempre me lo cortaban en una melena corta con flequillo –cuando no me lo tenían que cortar “a lo chico” por los piojos que traía siempre de casa de mis padres) Por lo tanto supongo que la primera imagen de mi niña con los cabellos de una anciana significaba que de alguna manera ella había "envejecido" encerrada allí, esperando, y sus cabellos estaban descuidados en contraposición a mi "yo" actual que procuro siempre que no se me mueva un pelo del sitio. Empiezo a tener mis primeras canas, y no me importa que se vean, pero trato de mantener mi corte actual muy cuidado y mi peluquera me ve todos los meses sin faltar ni uno. Imagino que eso es lo que proyecté.<br /><br />Ésta ha sido una de mis sesiones de terapia más intensas y son todas de ese estilo. Me ha recordado mucho a esas sesiones de teatro terapéutico que tanto anhelaba tener y que me explicaron que se trataba de terapia Gestalt para trabajar en grupo. Yo la hago individualmente con una terapeuta.<br /> <br /> Tras mi primera terapia en Salud Mental, que la Seguridad Social me facilitó con un psicólogo, decidí retomar la terapia pero a través de la asociación donde participo para trabajar esos “satélites” de mis abusos que también han sido trastocados por el trauma. Está siendo un trabajo personal duro, pero reparador. Gracias a esta ayuda me he enfrentado a temas que nada tienen que ver con los abusos, pero que eran producto de sus secuelas. <br /> <br /> Hoy hace siete años que abrí este blog y muchas cosas han cambiado (parece que digo esto todos los años, pero es que cada año supero una nueva etapa) y todos los días agradezco haber dado el paso de enfrentarme a la sanación. No ha sido nada fácil (sigue sin serlo) pero no me arrepiento de ninguno de mis pasos. La niña temerosa encerrada con su Monstruo (el oso) y que se asustaba incluso de su propio valor (el lobo) porque creía que eso también era algo malo, se ha convertido en mí. Y yo hace mucho que utilizo mi miedo a mi favor. <br /><br /><br /><span style="font-size: large;">“La huella de un sueño no es menos real que la de una pisada.”</span><br />George Duby (1919-1996) Historiador francés.<style>
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Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-24381671290767641592017-08-08T19:40:00.001+02:002020-04-22T10:49:44.131+02:00EL ÁRBOL DE LA VIDA<div class="separator" style="clear: both;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-Om6N3Mxkp2I/WYn2P459sDI/AAAAAAAAAhg/MBHs1GrOj-ETcs8E3a7fKXIp_NAlYAwWwCLcBGAs/s1600/1234663_744492625612524_7159372702140572907_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="540" data-original-width="960" height="180" src="https://1.bp.blogspot.com/-Om6N3Mxkp2I/WYn2P459sDI/AAAAAAAAAhg/MBHs1GrOj-ETcs8E3a7fKXIp_NAlYAwWwCLcBGAs/s320/1234663_744492625612524_7159372702140572907_n.jpg" width="320" /></a></div>
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Perteneces a una familia. Alguien de esa familia abusa de ti, y después del abuso existe otro abuso, el de los “silenciosos” el de aquellos que miraron hacia otro lado, el de los que internamente reconocen que no hicieron lo suficiente, y su conciencia les está llamando. </div>
<a name='more'></a><br />
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Surgen cuando hablas, cuando rompes el silencio. Porque te mandan callar, olvidar, no seguir con el tema “porque estas obsesionada” y si descubren que te has convertido en una difusora de la denuncia de los abusos infantiles activa e insistente, se alejan de ti. O mejor dicho, te alejan a ti de la familia, porque te conviertes automáticamente en un estorbo, alguien molesto, que no está dispuesto a ceder y callar ni siquiera un poquito por la familia, esa familia que , no olvidemos, no te protegió como debía.</div>
<div class="separator" style="clear: both;">
<br />Es como si al árbol familiar se le arrancase una rama, tú. La víctima. <br /><br />Pero lo mejor de todo, el verdadero milagro se produce aquí: La rama, en lugar de secarse, en lugar de acabar como leña para el fuego, vuelve a crecer, regenera nuevas raíces que la afianzan en la tierra, una tierra nueva y fértil, y que lejos de morir florece, y en muchas ocasiones, consigue dar mejores frutos que el árbol del que procede.</div>
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<span style="font-size: large;">¡Alabad el árbol que desde la carroña sube jubiloso hacia el cielo!</span><div>
Bertolt Brecht. (1898-1956) Dramaturgo y poeta alemán</div>
Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-16744123812852696872017-07-22T19:51:00.000+02:002020-07-25T14:10:58.729+02:00LOLITA Y LA JUSTICIA¿Conoces la historia de Lolita? No, no me refiero a la película de Kubrick –que también- sino a la novela de Nabokov. Partiré de la base que, en mi opinión, esa novela es la historia de un abuso sexual infantil escrito desde el punto de vista de un pedófilo. (Punto de vista que ninguna versión cinematográfica ha tenido en cuenta) De hecho la acción del libro se inicia así, con el descubrimiento de un manuscrito escrito por un hombre, Humbert, que confiesa abiertamente estar obsesionado con una niña de doce años hasta el punto de casarse con su enlutada madre sólo para tener acceso a la niña. Una niña cuyas defensas ya habían sido diezmadas antes por un muchacho del campamento de verano que también abusó de ella. Así lo refleja la novela.<br />
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Supón un hipotético escenario posterior a la acción de la novela. Un escenario actual o fechado pocas décadas atrás. (Piensa que la historia de Lolita podría darse prácticamente en cualquier momento del Siglo XX y principios del XXI) Un escenario real donde Lolita ha crecido, ya no es Lolita, el personaje de ficción, sino Dolores, una mujer madura que sólo ahora empieza a hacer un repaso de toda su vida. Una mujer que fue víctima de abuso sexual infantil por parte de personas a quien conocía y en quien confió. Y pon a nuestra protagonista en España. Una superviviente ASI nacida y residente en España.<br />
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Puedo saber que, si su historia hubiera sido real, esa niña no se habría atrevido a decir que su primera experiencia sexual fue con un chico en el campamento. Un chico posiblemente mayor que ella que pensó que sería divertido “enseñar” a una niña de diez u once años, que todavía jugaba con sus muñecas, a masturbarle. No se atrevió a explicarlo porque no conocía las palabras adecuadas, porque su madre estaba sumida en su propio dolor por la pérdida de su marido, porque Lolita en su fuero interno sintió que eso no estuvo bien pero no supo cómo evitarlo, porque con esa edad no supo cómo explicar que no entendía lo que le hacían, que fue engañada y manipulada, que le enseñaron cosas que no correspondían a su edad y madurez emocional.<br />
<br />
Desde esa primera vez en la que por edad no es capaz de asumir lo que ocurre, se sentirá un simple mueble. Pero no se lo dirá a nadie porque cree que ha sido su culpa por dejar que aquel muchacho del campamento, o posteriormente su padrastro, le hicieran esas cosas. Sin duda algo hizo para provocar en ellos esas conductas. Sentirá durante toda su vida, que está rota, que le faltan piezas, que hay algo que no está bien en ella. Se verá diferente al resto de la gente. Temerá mostrarse tal y como es porque pensará que no la entenderían, que la marginarían más de lo que ya se siente ella marginada. Le vendrán pensamientos extraños que no le contará a nadie, no vaya a ser que la consideren loca. Y llegará un momento en el que, simplemente, no expresará su opinión para no sentirse cuestionada o tachada de ignorante. Se sentirá poca cosa, una persona sin valor, que nunca alcanzará nada, que nunca será nada, que nunca la tendrán en cuenta. Se sentirá la responsable de todo lo malo que ocurra alrededor de ella, que es el lastre que no permite a sus seres queridos avanzar y salir adelante. <br />
<br />
Nunca mirará por su propio beneficio. ¿Te parece una virtud? Explícaselo a ella cuando las hienas de nuestra sociedad se aprovechen de eso haciendo de ella su burro de carga, su cabeza de turco, su saco de boxeo o su paño de lágrimas. Pero eso sí, que a ella no se le ocurra buscar lo mismo en ellos. Ella no tendrá derechos, y además no los pedirá, ni mucho menos exigirá, porque no se creerá merecedora de ellos. Y por encima de todo, deseará morirse. <br />
<br />
Pero nadie se dará cuenta de todo eso. Porque todo el mundo verá en ella a una persona simple, tal vez demasiado reservada en algunas áreas de su vida, o tal vez demasiado sonriente, o demasiado sola, o demasiado promiscua porque cree que es la única manera de recibir afecto. La máscara que esa niña llevará durante años será casi perfecta para todo aquel que no intente ver más allá de lo que se le muestre. Pero sentirá pánico cada vez que se encuentre en la intimidad de su soledad. Pánico a mirarse en el espejo y reconocerse. Y su pánico aumentará si esa intimidad está compartida por alguien a quien cree que le debe su propio sexo, lo desee ella o no. <br />
<br />
Ten la seguridad, la absoluta seguridad, que no le hablará a nadie de sus abusos hasta, tal vez, muchos años después, cuando la carga sea demasiado pesada para llevarla, porque estará convencida de ser una pequeña putita desde niña. Muchos años después contará, como si pidiera perdón por algo de lo que no fue culpable, que tuvo sexo con su padrastro. Años que nadie le va a devolver jamás. Todo eso, y más, es lo que deja un abuso sexual en la infancia.<br />
<br />
Lo peor de todo es que, cuando por fin se atreva a pedir justicia, sólo encontrará el abismo porque el delito ha prescrito. No sólo eso. Como insulto adicional se va a encontrar con un obstáculo para su sanación puesto por la propia justicia: Cuando Dolores, esa Lolita ya adulta, decida dar sus primeros pasos para sanar, sus terapeutas le dirán que hablar de lo que le hicieron la empoderará, le hará ver cada vez con más claridad que en realidad ella no hizo nada, no tomó decisiones, no sedujo sexualmente a nadie. Hablar de los abusos que sufrió le haría darse cuenta que el único objeto activo, el único actor material, el único que tomó la decisión de ver en los gestos de cariño de una niña de doce años una invitación sexual fue la pareja de su madre. Pero la justicia le impedirá levantar su dedo acusador contra su agresor porque el delito ha prescrito. <br />
<br />
Eso significa que cuando Dolores denuncie, un letrado le dirá que no se va a investigar, ni a tomarle declaración, ni a buscar posibles pruebas materiales (que en muchos casos no existen) ni a llamar a posibles testigos, ni subirá al estrado al terapeuta que está ayudando a Dolores con sus secuelas. Pero Humbert, en cambio, si podrá denunciar a Dolores por manchar su honor, por injurias o por calumnias porque esos presuntos delitos aún no han prescrito. Y posiblemente gane el juicio. Pues hay pruebas contundentes de lo que ha dicho la superviviente, hay testigos que asegurarán que Dolores es la loca a la que ahora le ha dado por decir que su padrastro la violaba porque busca venganza o dinero, porque es una rencorosa que un día se levantó de la cama y decidió que le iba a joder la vida a Humbert. Así es Dolores, una gran embustera. Y su abogado le dirá que sería más prudente volver a guardar silencio, no volver a mencionar el tema, regresar a su prisión del secreto, como si ella fuera la que se debe sentir avergonzada, porque si habla hasta sus nietos podrían seguir pagando indemnizaciones. De esta forma nunca se sabrá si realmente Humbert abusó sexualmente de Dolores, porque el tiempo –y la ley- le han regalado al presunto agresor una suerte de amnistía. <br />
<br />
La gente tiene tendencia a pensar que, en términos jurídicos, si te denuncian pero no eres condenado significa que eres inocente. Del mismo modo que si tú eres el denunciante y no hay condena, tú eres quién ha realizado una denuncia falsa. Todo lo reducimos a eso. Siempre olvidamos que una denuncia abarca todo un abanico de situaciones legales que pueden impedir que haya condena porque no hay pruebas suficientes para ello o porque el delito ha prescrito. pero eso no significa que sea denuncia falsa, significa que no hay pruebas para demostrarlo. Y me produce enorme tristeza que no entiendan que Dolores no se hubiese planteado (en caso de que hubiera podido) denunciar a sus agresores -Humbert y el muchacho del campamento- hasta que fue una mujer adulta. <br />
<br />
Lamentablemente eso choca con los principios del derecho en España y sólo nos queda apelar a que alguien esté dispuesto a considerar los abusos sexuales infantiles un delito equiparable al de genocidio, los crímenes contra la humanidad o el terrorismo... ¿Flipo? No, no me he fumado nada. El 20 % de la población mundial es, ha sido o será víctima de este delito. Pero hasta que algún político decida plantearlo, Dolores seguirá arrastrando sus secuelas de por vida. Intentando sobrevivir como puede. Escondiéndose del mundo por si acaso alguien vuelve a señalarla como “la que intentó destruir la vida de Humbert”. <br />
<br />
Y seguirá escuchando a los demás decir que es posible que haya exagerado o que mienta, que estas cosas ocurren muy poco, que la persona a la que acusa es una persona ejemplar, un pilar de la sociedad incapaz de hacer esas cosas, que ellos nunca conocieron casos parecidos, que en su casa esas cosas se sabrían, que les cortaría los huevos a todos los pederastas, que a los curas habría que quemarlos en la hoguera como hacían ellos con las brujas, que al profesor de música acusado de abusar de varios menores habría que dejarlo un rato en las duchas con los presos comunes… pero en su casa esas cosas nunca ocurrirán. Su familia es muy noble, muy honrada y no hay pervertidos. Los pervertidos siempre están en casa de otros, y ellos no los conocen. Y además, nadie espera veinte años para denunciar hechos tan atroces. Unos hechos que a lo mejor duraron a penas unos minutos, pero con los que cargamos los supervivientes por el resto de nuestras vidas. Hasta que se demuestre lo contrario.<br />
<br />
<br />
<span style="font-size: large;">“– ¿Cuánto tiempo es para siempre? <br />– A veces, sólo un segundo”</span><br />
Alicia en el país de las maravillas<br />
<br />
<br />
<br />
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</style>Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-21508340452088715922015-12-06T14:55:00.001+01:002020-06-06T22:27:21.270+02:00CINCO AÑOSEs Domingo por la mañana, abro los ojos. He tenido un descanso reparador. La persiana está levantada, aún me da miedo la oscuridad, despertar sin poder ver nada a mi alrededor y no he conseguido romper ese temor, pero durante el sueño ya no hay pesadillas ni sueños inquietos. Las noches de verano incluso soy capaz de dormir destapada y prácticamente desnuda. Y mi pareja duerme junto a mí y me abraza. No siento miedo. Incluso me agrada que me acaricie y sus manos recorran mi cuerpo atrayéndome hacia si para acurrucarnos. Ya no temo nada de él, y lo sabe. <a name='more'></a><br /><br />La ducha, que gran placer sentir el agua caliente sobre mí. A veces mi marido me acompaña en esa ducha y se convierte en algo muy gratificante para mí. Ya no me encierro a cal y canto durante mi aseo personal. <br /><br />Me voy a vestir. Aún me cuesta esa ceremonia. Abro el armario y tras deliberar conmigo misma acabo por ponerme la ropa que está sobre la silla, el jersey y el vaquero con los que me siento segura, protegida. ¿Por qué no te pones esa falda que te compraste en vacaciones? Si, la falda es preciosa, y cuando la compré estaba enamorada de ella, pero no puedo… significa mostrar mis piernas, parecer “provocativa”… no, definitivamente no. Además, he engordado, ya no me queda como antes, y hoy hace frío. Excusas perfectas. Hay semanas que me acepto y me arreglo más, hay días que a penas me lavo los dientes. Salvo la ducha diaria, de la que no prescindo, el resto de los cuidados personales dependen de cómo me vea en ese momento. De mirarme en un espejo, ya ni hablamos. <br /><br />Almorzamos juntos. A veces me sigo atascando y me ahogo, pero ya no es tan frecuente. Eso si, aún hay alimentos que soy incapaz de comer. El yogurt líquido, la Vichyssoise, los plátanos… me recuerdan aún demasiado ciertas situaciones. Y ciertas texturas, como las de los callos o el pulpo aún me producen arcadas. Mantengo mi trastorno de bulimia no purgativa, cuando estoy mal lo acuso sobremanera. <br /><br /> Por la tarde salimos a dar un paseo y nos sentamos a tomar algo. Instintivamente aún busco sitios estratégicos, donde pueda ver mi entorno, donde nadie pueda estar a mi espalda, donde no haya sobresaltos. Pero hace mucho que me empiezo a dejar llevar, que confío mas en los que me acompañan sin sentir una punzada de miedo al no saber qué es lo que pasa a mi alrededor. <br /><br />Conversamos. No me da miedo dar mi opinión, no intento dar la razón por encima de todo para que él se sienta bien, incluso hablamos de política donde tenemos puntos claramente diferentes. Se que no tengo problemas al oponerme a sus opiniones. No mido mis palabras especialmente. Procuro no ser grosera por educación, pero no creo ser muy extrema en mi vigilancia. En general, soy capaz de tener mi propia opinión respecto a cualquier tema y expresarla sin miedo.<br /><br />Le hablo de mis “ciber” amigos, esos con los que interactúo a través de la red, le cuento los proyectos que me proponen hacer, el libro de Formula 1, la asociación ASI, el Forogam de ayuda donde ahora soy la administradora… todo iniciativas que se pusieron a mi alcance y que decidí aceptar sin preguntar, sin pedir permiso para hacerlas. Antes lo hubiera hecho, hubiera consultado con él y con las personas de más confianza todas y cada una de esas decisiones antes de tomarlas. Recuerdo, hace cinco años, que incluso pregunté a algunos de esos amigos si les gustaba el nombre que puse a mi blog. Hoy me siento más segura de mí misma, más firme, más decidida. Siento que tengo derecho a tener mis propios pensamientos.<br /><br />Toda mi vida he recibido violencia sexual incluyendo parejas maltratadoras y no siempre he sabido elegir mis amistades. He discutido con mi pareja intentando provocarle para que me maltratase o me abandonase y demostrarme a mí misma que me merezco el maltrato o no me merezco estar con nadie. Pero creo que ya he conseguido controlar mis relaciones personales y laborales, y la persona con la que comparto mi vida ha sido una de esas buenas elecciones. Se que tengo derecho a tomar mis propias decisiones y estoy aprendiendo a aceptar la felicidad en pequeñas dosis. He contado unas mentiras gordísimas, sobre todo en mi infancia y en mis Años Oscuros para esconder la realidad de mis abusos. Tenía problemas de confianza, incapacidad de confiar, confianza absoluta o confianza indiscriminada. Y me ha costado acertar con los “tiempos” y las personas a la hora de hablar con sinceridad.<br /><br />Bebemos unas cervezas y enciendo un cigarrillo. Tal vez el tabaco es la única adicción como tal que mantengo, después de esos Años Oscuros en los que drogas y alcohol gobernaban mi vida. Regresé a casa de mis padres con veinte años limpia de todas esas dependencias extra, e incluso estuve otros veinte años más sin probar el alcohol, temerosa de que su simple olor me devolviera al infierno. Ahora soy bebedora social. Creo que no me supone ningún problema y no recuerdo la última vez que desperté con resaca. Hace mucho que conseguí eliminar la mayor parte de esa secuela cuando ni siquiera sabía que era secuela. <br /><br />El jueves toca ir al dentista. No me gusta. En general, que metan cosas dentro de mis orificios corporales (ginecólogo y dentista) me supone un gran estrés. Normalmente acabo por disociarme en sus consultas. Pero ya no me cuesta tanto ir al médico en general. Ya no espero a que la infección sea importante o que el dolor sea extremo para acudir a consulta y dejar que me cuiden. <br /><br />Hablamos de mí. Sin darme cuenta la conversación deriva hacia mi sanación, hacia las cosas que he hecho y las decisiones que he tomado. Hablamos de lo que yo he cambiado como persona. Y la conversación ha sido gratificante. Me ha hecho repasar, mentalmente, todos mis avances.<br /><br />Dar el paso de acudir al psicólogo me costó mucho. Reconocer que siempre he llorado sin causa aparente, sólo porque alguien dijo algo que me contrarió, tener reacciones exageradas, como si no fuera capaz de reconocer y controlar sentimientos como la ira o la tristeza ha sido un paso difícil que aún no siempre puedo dominar. Pero al menos ya se la causa que lo provoca la mayor parte de las veces. Y ya no quiero morir, los pensamientos autolíticos ya no me dominan aunque aún aparezcan en mi menú de opciones. Ya no reto al destino.<br /><br />Antes negaba que los abusos me hubieran afectado. Peleaba a diario con mis recuerdos recurrentes, intentando auto convencerme de que eran falsos. Incluso he llegado a olvidar muchas cosas de muchas etapas de mi vida. Y los recuerdos que jamás se han ido los había gestionado como esos novios maltratadores a los que les perdonas todo gritando a tu vecina que en realidad el chico no es tan malo… ¡Cuánto tardé en reconocer los daños y pedir ayuda! Pero ya aprendí a aceptar esa ayuda, a poner límites, incluso a mis recuerdos. Ya no son una piedra en el camino.<br /><br />Siempre creí estar para encerrar en un manicomio. Ahora se que es una secuela aunque a veces aún me dé algo de miedo que me metan en una habitación acolchada y tiren la llave. Pero ya no hay pánico, y las fobias… bueno, esas están más o menos controladas. Ahora se racionalmente que no estoy loca, que no soy diferente, sólo tengo una gran herida. Soy real, mi mundo es real, el mundo es real. Adoro el universo imaginario que mi Niña Perdida creó para sobrevivir, pero ya no necesito entrar en él con la frecuencia de antes. A veces Leia Organa toma los mandos, pero siempre es con mi permiso y por pura diversión, ya no lo hago para huir de la realidad. <br /><br />En la niñez, buscaba seguridad. Me escondía por todas partes, me aferraba exageradamente a mis padrinos o me encogía de terror en los rincones. Pero ya no tengo miedo. Ha tardado en irse, pero ya no está siempre pegado a mí. Y estoy convencida que ese miedo tenía mucho que ver con sentirse culpable de los abusos, como el criminal que huye de la escena del crimen. Primero quise ser invisible, desaparecer. Después quise ser perfecta y cuando vi que eso era imposible decidí portarme mal: “He sido mala, y por lo tanto debo seguir siendo mala persona porque no merezco se querida o apreciada. Me merezco todo lo malo que me ocurra”. Pero me empiezo a reír de ese cliché, porque ya no me siento así, yo no he cometido más delito que el de ser niña. <br /><br /> Aunque no todo han sido avances. Tengo una sobrina de corta edad a la que adoro, pero inconscientemente evito acercarme a ella por miedo. Siento temor e incomodidad con los niños porque me retrotraen a mi infancia y alguna vez esos niños se me presentan en mi imaginación abusados, maltratados y se me ponen los pelos de punta ahora mucho más que antes… ¿Será que ahora que soy consciente lo veo más? Nunca he tenido término medio en este tema. <br /><br />Tras un día relajado y tranquilo, sin miedos, sin recuerdos, sin referencias a nada “feo”, nos vamos a dormir. Las cervezas nos han “achispado” un poco, y nos sentimos atraídos el uno por el otro. Confío en mi pareja y no tengo la sensación de sentirme manipulada por él. Me dejo acariciar de nuevo, como por la mañana, pero se que esta vez es posible que lleguemos a la segunda o tercera base, o que haya una carrera completa. ¿Quién sabe? Pero ya no me importa. Antes el sexo me parecía sucio, incómodo, y terminaba por disociarme, como si no fuera conmigo. Ahora, la mayoría de las veces, ya no me importa. La mayoría de las veces ya no me preocupa saber quién de los dos lo desea más o qué pensará él de mis ganas. Y no me desconecto, ahora siento, deseo, disfruto. Miedos fuera. Incluso no me importa hacer ruido, como si estuviera desafiando a mi fantasma, ese que me dice que sólo las putas lo buscan, disfrutan y hacen ruido.<br /><br />Esta soy yo. En las redes sociales soy Némesis o La Gata (el Nick que utilizo entre los amigos de Formula 1) y nunca me ha gustado mi nombre propio. Pero ahora me empieza a gustar cuando se dirigen a mí por ese nombre real. Antes necesitaba tapar sentimientos y emociones. Tenía la sensación de ser dos personas. Una de cara a los demás y otra para mi misma. Y realmente me cuesta todavía unir esas dos personas. Pero creo que cuando empecé a sanar, era Némesis y La Gata como dos personas distintas e independientes que ahora ya he presentado en sociedad como las dos caras de mi misma. Los que me conocen ya conocen las dos caras, así que se podría decir que sigo teniendo dos perfiles, pero no escondo ninguno.<br /><br />Toda esta entrada no describe un día específico, una situación concreta. Pero todos estos acontecimientos, las situaciones, los pensamientos… se están dando últimamente con frecuencia en mi vida diaria. He cambiado mucho en estos cinco años. Todo esto de lo que he hablado hoy es un resumen de muchos de esos cambios que son, claramente, secuelas -una amiga las llama, muy acertadamente, limitaciones- de los abusos. Hace tiempo alguien resumió todas esas limitaciones en aproximadamente treinta y ocho puntos que puedes leer <a href="http://www.nodo50.org/mujeresred/abusos-sindrome_post-incesto.html" target="_blank">aquí</a>, de los cuales nunca han existido cuatro, me siguen afectando diez, he culminado once, y no estoy segura de haber superado o estoy a punto, otros trece. Algunas respuestas con dudas, queda mucho camino por delante. Tal vez porque a veces aún no confío en mí, o son de esas secuelas que todavía vuelven. Pero me siento orgullosa de la senda recorrida.<br /><br />Muchas cosas han cambiado en estos años de Rehabilitación. Pero como los mandamientos, las podría cerrar en dos: ya no me siento culpable ni avergonzada. Ya no siento miedo. Es el resultado de cinco años de trabajo personal en los que me he dejado el alma por conseguir salir del abismo por el que caminaba de continuo. <br /><br />Felicidades por este lustro de lucha contra los demonios, Némesis. Hoy, el cráter del Averno está un poco mas lejos de mis pies.<br /><br /><br /><span style="font-size: large;">“Discúlpeme, no le había reconocido: he cambiado mucho”</span><div>
Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés</div>
Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-70160097848558230232014-12-06T13:24:00.000+01:002020-06-06T22:29:37.745+02:00CERRANDO CÍRCULOSPrimer círculo:<br />
<br />
Hace 21 años acordé con mi padrino ir unos días a la casa del faro donde viví mi niñez, esta vez junto a mi nueva familia: mi marido y mi hijo. Habían pasado diez años desde que fui por última vez, pero mis padrinos seguían ocupando la casa, esta vez por turnos, ya que sus familias también habían crecido y ya no era posible que los cinco hermanos y yo nos juntásemos como cuando era pequeña. Yo había sido madre el año anterior y volver al faro fue muy gratificante. Mi bebé tenía catorce meses cuando se puso en pie sobre la arena de aquella playa y mi gran recuerdo fue ver a mi niño dar sus primeros pasitos inseguros, avanzando hacia mí con los bracitos abiertos esperando a que yo le cogiera si titubeaba.<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
Este verano regresé a mi infancia. Al Cuento de Hadas de mi infancia. Al lugar donde me sentía segura. Al Faro donde mi hijo caminó por primera vez. El motivo no ha podido ser más gratificante. Por que el destino quiso que mi peke -que ya no es tan peke- iniciara cerca de allí una nueva etapa de su vida. Ha elegido una profesión que lo aleja físicamente de mí para caminar en solitario. Era lo que él quería, es lo que el ha elegido, y será lo que ha decidido. Y, de alguna manera, mi papel como "Madre Oficial" ha concluido. Ya, ya se que siempre seré su madre. Pero de alguna manera se ha terminado mi custodia. Acaba de tomar el completo control de su vida, y eso es un orgullo para mí, significa que no lo he hecho demasiado mal.<br />
<br />
Segundo círculo:<br />
<br />
Sé que el miedo escénico no es una secuela ASI propiamente dicha. Mucha gente lo tiene sin haber pasado por nuestra experiencia. Pero yo diría que en mi caso si tiene una relación directa de “causa y efecto”. Ya lo conté hace mucho en una entrada de este blog. Yo tenía trece años. Mi hermana, ocho años mayor que yo, dirigía un grupo de niños en la catequesis. Y en la función de navidad me encargó ser la presentadora de su grupo, que iba a cantar un villancico. Sólo tenía que salir al escenario y repetir una frase memorizada explicando que el grupo de niños cantores era inexperto y novel. Aquella misma mañana había tenido una escena de abusos con mi padre. Concretamente una felación. Recuerdo subir al escenario y de repente bloquearme. Me quedé en blanco. En ese momento todo el mundo me miraba y todos "sabían" lo que había ocurrido, lo que llevaba ocurriendo toda la vida. Me sentí sucia y avergonzada. Recuerdo el sabor a goma seca en la boca, pero no recuerdo más. Me evadí por completo. No se si salí corriendo o me tuvieron que sacar. No recuerdo nada más. Desde entonces, saber que estaba siendo atentamente escuchada por más de dos personas, me ha supuesto un tremendo estrés. Normalmente al darme cuenta de eso salta un resorte interior, me bloqueo, e intento terminar mis palabras lo más rápido posible, aunque me quede a medias en mi explicación. En esos momentos quisiera que la tierra me tragase. <br />
<br />
Escribo en una página de Formula 1 y a principios de año se decidió hacer un libro recopilatorio que presentamos el pasado mes de marzo. El director de la web me expresó su deseo de que yo dijese unas palabras junto al resto de compañeros que acudieron a la presentación. Estuve semanas preparándome para aquello. Sólo de pensar en que podía bloquearme en el peor momento me entraba la ansiedad. Pero hace tiempo que me propuse superar muchas cosas, entre ellas mi miedo escénico. Y hace mucho que mi cabezonería juega a mi favor. No iba a consentir que mi Monstruo, del que siempre hablo, escapara en el momento menos oportuno, y he sido más fuerte que mi miedo. <br />
<br />
El día de la presentación los nervios eran evidentes (incluso uno de mis amigos bromeaba conmigo sobre esto, como forma de ayudarme a soltar la tensión) Por momentos acudía a mi mente la imagen de mí misma con 12 años intentando decir algo al auditorio y sintiendo la goma seca en la boca, la garganta cerrada y el miedo por dentro. No quise preparar nada concreto. Tenía claro que quería dedicar mi participación en el libro a una amiga que había fallecido una semana antes, precisamente del mal contra el que lucha la asociación que fue beneficiaria de todas las ganancias del libro, pero no quise ensayar de ninguna manera. Y lo hice. Hable de mi amiga, de la asociación CUDECA, del libro, de mi participación. Y esta vez lo recuerdo todo. No hubo evasión, desconexión o bloqueos. Recuerdo el momento en que me pasaron el micro y cuando pasé el testigo a otro de mis compis. Recuerdo los aplausos. Fue un fin de semana impresionante. Desde ese día soy un poco más feliz porque rompí otro eslabón de mi cadena.<br />
<br />
Tercer círculo:<br />
<br />
El momento duro del año ha sido este verano porque por fin he visto a mi madre. La única persona de mi familia biológica que me quedaba por enfrentar cara a cara, sin contar con el abusador que aún queda vivo. Ya he contado que lamentablemente ha adoptado las mismas posiciones de mi hermana. No ha sido una sorpresa, la verdad. Pero guardaba la secreta esperanza de haber podido hacerla dudar si me escuchaba hablar de mis propios abusos mirándome a los ojos. Pero ya ni siquiera tengo el consuelo de que reconozca el daño. Y creo que es lo que más me duele. Puedo admitir que no lo recuerde, que no supiera nada, incluso que no pudiera hacer nada por miedo, por ignorancia o por prejuicios. Pero que ni siquiera ahora reconozca el daño… eso no se lo puedo perdonar. <br />
<br />
La imagen mental que hace tiempo mi mente creó en la que me vi a mí misma en una pequeña iglesia blanca con mujeres de mantillas negras y hombres enlutados frente a cuatro féretros, sin flores, sin llantos, y el sentimiento de pérdida que experimenté entonces, regresó de nuevo. He vivido mi luto por la familia perdida. Les deseo toda la vida del mundo, pero para mí han quedado en el pasado. Mi Niña Perdida se ha despedido de sus padres y sus hermanos. <br />
<br />
En el tema Confrontaciones Familiares tan sólo me queda alguno de mis Padrinos, que no tengo prisa por enfrentar, porque será una reunión meramente informativa, por si les interesa saberlo; y mi hermano abusador, que si no se presenta claramente la ocasión no enfrentaré, porque ahí si que necesito que mi marido esté conmigo si ocurriera. No me da miedo hundirme, sé que estoy preparada para ello, pero es mi agresor y además retirado del ejercito por problemas psicológicos, y no quiero hacerlo sola porque no sé cómo reaccionaría él. <br />
<br />
Cuarto círculo:<br />
<br />
Aún me estoy recuperando del vendaval de emociones que no hace ni dos semanas me ha invadido. Recibí la llamada de una superviviente que buscaba testimonios con los que cubrir un reportaje que el diario español La Razón preparó para dar voz a las víctimas que vivimos en las sombras. Acepté sin dudarlo. Tras una hora de charla telefónica con la periodista -todo delicadeza y buen trato- el día de su publicación me llevé el recuerdo de mis propias palabras (entre las de otros supervivientes) reflejadas en un medio de comunicación:<br />
<br />
<br />
<br />
<i>"…Los abusos sexuales a niños siempre han existido, pero ahora estamos consiguiendo que se hable de ellos", afirma otra valiente, Amelia. Su testimonio lo comparte cada día en uno de los foros que utilizan los supervivientes: Forogam. Allí se dan apoyo y son capaces de contar lo que no pueden decirles a sus hijos o a su pareja (en la Red, Amelia es más conocida como Némesis). No tiene pelos en la lengua y da detalles de lo que sufrió durante su infancia: "Mi padre era un maltratador y un abusador. No sólo me agredió a mí, sino también a mis cuatro hermanos", pero sólo ella ha sido capaz de contar lo vivido durante aquella infancia de sufrimiento. Pero el caso de Amelia es aún más flagrante: el mayor de sus hermanos –con el que se lleva 12 años– paso de abusado a abusador. "En un ''flashback'' que tuve hace dos años vi cómo me sacaban de los pelos de debajo de la cama. Él y mi padre". Al igual que el resto de víctimas, ella también tuvo secuelas. "Salí con todo tipo de chicos porque no tenía ningún respeto por mi cuerpo", hasta que encontró a su marido. Ahora es una madre feliz, aunque como muchos supervivientes, no tiene relación con su familia. "Cuando lo hablé con mi madre y con mi hermana me dijeron que me lo había inventado, que miento", pero cuando Amelia tenía 14 años esa hermana que hoy la rechaza interpuso una denuncia en su nombre que más tarde retiraría…”</i><br />
<br />
<br />
<br />
Si quieres Leer el reportaje completo, lo tienes aquí: <a href="http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/8053317/religion/las-victimas-que-no-existen#.Ttt12XVeTkWXtNo" target="_blank">La Razón: Las víctimas que no existen</a> Me sentí realizada, completa. Creo que tras más de cuarenta años dando tumbos por la vida, le he encontrado un sentido. Por fin siento que sirvo para algo, por fin me siento útil. Mi objetivo, por el resto de mis días, será dar a conocer el inframundo en el que he vivido, en el que vivimos víctimas y supervivientes, a todo el que quiera escucharme.<br />
<br />
Hoy es el aniversario de este blog. Muchas cosas han cambiado en estos cuatro años, y quiero celebrar, una vez más, mis últimos logros. Ser testigo del primer vuelo de mi hijo lejos del nido, romper mi miedo escénico, cerrar el capítulo familiar con mi madre y ayudar a romper el silencio de los Abusos Sexuales Infantiles rompiendo mi propio silencio en los medios, han sido algunos de ellos. Pero ha habido uno más. <br />
<br />
Quinto círculo:<br />
<br />
Al acudir al nuevo destino de mi hijo tan cerca de mi faro, aproveché el viaje para, de alguna manera, cerrar otro círculo regresando a mi niñez y abrazando a mi Niña Perdida. Lo hice un hermoso atardecer sentada en la playa, mirando el mar y mi faro. Recuerdo inspirar dejando que el olor a sal inundase mis fosas nasales. Recuerdo enterrar mis manos en la arena fina todavía caliente por el sol, recogerla y levantar las manos dejando que se escapara por entre mis dedos. Incluso me llevé una sorpresa al ver, de repente, a un escarabajo enorme que huía tras verse descubierto con mi excavación. Fue una sorpresa porque recuerdo jugar con ellos en esas dunas cuando yo era sólo una niña. Volví a tener nueve años. <br />
<br />
Hace tiempo que reconozco a mi Niña Perdida. Hace dos o tres años que reconozco su voz, que la escucho cuando me envía recuerdos que debo procesar. Hace tiempo que estoy en sintonía con mi Niña Interior, aquella a la que dañaron. Pero es la primera vez que la veo. Y me vi como alguien quebrado y despedazado. Una pequeña abrazada a una muñeca de trapo que camina descalza entre las piedras como caminaría el superviviente de un holocausto nuclear. Solo que para mí no existía el “antes”. Debí nacer a la vez que la detonación. No echaba de menos una vida anterior feliz e inocente. No sabía cómo era mi mundo antes de la explosión. Hace cuarenta y ocho años que esa chiquilla camina sola entre los restos de su vida, entre escombros, perdida. Una muñeca rota en medio de una calle desierta rodeada de ruinas y por fin la he encontrado. Y ahora tengo la sensación de haber caminado mucho entre esos escombros. <br />
<br />
De repente me he dado cuenta de que he estado caminando sola todo este tiempo. A pesar de mis Padrinos, a pesar de mi madre o mis hermanos, de repente me he visto a mi misma como una niña de siete, ocho o nueve años sola, completamente sola. No quiero ser ingrata, sé que sin muchos de los adultos de mi infancia yo no habría salido de aquellas ruinas. Pero no puedo evitar sentirme así. No puedo evitar percibir que, a pesar de su compañía, yo estaba sola con mi dolor porque no podía compartirlo con nadie. Yo era una niña en medio de la nada rodeada de gente que no me veía. Era completamente invisible para ellos. <br />
<br />
Si, mis padres tuvieron una hija a la que se hartaron de reclamar como suya. Una hija por la que pelearon para que el Alto Tribunal Tutelar de Menores no se la llevara por la imposibilidad de que su madre la cuidase correctamente o por los comportamientos sospechosamente delictivos de su padre. Una hija a la que nunca han renunciado porque es sangre de su sangre. Si, mis Padrinos acogieron a un bebé de apenas un año al que le dieron cariño y un hogar fuera de la institución gubernamental, cama y comida, al que le enseñaron a hablar y al que le pagaron una educación. Pero esa no era yo, sólo era mi cuerpo. Yo no estaba allí, sólo era una proyección de mí que mostré para poder sobrevivir. Y conseguí engañar a todos haciéndoles creer que yo era la muñeca de trapo. Los engañé tan bien que jamás sospecharon que yo no era la pequeña a la que cuidaban. Cuidaron un cuerpo vacío y sin vida. Porque yo ya estaba escondida bajo tierra cuando todo eso pasaba. <br />
<br />
Durante años he dado la imagen de persona fuerte que logra superar todos los obstáculos, la heroína de película que a pesar de su historia se rehízo a si misma y siempre demostró entereza. Todo el mundo admira mi poder de superación, todo el mundo se sorprende de mi fuerza interior. Mi familia biológica simplemente sobrevivía y me enseñaba a sobrevivir. Mi familia adoptiva estaba convencida que nada podía hacerme daño, que me habían protegido lo suficiente para que nada me afectara. Y casi todos están encantados de haberse conocido. Casi todos me reprochan lo mucho que han hecho por mi, casi todos me reclaman fidelidad. Y no entienden que sólo cuidaron mi cuerpo, no a mí. Yo me he quedado en ese mundo paralelo, entre las ruinas de algo que sólo puedo imaginar cómo era antes por los relatos, por las fotografías, por los libros leídos. <br />
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Yo me quedé sentada entre los escombros esperando. Con el zumbido en los oídos que deja la explosión, con la desorientación del impacto recibido y con el dolor de la piel quemada. Dolor. Qué simple palabra para describir un estado. Tan escueta que no alcanza a detallar lo que se siente. Tan extraña que ni siquiera entiendes su significado porque desconoces qué es vivir sin dolor. ¿Alguna vez te ha dolido algo tanto y durante tanto tiempo que llega un momento en que te acostumbras? ¿Has sentido tal molestia en los oídos, en las muelas, en el estómago, que llega un momento en que crees que ya no duele? ¿Recuerdas el alivio que se siente cuando por fin cesa ese dolor? Entonces si lo reconoces. En esos momentos eres consciente del daño que sentías y te das cuenta de lo jodidamente mal que te encontrabas. <br />
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Es como salir a respirar. Como pasar tu vida en el fondo de un cráter lleno de humo en el que sólo escuchas silbar tus propios bronquios por la falta de oxigeno y después ascender a la superficie. Y cuando tomas esa primera bocanada de aire fresco tienes unas ganas inmensas de llorar de agradecimiento por haber sobrevivido. Y entonces miras el fondo de ese abismo y te preguntas cómo es posible que hubieras vivido ahí abajo tanto tiempo.<br />
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A veces aún me siento desvalida, desnuda. El dolor se ha ido y es tan extraña la sensación que no acabo de acostumbrarme. Aún estoy encogida y con mis músculos en tensión, como siempre viví cuando la dolencia estaba ahí, y aún estoy aprendiendo a relajarme sin miedo. Todavía me levanto esperando que el próximo gesto active de nuevo el dolor. Como cuando te quitan la escayola y esperas que vuelva a doler el tobillo. Es maravilloso vivir sin dolor. Ahora entiendo porque a mí me costaba tanto hacer muchas cosas que al resto de los mortales le parecen nimiedades. <br />
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Sentada en aquella playa lloré de la emoción. Yo era sólo una niña, una niña herida que necesitaba que la consolaran. Y la abracé, vaya que si la abracé. Le llevé -me llevé- una concha como regalo. Sentí que había cubierto otra etapa de mi viaje de sanación. Ahora creo entender lo que significa despertar de un sueño de más de cuarenta años. Es como abrir la ventana, como descubrir el color del arco iris. Escuchar por primera vez esa melodía que tu cabeza tarareaba desde hacía mucho tiempo, o como poder plasmarla en un pentagrama y tocar sus notas con una guitarra. Y es una sensación poderosa.<br />
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Querida Niña Perdida, querida Muñeca Rota, que se hizo madre y se enfrentó al origen que la trajo a la vida para volver a ser niña y encontrar su sitio en el mundo. Feliz cumpleaños. Te dejo como regalo a penas un susurro al oído -aún no me atrevo a gritarlo, pero es un susurro al fin- en el que digo: “Creo que lo hemos logrado. He sanado”<br />
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<span style="font-size: large;">"Dicen que uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida" </span><br />
Chavela Vargas (1919 – 2012) Cantante mexicana nacida en Costa RicaNémesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-14208355764440255742013-12-06T17:56:00.000+01:002020-06-06T22:30:39.810+02:00SALTO AL VACIOTres años ya. Parece que fue ayer cuando hablaba con mi amigo Vili para que me echase una mano en la mastodóntica tarea (así lo veía yo) de abrir un blog. Y aquí estoy un año mas en la lucha contra mis demonios internos que quiero creer que son cada vez mas pequeños, menos importantes, mas insignificantes. <br /><br />Me he acostumbrado en esta fecha a hacer un repaso de lo vivido en el año, de los logros conseguidos, de las pequeñas batallas ganadas. Y si en el primer cumpleaños no era consciente de los cambios, y en el segundo aniversario ya empecé a reconocer las mejoras, en estos últimos doce meses, tengo la sensación de haber cogido carrerilla y ahora ya no hay quien me pare. O al menos esa es la sensación que tenía ayer por la tarde.<a name='more'></a><div>
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Ya en marzo hice toda una declaración de intenciones sobre las decisiones que a partir de ahora voy a tomar sobre mi sanación y mi vida. Se acabó preguntar previamente a nadie si actúo correctamente, o si debería hacer tal o cual cosa. Se acabó estar pendiente de las opiniones de los demás que a partir de ahora tendré en consideración pero sólo como consejos a tener en cuenta. Yo tomo mis decisiones, nadie lo hace por mí. Ya no.</div>
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Creo que las conversaciones vía correo electrónico que mantuve con mi hermana el año pasado me hicieron dar ese paso importante para mí. Cuanto más insistía ella en que yo me amoldara a sus interpretaciones de mi propia vida, más segura estaba yo de mis propias sensaciones. Por lo tanto, debo agradecerle su intervención porque gracias a ella mi posición se afianzó y además mi mente se abrió a nuevos recuerdos: No puedo asegurarlo, pero algo me dice que no conté lo que ocurría por primera vez con doce o trece años, lo hice antes, creo que con nueve. En una de las cartas que guardo de mi madrina, fechada con esa edad, ella habla de “algo” que le conté que ocurrió en Semana Santa en casa de mis padres, algo grave. Y sugiere la conveniencia de que yo pase todo el verano en la casa de la playa con mis Padrinos, sin el periodo vacacional que solía tener con mis padres. ¿Qué sucedió en esa Semana Santa que no recuerdo…? </div>
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Cuando empecé el colegio-internado, con doce años, recuerdo entre brumas mantener una conversación con mi madre a cerca del hecho de estudiar ahí, interna. De preguntar porque en lugar de ingresar ahí, no me iba de nuevo con mis Padrinos. Creo recordar su explicación diciendo que el Alto Tribunal Tutelar de Menores así impuso su decisión precisamente para que mi padre no pudiera molestarme… Creo que todo el mundo sabía lo que ocurría, y está claro que lo que se hizo, fue a todas luces insuficiente.</div>
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Pero no quiero centrarme en esos recuerdos aún inconexos. Ya llegará el momento de concentrarme en ellos y encajar piezas. Ahora que la perspectiva ha cambiado y veo esos momentos de mi infancia desde otro punto de vista, ya no es tan perentoria la necesidad de saber. Lo que hasta hace no mucho me comía la cabeza y me quitaba el sueño ya no me preocupa. Sé que tengo razón cuando tengo ciertas sensaciones, aunque aún no sepa interpretarlas. </div>
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A finales de abril inicié mis Ceremonias de Graduación. Aquellas que hace cuatro años me prometí a mí misma hacer cuando supiera que el final de mi etapa de Rehabilitación estuviera cerca. Le escribí una nueva carta a mi padre, mas centrada, mas contundente, una despedida en toda regla, y la leí ante su tumba devolviéndole además el único regalo que recuerdo de él, su reloj. Me hice un tatuaje en el brazo como si de una huella visible se tratase, y de hecho alguna vez me han preguntado por el dibujo y he respondido sin titubeos que señala una cicatriz que llevo con orgullo, porque he salido del infierno para hacérmela. Y por último, en el solsticio de verano de este año, cerré mis ceremonias con un fuego purificador donde quemé la carta de mi padre e hice un conjuro como posiblemente hicieron mis antepasadas celtas ante una hoguera. Como dicen en tierras gallegas: “las meigas no existen, pero haberlas, hailas”.</div>
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El estío se presentó tranquilo. De hecho los abusos empiezan a no formar parte de mi primera línea de vida. Si durante estos años todo parecía girar alrededor de ellos, ahora parece que los siento de otra manera y los veo desde otro punto de vista. E incluso me estoy atreviendo a participar en otros proyectos que nada tienen que ver con ellos. Mantengo muy actualizada la página de Némesis del Facebook, ahora con la ayuda de otra superviviente que me ayuda poniendo información relativa a los ASI, cuelgo a diario todas las noticias que encuentro en la red, participo activamente en el ForoGAM e interactúo con otros supervivientes, pero ya no es una labor exclusiva. Podéis comprobarlo por la bajada de actualizaciones del blog, en el que ya no siento la necesidad de escribir como antes. Y me estoy dando cuenta de mi propia evolución en esos detalles.</div>
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Para mí sanar está siendo como ascender una escalera de caracol. En realidad mi faro tiene sólo dos ventanas, una sobre la otra, en la torre que levanta la plataforma donde está la linterna. Pero en mi sanación me lo imagino mucho mas alto, con una fila de muchas ventanas dispuestas en vertical, siempre mirando hacia la misma bahía. Y en el interior de mi faro, por su escalera ascendente en forma de caracol, te puedes asomar a su hilera de ventanas con cada giro que das. </div>
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Cuando empecé a subir, cuando inicié mi sanación, tenía la sensación de dar vueltas en círculos, sin avances, porque cada cierto tiempo me asomaba por la ventana viendo siempre el mismo paisaje. En ese momento crees que no existe salida, que no hay esperanza, porque crees estar volviendo siempre al mismo punto. Pero en realidad se trata de una espiral en la que necesitas pasar varias veces por el mismo sitio, mirando hacia el mismo punto cardinal que te señala la única columna de ventanas del faro como una manera de repasar eso que necesitas volver a ver para mejorar o sanar. </div>
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Llámalo intuición, pero algo me animaba a continuar, a tener fe, a seguir subiendo peldaños. Sólo ahora me he dado cuenta de los cambios, de la ligera diferencia con la vez anterior en la que me asomé a la ventana. La perspectiva ha cambiado, la vista es mas alta, la luz es distinta. Y ahora recuerdo cómo era la imagen de mi ventana del inicio de la escalera y entiendo que desde allí no podía ver a penas nada. Desde la altura en la que estoy puedo ver la profundidad del mar, la belleza de la vista, lo pequeño que se ve mi mundo desde aquí. </div>
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Y lo bien que se respira. Es increíble lo bien que se respira. En realidad no imaginaba lo bello que es el paisaje visto desde aquí. Me siento como aquellas historias que oía de niña, de personas que hacían largos viajes para ver el mar por primera vez y que al preguntarles qué sentían se quedaban sin palabras porque no habían sido capaces siquiera a imaginar lo que iban a vislumbrar, a pesar de las fotos o de las historias que les contaban otros. En mi proceso estoy viendo el mar por primera vez. Y hoy voy a sumergirme en sus aguas.</div>
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En mi primer aniversario, colgué una foto de mi infancia, cuando tenía nueve años. Mi segundo aniversario lo celebré resumiendo los grandes avances que di ese año al enfrentar y hablar de mis abusos con algunos adultos de mi infancia: mis padrinos y mi hermana, y recordando cómo recuperé una muñeca con gran significado para mí. Hoy voy a dar un salto de fe. Hoy voy a lanzarme al vacío. Hoy, en el tercer aniversario de este blog, en el tercer cumpleaños de Némesis, quiero romper una barrera enormemente difícil para mí. Y de hecho estoy escribiendo esto con mucha intranquilidad, porque aún me cuesta dar el paso. Me siento como hace ahora tres años, en los que colgué mi primera entrada y le di a “publicar” a fuerza de voluntad.</div>
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Este blog está abierto a los ojos de todos. Cualquiera puede acceder a mis palabras desde cualquier punto del mundo. Y he procurado preservar una parte de mi intimidad, la que implica a las personas de las que hablo aquí, mis dos familias, evitando dar nombres propios, o localidades concretas para que no puedan ser identificados por cualquiera con facilidad. Por decir de alguna manera, quien conoce a Némesis no puede conocer a la persona que hay detrás si yo no lo permito, pero quien conoce a la persona que hay detrás, si puede conocer a Némesis.</div>
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Existe una iniciativa muy valiente que yo vi por primera vez en los Estados Unidos -que para estas cosas suelen tener ideas muy brillantes- con el Proyecto Unbreakable, consistente en que las víctimas de agresiones sexuales colgasen una foto suya con un cartel en el que reflejasen palabras de su agresor. Un gesto muy liberador para la víctima que puede romper su silencio. Mi amiga Alex, que lleva con gran eficacia la pagina de El Mundo de los ASI, quiso hacer algo similar y ya me propuso participar cuando a penas era una idea latente. Mi respuesta inicial fue un “Si” rotundo. Ni siquiera lo pensé. Y hace un par de semanas, el 19 de noviembre, día que muchas organizaciones no gubernamentales han elegido para la lucha y concienciación contra los Abusos Sexuales Infantiles, colgué mi imagen dentro de la campaña Speak Ap, que podéis ver <a href="http://proyectospeakup.wordpress.com/" target="_blank">Aquí</a>. Pero en el momento en que vi mi foto en la red entendí que realmente sigo teniendo miedo.</div>
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Aun no se bien a qué. Pero sigo teniendo miedo, lo reconozco. Creo que aún me puede la vergüenza, o la culpa. Creo que no es lo mismo hablar que mostrar mi imagen, creo que para mí, es hacer mas “real” si cabe que he sido una víctima de abusos en mi niñez. Tal vez se trate de mi habitual rechazo a mi propia imagen, y a lo poco que me gusta mostrar mis fotos en las redes sociales. O que aún temo que los adultos de mi infancia me reprochen las palabras expresadas en este blog. Pienso que todos tienen miedo a verse reflejados, a que alguien les pare por la calle y les diga <i>“Eh! ¿Tú eres pariente de Némesis?”</i> Aún no sé porqué, pero tengo ese pellizco en el estómago que suele aparecer cuando voy a adentrarme en terreno desconocido. Tengo la horrible sensación de estar cometiendo un delito.</div>
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Y no lo entiendo. Veo las fotos de otras víctimas, otros supervivientes, algunos muestran su rostro, e intento ponerme en su piel. Ellos también tienen una familia que tal vez no quiso ayudarles en su momento, que intentaron tapar el delito, o que le sugirieron a la víctima que no hablara de ello. Sus parejas tal vez les dijeron que no les gustaba mucho que todo el mundo supiera su pasado, o que les era muy difícil lidiar con esto. Alguno incluso ha sido claramente amenazado si habla, según las palabras de su cartulina. Y sin embargo ahí está su imagen, a la vista de todos, con su cartel con una cita de su abusador. Y a mí me está costando horrores compartir el proyecto por la red sólo porque yo estoy en él. </div>
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Pero el movimiento se demuestra andando. Y como ya he dicho, este año tomé definitivamente las riendas de mi vida y decidí que ya no me importarían las repercusiones que tendría el hecho de que yo haya roto mi silencio. Y a pesar de todas las reticencias, a pesar de los gritos que mi Monstruo está dando dentro de mi cabeza, a pesar de que una parte de mí no quiere por nada del mundo que yo haga esto, ahí va. </div>
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Soy una víctima a todos los efectos, y como tal reclamo el derecho a que se me reconozca como damnificada. Así que, adulto de mi infancia, amigo o familiar actual, te guste o no voy a mostrar mi imagen en este blog, igual que la mostré en la campaña de Speak Ap. Porque sé que soy inocente, porque no tengo nada que ocultar, y porque no quiero sentir vergüenza.</div>
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<a href="http://3.bp.blogspot.com/-KiIGH1hzSJY/UqH_XJNQZkI/AAAAAAAAAWI/v8iHMQFiv9k/s1600/Captura+de+pantalla+2013-11-29+a+las+19.28.45.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="131" src="http://3.bp.blogspot.com/-KiIGH1hzSJY/UqH_XJNQZkI/AAAAAAAAAWI/v8iHMQFiv9k/s400/Captura+de+pantalla+2013-11-29+a+las+19.28.45.png" width="400" /></a></div>
<br />En realidad las tres fotos pueden ser un buen resumen gráfico de mi vida. “Acaricia mi piel, mira qué suave es” Me lo decía en la cama, cuando veíamos los dibujos, como un juego. Yo tenía seis años. Y ahora por primera vez, después de más de cuarenta años, tengo el control sobre mi vida, lo que me hace inmensamente feliz. Pero no puedo evitar seguir tropezando con mis secuelas, esas que me acompañarán de por vida. La diferencia es que ahora ya no dejo que me condicionen sin luchar. Por eso ahora le daré a “Publicar” antes de arrepentirme porque sigo sintiendo miedo.<br /><br />Feliz cumpleaños Némesis.<br /><br /></div>
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<span style="font-size: large;">"Afronta tus miedos más profundos y después serás libre"</span></div>
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Jim Morrison (1943 – 1971) poeta estadounidense, compositor y vocalista del grupo The Doors</div>
Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-46307131069994800212013-11-16T19:44:00.000+01:002020-04-22T10:49:44.147+02:00UN DIBUJO CONTRA EL ABUSOEstos son días especiales. Para la asamblea de la ONU, el día 20 de noviembre es el Día Internacional del Niño. Desde hace unos años, el día anterior a esa fecha, el 19 de noviembre, se ha fijado por muchas ONG como el día para la protección en un campo muy especifico de la infancia: Los Abusos Sexuales Infantiles. Y en base a esa fecha, el año 2012 se me ocurrió una iniciativa muy personal que llevé a cabo desde mi pequeño rincón del mundo y que transmití por las redes sociales, principalmente Facebook y Twitter. La idea era que la gente cambiase su avatar, esa imagen o foto que nos identifica como nuestro perfil, por un dibujo animado de la niñez durante ese fin de semana, ya que el 19 de noviembre caía en lunes.<br />
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Fue una experiencia increíble. Empecé a difundir mi idea unos quince días antes, tanto desde mi perfil de Némesis, como en el mío personal, y aquel fin de semana puedo decir que el 60 o 70% de mis contactos cambiaron su avatar. Pero no sólo eso. Es que vi que amigos de mis amigos, que no me conocen, también lo hicieron. Me sentí muy halagada, porque entendí que a mis contactos les había gustado la idea y se la habían transmitido a sus otros contactos de la red.<br />
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Desde entonces he decidido hacer lo mismo. Incluso me he atrevido a inventarme un hashtag: #UnDibujoContraElAbuso para centrar de alguna manera todo el esfuerzo y que quien lo vea y sienta curiosidad, conozca en profundidad las razones y la temática de mi propuesta. Una propuesta consistente, como el primer año, en pedir que los días 16, 17, 18 y 19 de Noviembre se cambien el avatar por un dibujo animado de la niñez. La razón es sencilla: hacer un homenaje a los supervivientes como yo recordando que todos hemos sido niños, y concienciando a la sociedad para sacar de las sombras un tema grave que deja profundas secuelas y necesita que se tomen medidas de protección más contundentes.<br />
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Y desde el 16 de Noviembre por la tarde, debo decir que la propuesta está funcionando. Sport-Billy, Ulises 31, Mafalda, Charlie Brown o Snoopy, Meteoro, Vicky el Vikingo, personajes de Dungeons & Dragons, La vuelta al mundo en 80 días con Tico o Willy Fog, o Los Aristogatos, Heidi, Mazinguer Z, Scrappy-Doo, Dragon Ball, Los Autos Locos con Penélope Glamour o los hermanos Macana y su Rocomóvil, Mister Magoo, Campanilla, Rompetechos, Mickey o Minnie Mouse, El Lagarto Juancho, Súper Ratón, El Demonio de Tasmania, Bugs Bunny, La Cenicienta, Los Picapiedra, La familia Telerín, Dartacán, La Pantera Rosa, Los Teleñecos, Shin Chan, El Maestro de la serie “Érase una vez”, Candy, Blancanieves, El Pájaro Loco, Los Osos Montañeses, Piolín, Calimero, Don Gato, Axterix y Obelix, hasta brujas malas de los clásicos de Disney… Estoy rodeada por todos ellos, algunos repetidos en diferentes versiones del personaje. No puedo más que dar las gracias por el esfuerzo.<br />
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Pero hay una reflexión que me ha venido a la mente estos días. Muchos ponen un dibujo de su niñez por solidaridad conmigo, porque realmente están concienciados con el problema, y lo hacen de todo corazón. Pero a algunos les da cierta “vergüenza” decir porque lo hacen. En general hablar de esto sigue siendo un tabú y la gente es muy reacia a compartir noticias e información del tema. Y tengo la sospecha de conocer la razón. <br />
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“Si hablo mucho de esto, la gente va a pensar que yo también sufrí abusos en mi infancia”. Una excusa aparentemente inocente pero con una carga de profundidad brutal. Si a ti te da miedo que crean que sufriste abusos, ¿puedes imaginar lo que he sentido yo toda mi vida? Tu vergüenza a hablar de esto me entierra, incluso ahora que he roto el silencio. Te agradezco inmensamente que hayas cambiado tu avatar en estos días, pero si no explicas porqué lo has hecho y no empiezas a perder el miedo a que se hable de los Abusos Sexuales Infantiles, esto se va a hacer muy largo, y los supervivientes no tenemos fuerzas para tirar del carro solos. Esto es como los buenos deseos de Navidad y las campañas solidarias que las televisiones retrasmiten. Si no los extiendes al resto del año… <br />
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<span style="font-size: large;">19 de noviembre día de la lucha contra los abusos sexuales infantiles</span><br />
Némesis en el AvernoNémesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-67474841267203791692013-04-27T15:45:00.135+02:002022-04-18T23:33:42.947+02:00CEREMONIAS DE GRADUACIÓN<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Habían pasado cuatro años tras la muerte de mi principal agresor, tres de iniciar mi rehabilitación y ya había recorrido, sin saberlo, la mitad de mi camino de sanación. La etapa más dura. Los cuatro años que aún quedaban ya los veía desde otra perspectiva, porque los cambios en mi interior ya eran evidentes. Yo misma los veía con claridad. Los veía con tanta claridad, estaba tan segura que esta vez si lo iba a conseguir, que decidí realizar una serie de "ceremonias" personales con las que pretendía homenajear de alguna manera la etapa de Rehabilitación en la que me encontraba. Porque además quería celebrar que mi primer psicólogo me había dado el alta, aunque un par de años después tuviera que volver a reforzar otros aspectos de mi sanación. Él consideraba que yo ya tenía herramientas para manejar sola mi SEPT con habilidad y estaba convencido que yo lograría salir de mi trauma con una victoria aplastante. Me sentía grande y poderosa. Por primera vez en mi vida todo adquiría sentido y finalidad. Y de alguna manera yo ya sabía que no volvería a la cueva oscura donde me había ocultado durante toda mi vida.<div><br /></div><div>El primer paso fue hacerme un tatuaje. Es curioso lo del tatuaje. Yo siempre he tenido pánico a las agujas. De pequeña tenía problemas de salud, muchos catarros y gripes, y todo lo solucionaban con inyecciones, normalmente intramusculares, administradas en las nalgas. El practicante de la farmacia de enfrente de casa de mis padrinos ya me conocía bien, incluso venía a casa para suministrarme el medicamento. Era un drama cada vez que él entraba por la puerta. Mi miedo a los pinchazos era tan palpable que llegó un momento en que todos, familia biológica y adoptiva, utilizaban las inyecciones como una amenaza para que me portase bien. Tengo asociado las agujas con un castigo. y hasta los catorce o quince años he tenido reacciones muy violentas ante una aguja: llorar, patalear, sudar... lo que fuera cada vez que tenía un simple análisis de sangre. A partir de mi adolescencia aprendí a disimular (queda mal una chica de dieciséis años llorando por un pinchazo) pero no perdí el miedo. Supongo que por ese motivo no terminé enganchada a la heroína, que en mi época se suministraba principalmente por vía intravenosa. Es la única droga que me negué a probar.</div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">Tres años atrás, cuando ya era plenamente consciente de mis daños, de mis secuelas, y del trabajo que me quedaba por delante, decidí que en el futuro, para conmemorar mi rehabilitación, me haría un tatuaje. Siempre me gustaron los tattoos, pero por mi miedo a las agujas nunca me hice ninguno, y pensé que cuando estuviera recuperada también habría logrado perder (o al menos controlar) ese miedo. Me dije: “Cuando lo haga, será señal de que estoy cerca de mi sanación y me recordará que ya no tengo miedo”. Presentía que no faltaba mucho para esa sanación a pesar de que una parte de mí se resistía a creer que fuera así, y al final me lo hice: un gato. Lo elegí en homenaje a mi Madrina que por razones que no puedo explicar aquí la tengo asociada con ese animal, y en su honor decidí hacerme el felino. De esa manera quedaban inmortalizados los pasos que he dado hasta llegar donde estoy y recordar que ella fue una de las personas que me ayudó a sobrevivir. </div><div><br /></div><div>La segunda ceremonia la celebré, pocos días después de hacerme el tatuaje, en el cementerio ante la tumba de mi padre. Mi primera idea fue buscar algo simbólico que representara a mi padre, un objeto o una prenda que pudiera “devolverle”. Cuando lo encontré, me llegó la inspiración de escribir una última carta a mi padre. Una carta de despedida que podía leerle mientras depositaba el objeto sobre su nicho. Tras estos años de terapia, mi psicólogo sabía que escribir era terapéutico para mí. Así que en numerosas ocasiones sus “deberes” para hacer en casa consistían precisamente en escribir cartas a todo aquello que necesitaba trabajar en ese momento. Cartas al miedo, a la culpa, a mi autoestima, a mis Padrinos, a mi familia…. Y cómo no, a mis agresores. Esa etapa epistolar ya estaba finalizada, pero mientras pensaba en la ceremonia simbólica que yo quería celebrar, tuve la idea del escrito. Transcribo, ligeramente modificada para preservar la intimidad de algunas personas omitiendo algún párrafo, la misiva que leí ante su sepultura:</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><i>Hola papá, he venido a despedirme. </i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Tras varios meses de intercambio de mensajes conmigo misma, imaginando tu respuesta a mi primera carta -que leí aquí hace dos años- y dándote posteriormente contestación como me recomendó mi psicólogo, he decidido dar por terminada mi relación contigo como padre. Es gracioso, he “hablado” contigo más en estos meses que en toda nuestra vida. Y he podido constatar que gracias a ello he conseguido dar grandes avances en mi recuperación. Porque con esos escritos he podido aclarar mi mente, entender tus pensamientos, dar cabida a mi dolor y finalmente comprender que en todo esto yo he sido la víctima -por más que alguno se empeñe en lo contrario- y como víctima he decidido no volver a sentirme culpable de lo que hiciste en mi infancia ni de lo que hice después, que sin duda fue consecuencia de lo anterior. Por fin he comprendido que todo esto ha sido una enorme estafa, un engaño, una gran representación de mi vida en la que todos han jugado su papel y que yo me creí a pies juntillas. Un espectáculo en el que tú tomaste el papel protagonista sin consultar con nadie, y en el que hoy te cancelo el contrato. </i></div><div><i><br /></i></div><div><i>El otro día encontré tu reloj. Recuerdo que me lo regalaste por mi Primera Comunión. Fue mi primer reloj, algo que para mi generación significaba algo así como una graduación. Los niños nos diferenciábamos entre los que tenían reloj y los que no, entre los que sabían leer la hora en una esfera y los que no. He guardado ese regalo hasta ahora, y me sentía orgullosa de conservarlo. Qué irónico, guardar el recuerdo de la persona que más daño me ha hecho. Otra de las dicotomías en las que vivimos los ASI, amar y odiar a la vez a nuestro abusador. He amado y conservado tu regalo hasta ahora. Hasta ahora, porque en el momento en el que me encuentro, en la etapa de limpieza que estoy experimentando, entre otras decisiones importantes he decidido no conservar nada de lo que tu me has dejado como legado en mi vida. los recuerdos no los puedo eliminar, pero tras mi proceso de sanación estoy consiguiendo que ya no me duelan. El resto te lo reembolso. Y por lo tanto te devuelvo el único regalo físico que conservo de ti. Es curioso, pero creo que es el único regalo que recuerdo de ti. Perdona si lo encuentras en mal estado. Ya te dije que me encontré el reloj el otro día y he decidido utilizarlo en una ceremonia que me he preparado para mí misma, para celebrar el final de una etapa.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Decidí que la ceremonia consistiría en buscar un objeto que te hubiera pertenecido, un regalo o algo que tuviera mucho significado para ti -el reloj me pareció una gran idea- y devolvértelo en las mismas condiciones en las que tú me hubieses conservado si yo hubiera sido un objeto de tu propiedad. Algo que sin duda me considerabas dado el trato que me diste. Y como puedes comprobar no me he limitado a meterlo en un estuche para entregarlo. Tomé la maza de la caja de herramientas y lo golpee. Primero tres veces, después otras tres. Finalmente reconozco que la ira salió a mi encuentro y lo golpee con furia hasta destrozarlo. Porque eso es lo que hiciste tú con mi vida, destrozarla. ¡Quién sabe! Tal vez encuentres en tu infierno a un relojero que consiga pegar y colocar todos los cachitos de esta bolsita para hacer que vuelva a funcionar. Por mi parte me ha llevado años, pero soy buena reparándome. </i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Y aquí estoy, leyendo esta carta de nuevo ante tu tumba, como hice con la anterior, y depositando los restos de tu regalo sobre tu lápida. Y con ese regalo espero devolverte todo el dolor que me infringiste, todas las lágrimas que derramé y todo el odio o el amor que pueda albergar mi corazón hacia ti. No quiero nada tuyo, no quiero nada que proceda de ti. Me quedaré con mis recuerdos y ya será demasiado peaje para mí, pero los acarrearé con el orgullo de un guerrero que muestra las cicatrices de una batalla épica. También te devuelvo la culpa que he cargado durante años y que es responsabilidad exclusivamente tuya. Te devuelvo la vergüenza que tu nunca has tenido de someter a tu hija (a tus hijos) a vejaciones innombrables. Te devuelvo tu responsabilidad como padre y declaro que a partir de ahora te considero mi padre biológico sólo porque un espermatozoide tuyo llegó a fecundar el óvulo de mi madre, pero nada más. Porque dispusiste de esa vida que tu mismo creaste actuando como un dios de cuarta categoría, caprichoso y tirano que me utilizó sólo para su disfrute. La palabra “Padre” te queda enorme. Yo no tengo ni idea de qué es un padre. No sé qué debe hacer un padre, no sé que consejos da, o si ayuda en los deberes, o si te arregla la bicicleta o los patines. No tengo ni idea. Pero estoy segura que no se parece en nada a lo que tu has hecho. Menos mal que no has sido la única referencia paterna de mi infancia. El padre y el hermano de mi Madrina, también lo fueron, y he de decir que mejor que tú. Porque ellos sí me enseñaron cosas buenas. De ellos sí guardo un buen recuerdo. A ellos si puedo devolverles el cariño que me entregaron. </i></div><div><i><br /></i></div><div><i>¿Sabes? Una vez intenté ponerme en tu lugar, intenté saber qué podías sentir tú para ver si así conseguía arrancar algo que entregarte, y buscando en el fondo de un armario, encontré un poco de lástima, a penas nada. La encontré imaginándote solo en casa, buscando mi numero de teléfono el día de tu última llamada, aprovechando que no hay nadie cerca para oírte pedir algo por favor. Pero me duró muy poco. Unas horas nada más. Después volvió la apatía, la desidia, la indiferencia. Y hoy he venido a despedirme. He venido a decirte que ya no eres nada para mí, no significas nada. Eres casi como esas viejas fotos de familia de las que sólo conocemos a unos pocos miembros de la composición y el resto son absolutos desconocidos para nosotros que se retratan ante la casa de los abuelos, y que al no conocerlos, nos parecen extraños que se han colado en la foto familiar. Te has convertido en un recuerdo del pasado que ya no me supone ningún esfuerzo manejar. Se acabó. Tu sombra ha desaparecido. Ya no te tengo miedo.</i></div><div><i><br /></i></div><div><i>Pero antes de irme, quiero decirte algo importante. Si creías que con este acto las deudas quedaban saldadas, que con mis devoluciones quedábamos ambos satisfechos, que al descargar mi saco de culpa sobre su legitimo dueño, el gesto daría paso al perdón, ese del que todo el mundo habla tan a la ligera, te equivocas. No te perdono y no lo haré jamás. Ya te he olvidado como persona y como padre, ya no significas absolutamente nada para mí, por lo tanto no necesito perdonarte y me siento en mi legitimo derecho a no hacerlo. En vida no hubo justicia humana, tus actos quedaron sin castigo, por lo tanto me siento en mi derecho a tomarme la justicia por mi mano y esta es mi sentencia: No te perdono. Que dios, si existe, lo haga. Yo he decidido condenarte a la indiferencia. </i></div><div><i>Quedas despedido como el padre que nunca fuiste. </i></div><div><i>Adiós.</i></div></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">Hasta aquí mi carta, que tras su lectura rompí en mil pedazos y los guardé para echarlos al fuego en la hoguera de la Noche de San Juan que sería en poco menos de dos meses. Una tradición que en mi tierra se utiliza para quemar las cosas que no sirven y renovar las esperanzas. Bueno, para ser exactos, la quemé el día del solsticio de verano, en la noche más corta del año para el hemisferio norte, que no siempre coincide con la festividad de San juan. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both;">Recuerdo el reloj del que hablaba en mi escrito. Era de caja de acero, como decían los anuncios de la época, para reseñar que el producto era resistente y duradero. No tenía cuerda, era automático y funcionaba con el simple movimiento de la mano. La ruedecita por lo tanto sólo servía para cambiar la fecha, que estaba en una pequeña ventana donde en otros relojes se situaba el número tres. Su correa también era metálica, todo de tono plateado y ligeramente pesado en la muñeca. Hacía mucho tiempo que ya no funcionaba. Con los años le había cambiado la pulsera por otra similar y cuando su mecanismo dejó de funcionar definitivamente tras el diagnóstico del joyero al que lo llevé, guardé el reloj como una joya valiosa, porque me dijeron que en su época debió costar mucho dinero, calculaban que aproximadamente más de la mitad del sueldo de mi padre si hubiese trabajado para una empresa contratada.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Definitivamente estaba en la etapa final de mi Rehabilitación. Aún me daba vértigo escribir estas palabras, aún creía que el sueño se iba a terminar e iba a despertar en cualquier momento. Pero la única forma de vencer el miedo es dejar de correr, darse la vuelta y enfrentarse. Esto es lo que yo hice, y a fe que lo he conseguido. El tatuaje y el reloj en realidad han sido un símbolo, una representación, la manera de hacer palpable y real mi miedo. El miedo a mi padre que estaba convencida que no perdería jamás, que su sombra siempre me envolvería, que su recuerdo me encogería el corazón. El miedo ha sido un horrible compañero de viaje que me ha hecho perder muchas cosas por el camino, pero lo había dejado atrás. No sabía lo que me deparaba el futuro pero de momento había encontrado por fin mi vida y se había cumplido uno de mis mayores deseos desde niña: Vivir sin miedo. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Hoy era el gato. Y me acababa de comer al ratón.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: medium;"><i>"–Se han cambiado las tornas. Ahora yo soy el depredador– Dijo el Gato con Botas. Y se comió al ogro transformado en ratón”</i></span></div><div class="separator" style="clear: both;">Fragmento de la adaptación del cuento popular “El Gato con Botas” recopilado por Charles Perrault (1628 – 1703) Escritor francés. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div><div><br /></div><div><br />
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</div>Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-21393352578325007512012-12-06T16:02:00.000+01:002020-06-06T22:31:39.934+02:00LA MUÑECA<br />
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Pertenecía a una de mis Madrinas “menores”. Tenía la cabeza y las manos de plástico blando, el resto del cuerpo era de trapo. Su pelo era castaño, con un gorro a juego con el vestido de flores color chocolate. Sobresalían de detrás de las orejas dos largas trenzas con lazos amarillos. Estaba siempre cerca de su cama, formaba parte de la decoración de su habitación junto a otra muñeca también de trapo, pero mucho mas grande que colgaba de la pared sobre la que estaba apoyado el mueble. <br />
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Me gustaba esa muñeca. Debe ser de los pocos juguetes “para niñas” que disfruté realmente. Recuerdo pedírsela para jugar con siete u ocho años. Utilizaba el revistero de mimbre como cuna porque tenía la medida justa. Cuando ésta Madrina se casó se llevó con ella sus muñecas. En ese momento no me importó, con trece años yo no jugaba con muñecas, con trece años yo no jugaba. Durante mis Años Oscuros veía la muñeca cuando pasaba temporadas en su casa. Inexplicablemente, me hacía sentir nostalgia. Allí también la tenía en su habitación como elemento decorativo junto a su “hermana mayor” colgada de la pared. <br />
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El día que decidí regresar a mi tierra natal con veinte años, cuando hacía el equipaje, me la regaló. Aún hoy atesoro ese gesto como uno de los que mas me han emocionado en mi vida. La guardé en la maleta como si se tratara de una joya. Ya en casa de mis padres la coloqué en mi litera, sobre mi almohada. Cuando me acostaba la ponía en la mesilla de noche y al hacer la cama, mi último gesto era colocar la muñeca de mi Madrina, mi muñeca, sobre la colcha. Todos en casa conocían el origen de la muñeca, su procedencia, todos sabían que le tenía un cariño muy especial porque era un recuerdo y un regalo de una de mis Madrinas. <br />
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Un día mi madre me pidió la muñeca. Cuando me fui de su casa tras la fuerte discusión con mi hermano mayor, dejé algunos de mis objetos personales con intención de volver a buscarlos cuando encontrase una residencia permanente y la muñeca se quedó entre ellos. El día que regresé a por el resto de mis cosas una semanas después, mi madre me suplicó que se la regalara. Apeló al hecho de no tener ningún recuerdo mío y que al menos quería tener algo que sabía que me gustaba mucho. Cedí. De alguna manera cedí. No recuerdo la negociación pero si que me sugirió algo como que la muñeca seguiría siendo mía pero que se la quedaría mamá. Al final me quedó la impresión de haberle regalado la muñeca y durante años me arrepentí enormemente de haberlo hecho. Sentí que había traicionado a mi Madrina “Menor”. <br />
<br />
Si alguna vez he dicho que considero a mi Madrina como mi madre, a la dueña de la muñeca siempre la he visto como a una de esas hermanas mayores que admiras y adoras. Es la intelectual de la familia, me enseñó el amor a los libros, la física y las matemáticas. Y es La Madre Tierra. Toda la familia, absolutamente toda su familia ha depositado en ella sus mayores secretos, las grandes preocupaciones, o las pequeñas confesiones de una mente inquieta. Y también ha sido mi confidente en numerosas ocasiones. <br />
<br />
La primera vez que recuerdo haber contado mis abusos de manera consciente a alguien de mi familia adoptiva fue en la cocina de su casa en plenos Años Oscuros probablemente por alguna regañina de su parte. Creo que fue un grito desesperado por pedir una ayuda que nunca llegó. Seguramente porque ni yo misma sabía que necesitaba ayuda. Porque recuerdo decirlo de forma inconsciente, como si alguien hubiese puesto esas palabras en mi boca, como si hubiera sido poseída por un ente que controló mi voz en ese momento. Me limité a decir entre lágrimas<i> “¿Recuerdas lo que intentaba mi padre? Pues lo consiguió”</i>. Sé que me preguntó porqué no lo dije antes, y sé que sólo supe encogerme de hombros con una carga de vergüenza enorme. Yo tampoco lo sabía. Creo que el comentario terminó ahí, o al menos no recuerdo nada mas. <br />
<br />
Retomamos aquella conversación hace un mes, en su casa. En casi treinta años no recuerdo haber vuelto a hablar de mis abusos con ella. Hemos conversado alguna vez de mi familia biológica, de lo que hacían o deshacían, de los comportamientos miserables de mi padre con mis padrinos cuando yo era niña o de sus impresiones sobre algunos hechos, pero no de los abusos directamente hasta ahora. Hoy hace dos años que abrí el blog. Y en el primer aniversario conté aquí las evoluciones que mi vida experimentó en esos primeros doce meses. Hablé en aquella entrada de mi último triunfo: conversar con mi pareja, sincerarme con él y contarle la existencia del blog, las secuelas y todos los pasos que estoy dando para mi sanación. Y uno de esos pasos que aún me quedaban por dar hace un año era enfrentarme a los adultos de mi infancia cara a cara. Hablar con la hermana de mi Madrina era uno de esos objetivos. <br />
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El año pasado conversé con mi Padrino como movimiento inicial de esa medida. Pero hasta este año no tome la firme decisión de hablar claramente con todos los demás. Ahora que ya sé que soy capaz de hablar de mis abusos sin hundirme, sin que se me cierre la garganta, sin llorar desconsoladamente, este año quise entrevistarme con mi Madrina -la principal- para compartir con ella todo lo que siento en mi corazón. Creí que ella podría aportarme algo de luz sobre mi infancia, pero cuando quise preguntar, su reacción fue muy defensiva. Se limitó a decirme que mis abusos terminaron cuando yo tenía dieciocho meses, que era imposible que los recordase. Para mí fue una gran decepción no poder contar con la persona mas importante de mi niñez. De alguna manera se ha roto algo irrecuperable. <br />
<br />
Tras la desilusión que me dejó mi madre adoptiva escribí la carta a mi padre y la leí en el cementerio acompañada de mi marido. Un gesto aparentemente inofensivo pero que ha resultado ser toda una liberación. Porque desde entonces los recuerdos y las retrospecciones se han detenido, pero a cambio han surgido nuevos sentimientos que estaban tan enterrados que creía firmemente que yo no tenía. Encontré a mi niña interior, esa niña perdida que quedó encerrada en la casa de mis padres, al capricho de sus abusadores. Ahora sé que ella inspira mis palabras, porque cuando hablo de mi niñez vuelvo a tener diez años. Y ahora mi niña Némesis ya no tiene que guardar silencio, ahora la escucho, todos la oyen a través de este blog. <br />
<br />
Se podría decir que esos han sido pasos que yo he dado voluntariamente a lo largo del año para mi recuperación como persona. Etapas que hay que recorrer necesariamente para poder recolocar tu pasado donde corresponde y que deje de doler. En un caso me he sorprendido de mi propia fortaleza, en el otro ha sido decepcionante el resultado, pero en ambos casos ha sido sanador. Lo que no esperaba es que la diosa fortuna volviera de nuevo sus ojos hacia mí como ya ha hecho en innumerables ocasiones. <br />
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Porque en la primavera de este año, mi hermana encontró este blog y me dejó un par de “recaditos” en comentarios que he borrado para preservar el anonimato de los implicados, no porque siga manteniendo el secreto, sino porque este no es el sitio. Todo el que me conoce sabe la historia y a sus protagonistas. Todos conocéis su reacción, la entrada <a href="http://nemesisenelaverno.blogspot.com.es/2012/07/el-abogado-del-diablo.html">"El abogado del diablo"</a> es un resumen de sus palabras. <br />
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En el final del verano me trasladaron unos días en el trabajo a la tienda del barrio de mis padres. Son clientas habituales de la tienda. Lo que no sabe mi compañera y encargada de ese establecimiento es la historia. Hace tiempo le comenté que no me relacionaba con ellas por motivos personales pero nada más. Así que existían muchas posibilidades de que me las encontrase cara a cara en esos días. Y tenía miedo a hundirme. Por un lado me apetecía verlas, sería como una prueba para mí. Para demostrarme a mí misma lo que he avanzado, lo fuerte que soy ahora. Pero por otro lado me preocupaba que algún detalle inesperado me hundiera. <br />
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Traté de imaginar todas las variables posibles para estar preparada para todas las situaciones. Para tener la respuesta adecuada a cada palabra de mi familia. Porque nunca se sabe. Pero eso sí, debía recordar en todo momento lo que yo SE que pasó, y no dejarme convencer de nuevo de teorías de falsos recuerdos o intenciones retorcidas de una niña de 13 años. Debía tener muy presente lo que en estos meses he sentido, lo que mi niña ha sentido al recordar, porque es lo que mi corazón dice que es lo mas parecido a la realidad. En una palabra: debía poner en práctica todo lo que en estos años de rehabilitación activa estoy aprendiendo. Una prueba de fuego. <br />
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Sola, pequeñita (muy pequeñita, la edad la ha consumido mucho) pero muy ágil caminando a pesar del bastón. la clásica abuelita de cabellos plateados. Entró a saludar a la encargada de la tienda y preguntarle por un articulo en concreto, y al verme se limitó a un simple: <i>"Huy, hola ******!"</i> Y volvió a su conversación. Yo tampoco me paré, estaba haciendo mi trabajo y continué con él. Cuando se iba, la despedí con educación y una buena sonrisa, me contestó igual y salió de la tienda con rapidez. Como si yo fuese una simple conocida. Y estoy convencida que si yo no hubiera dicho nada, se hubiera ido sin despedirse de su hija. <br />
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No me importó. La miré a los ojos dos veces y las dos veces apartó ella la vista, primero para hablar con mi compañera y después para irse. Me dio la impresión de que sabía que yo podía estar allí -su gesto no fue de gran sorpresa al verme- y que no quería hablar en absoluto. Cumplió su trámite y se fue. <br />
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¿Mi reacción? Según la oí hablar, adrenalina a raudales, pero desapareció casi tan rápido como vino y me mantuve firme. No necesité fingir, estaba preparada por si me decía algo, y casi me sorprendió su huida. No he vuelto a verla. Nadie mas apareció por allí. Y con el paso de los días constaté dos cosas: Que estoy preparada, que ya no dudo de lo ocurrido y que además yo no tuve la culpa, por mas que algunas veces esa sombra aún me envuelva de manera inconsciente. Y que tienen miedo. Creo que lo que vi en sus ojos era miedo, porque ella no vio miedo en los míos. Incluso diría que ese mismo miedo es lo que se refleja en los correos que intercambié con mi hermana. Me "atacó" de alguna manera porque al ver mi blog no creo que haya leído miedo en él. Tal vez dolor, pero nunca miedo. Y creo que de alguna manera intentó acusarme y convencerme de mi “responsabilidad” en los abusos para hacerme callar. Creo que tienen miedo de lo que hablo, de que las descubra, de que el mundo sepa que se equivocaron y no actuaron como deberían haberlo hecho. <br />
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Y por fin, al finalizar octubre, volví a retomar la conversación con mi Madrina “Menor” que se inició treinta años atrás. Una entrevista a la que tenía miedo, lo confieso, tras las reacciones de sus dos hermanos mayores. Pero estaba dispuesta a no callarme, y a decirle que me dijera lo que me dijera, yo no iba a dar marcha atrás. Si me ayudaba, bienvenida sería su ayuda, sino, que se quitase para que no estorbara, como su hermana. Reconozco que su rechazo me hubiese hundido bastante, como me hundió el de mi Madrina "oficial", pero me ha hecho el mejor regalo, escucharme y comprenderme. Se lo conté todo: las secuelas que ya sufría en mis Años Oscuros, el hecho de que tras la muerte de mi padre se habían activado todos los recuerdos, que he estado mal pero he buscado ayuda, el foro, el blog, el psicólogo, los recuerdos nuevos... Todo. <br />
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Y me ha sorprendido con su mas absoluta colaboración. Lo primero que me dijo es que muchos de mis recuerdos y de mis abusos ya los conocía. Al parecer yo lo conté de niña o de adolescente aunque no con detalle, porque dice que nunca le hable de las violaciones y de las vejaciones del último año. Pero ella pensó que yo lo recordaba y que era yo la que no quería hablar del tema. (de nuevo el desconocimiento de los demás que creen que si no se habla, olvidamos y superamos) <br />
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En segundo lugar me explicó un poco el porque no denunciaron "oficialmente": No podían. Yo estaba bajo tutela del Tribunal de Menores y ellos sólo podían remitir al Tribunal lo que ocurría o lo que yo contaba, pero no de manera oficial. Tenía que ser el Tribunal el que actuase de oficio. Además mis Padrinos vivían con su padre, un señor separado. Y en esa época todavía se daba mas credibilidad a un padre de familia que a los hijos solteros de un separado. Corrían el riesgo de ser ellos los acusados de abusos, porque ya había pruebas médicas de mis abusos. <br />
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Y por último hablamos de mi hermano mayor y de la sombra de aquel recuerdo que me inundó hace un año. Días terribles en los que de nuevo mi mente era todo confusión, dolor y miedo. Porque a penas tenía una imagen de mí misma en un lugar oscuro, muy oscuro, y de una sombra que se acercaba a mí recortándose contra la claridad del exterior. Una silueta que yo sabía que era mi hermano mas mayor y que me daba un miedo atroz. Al parecer se lo conté a ella en su día, pero creyó que yo lo recordaba: Yo estaba con mi padre y mi hermano y ellos querían obligarme a hacer algo. Yo escapé a la habitación, y mi hermano entró a buscarme... No recuerda bien mi relato, pero al menos me ha confirmado mi sospecha. <br />
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Y ahora mi recuerdo, además de ser legitimo porque mi Madrina “Menor" me confirmó que yo en su día lo conté, se ha vuelto real. Un poco mas real. Volvió hace poco en una noche de perros, con muchas pesadillas, con mucho miedo... y con nuevas imágenes. <br />
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El sitio oscuro efectivamente es bajo la cama de mis padres. Una cama de armazón metálico, alta, fría. recuerdo el suelo de madera lleno de manchas, y un orinal de loza, donde mi padre hacía sus necesidades cuando no quería levantarse de la cama. Olía asquerosamente mal. Mi hermano no cabía bajo la cama para sacarme, pero tapaba la luz intentando engancharme. Me agarró el pelo con la mano y me arrastró fuera. He recordado el dolor de los tirones del pelo, he recordado estar aterrada, he recordado gritar <i>"¡No, no!"</i> y llorar de miedo mientras perdía una de las zapatillas bajo la cama... No recuerdo nada mas. <br />
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La última vez que pisé la casa de mis padres debió ser poco antes de romper mi relación con ellos definitivamente y recuerdo ver de refilón desde el salón esa habitación. Sentí odio por aquella casa. Recuerdo sentir absoluto odio por el lugar. Creo que por eso no volví. Tal vez fuera tras la última vez que vi a mi padre en el hospital, no lo sé. Pero recuerdo que en casa sólo estaban mi madre y mi hermana. Y recuerdo que mi única intención al volver a aquella casa era recuperar mi juguete. <i>“Sólo he venido a buscar mi muñeca”</i> recuerdo haber pronunciado esas palabras. Fue un impulso totalmente inconsciente, como si mi niña perdida desde el interior hubiera tomado el control aquel día. <br />
<br />
Mi madre se ofendió ligeramente. Me reprochó que me la llevase después de habérsela regalado, incluso me recordó el acuerdo al que habíamos llegado, pero no dijo mucho mas. Es curioso, pero la única que realmente expresó su indignación por mi demanda fue mi hermana. Se enfadó tanto que al final, prácticamente me tiró la muñeca, que estaba en su habitación, a la cara junto a otra muñeca de trapo que también había sido mía. Le devolví la segunda muñeca, con el consejo de que si querían que la guardasen como recuerdo. No la quería para nada. <br />
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Recuerdo que al llegar a mi casa con mi marido y mi hijo la coloqué encima de un mueble de mi habitación y me quedé mirando sus ojos verdes. Había perdido los lazos de las trenzas y el gorro. En ese momento pensé en mi Madrina “Menor” y el llanto me inundó. Le pedí perdón entre lágrimas con toda la fuerza de mi corazón y lloré desconsolada abrazada a la muñeca. Fue como reencontrarme con mi pasado por primera vez. En ese momento eché muchísimo de menos mi infancia feliz y deseé con todas mis fuerzas regresar a mi niñez. Como si pudiera haber cambiado algo, aunque fuera una sola palabra... Como si con eso hubiera hecho que la mira telescópica se desviase una diezmillonésima parte de su objetivo, y ese error, en la distancia del tiempo se hubiese convertido en una errata que desviase el disparo del blanco. <br />
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Conseguí un gorro de paja a su medida en una juguetería de barrio. Era el último que les quedaba. Y le sienta muy bien, no parece un elemento añadido posteriormente a la muñeca. En estos días, tras la entrevista con La hermana de mi Madrina, he vuelto a llorar abrazada a mi muñeca. Pero esta vez ha sido un llanto reparador y lleno de esperanza. Es como si hubiese reparado una falta. Creo que rescatarla fue uno de esos gestos que mi subconsciente ha hecho por mí mucho antes de tomar las riendas de mi Rehabilitación. Y saber que ahora tengo a mi Madrina “Menor” como parte de mi circulo de apoyo, ha sido para mí el premio que el destino me ha regalado por compensar la “traición” que le hice en su día. <br />
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Ha sido un año productivo. Así como el año pasado me resistía a creer que había evolucionado, este año si me doy cuenta de los cambios internos que he experimentado. Ahora lo sé, conozco los pasos que debo dar. Y ahora ya no tengo miedo. Ahora mi objetivo está claro y transparente. Y nada ni nadie me va a hacer callar. Ahora sé que yo no he hecho nada, que he sido la víctima de un delito, y que no tengo de qué avergonzarme. Lo siento por los adultos de mi infancia, por la familia de mi marido, por mi propia familia. Por todos ellos. Pero mi curación está por encima de su "prestigio". Intento que mi decisión de romper el silencio no les afecte socialmente demasiado, por eso no hay nombres ni lugares en el blog, pero a nivel personal, aquél que me conoce, si pregunta no me voy a callar. Y si les cae alguna gota... lo siento. Yo he vivido demasiado tiempo mojada. <br />
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<span style="font-size: large;">“Nunca olvides qué eres, porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil. Úsalo como armadura y nadie podrá utilizarlo para herirte” </span><br />
Tyrion Lannister, “Juego de Tronos”. (1996) Novela de fantasía escrita por el autor estadounidense George R. R. Martin<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-UJz3H9Ru-HA/UVSUWbhvkPI/AAAAAAAAALY/uEKtoyDBpEo/s1600/DSC_0012.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-UJz3H9Ru-HA/UVSUWbhvkPI/AAAAAAAAALY/uEKtoyDBpEo/s320/DSC_0012.jpg" width="240" /></a></div>
<br />Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-65563786547077023452012-11-23T17:28:00.000+01:002020-04-22T10:49:44.180+02:00COSAS QUE NO HAY QUE DECIRNOS<br />
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Participo en un foro de ayuda mutua para víctimas de abusos sexuales infantiles. Y entre otros hilos y sugerencias, encontré uno muy interesante donde los sobrevivientes descargan de alguna manera su frustración con algunas de las preguntas que (con intención o sin ella) les hace la gente al conocer su situación personal. Algunas son especialmente sangrantes. Yo me limitaré a contestar, en la medida de lo posible, las más habituales, siempre desde un punto de vista totalmente personal. Que puede estar equivocado. <br />
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<b>¿Por qué no lo contaste entonces? <br /><br />¿Por qué no lo denunciaste si tanto daño te hizo? </b><br />
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Es sencillo. Por la misma razón por la que ninguna víctima habla: el miedo. En mi caso fue el miedo a no volver a ver a mis padrinos. <br />
<br />
Tú, que me estás leyendo te supongo una persona adulta, con miedos racionales y lógicos, pero yo hablo del miedo infantil, ese miedo irracional que la imaginación de un niño alimenta con su fantasía. Intentad, por un momento, volver a vuestra infancia. A la época en que creíais firmemente en la existencia de los Reyes Magos, o el Ratoncito Pérez, o Papa Noel… ¿acaso no estabais convencidos de que eran reales? Y ahora en la madurez, aunque sepáis la verdad, seguramente guardáis un entrañable recuerdo de esos personajes, por la nostalgia en esa creencia que os evoca. <br />
<br />
A nosotros, creo que nos ocurre algo parecido. Nuestro abusador nos inculcó el temor, más o menos explícito, a que si lo contábamos mataría a nuestra madre, o se romería la familia, o nunca más nos iban a querer, o jamás nos creerían… como en lo bueno, nos ha quedado la reminiscencia de ese temor hasta bien entrada la madurez. Incluso diría que ese miedo irracional permanece en el subconsciente, acechando por el resto de nuestra vida. <br />
<br />
En mi caso, lo conté cuando era una niña (creo que la primera vez que se lo dije a mi madre o a mi hermana tendría nueve o diez años) pero cuando lo hice, me dijeron que era culpa mía, que sólo tenía que decir “no”. Y en mi mente infantil asumí que si lo contaba, no volvería con mi Madrina, y opté por callar temerosa y avergonzada. Creo que incluso previamente a que lo pusiera en palabras, yo ya percibía ese riesgo mucho antes, por parte de mi padre. Porque era él quien en última instancia decidía que yo volviese con mi Madrina a estudiar, y si me resistía a sus abusos, además de su violencia, podría castigarme con su propia prisión, junto a él. <br />
<br />
Solo iba a casa de mis padres en vacaciones. Hasta los doce años estudiaba en la ciudad donde vivía mi Madrina. Así que opté por “pagar” a cambio de volver con ella. Sólo pensar que no volvería a verla ni a ella ni a su familia me provocaba un pánico enorme. <br />
<br />
De hecho, el último año de mis abusos, (el más espantoso que recuerdo) mi Madrina se había casado y esperaba su primer hijo. Y aprovechando esa circunstancia, mi padre decidió que me quedase con mis progenitores. “Solo hasta que nazca el bebé”, me dijeron. <br />
<br />
La situación empezó a ser insostenible para mí, y conseguí que se denunciase. Pero el resultado fue precisamente el contrario del lo que esperaba: mi padre, al conocer la denuncia nos amenazó a todos de muerte. Estaba seguro que mi Madrina había tenido algo que ver en aquella denuncia y tomó la decisión de que yo no volviese a ver ni a mi Madrina ni a su familia. Incluso llegaron a decirme que ahora que mi Madrina tenía su propio hijo, ya no quería saber de mí. <br />
<br />
No os podéis hacer idea de lo que sentí en ese momento. Creí que había cometido el mayor error de mi vida, que al contar lo que me hacía mi padre todo mi mundo se había roto y había perdido el único refugio que poseía. Fue la primera vez, con doce años, que me plantee la muerte como una alternativa. Incluso deseé, en una de sus palizas, que mi propio padre me matara. <br />
<br />
Durante muchísimos años he sido incapaz de hablar. Y no porque alguien me lo impidiese, sino porque mi mente no me lo permitía. Yo no era consciente ni tenía edad para entender lo que pasaba, y terminé por esconderme, por callar y asumir lo ocurrido. <br />
<br />
He pasado años disimulando cuando algo me traía un recuerdo que me paralizase. He pasado horas enteras encerrada en el cuarto de baño, esperando a que las náuseas y los temblores de mis manos se detuvieran, sólo para que nadie de mi familia adoptiva se diese cuenta de que me ocurría algo. Sin duda un comportamiento recuerdo de mi infancia. <br />
<br />
<br />
<b>Si hablas ahora de esto es para vengarte, o para dar pena… <br /><br />Te gusta hacerte la víctima. ¡Te encanta llamar la atención y ya no sabes por dónde salir! </b><br />
<br />
Creo que ahora empiezan a cambiar las cosas. En el foro cada vez entra gente más joven para buscar ayuda, y eso me alegra muchísimo, porque significa que las víctimas empiezan a darse cuenta mucho antes de la importancia de lo ocurrido. <br />
<br />
Yo he tardado casi cuarenta años en asumir lo que me sucedió, y aunque mi familia adoptiva conocía los abusos, apenas les conté detalles de ningún tipo. He estado “adormecida” durante años, hasta que me desperté. Y hablo, porque al despertar… necesito vomitar. Como todas las víctimas. ¿Crees que lo hago para llamar la atención, por venganza? ¿Opinas que después de cuarenta años aún busco represalias, o lástima? Si tuviese alguna razón que implicase poner en evidencia a todos aquellos autores y cómplices de mis abusos, no sería por venganza, sería por justicia. <br />
<br />
Pero ya ni siquiera busco eso: yo hablo porque necesito sacarlo fuera, porque si sigo guardando el secreto un minuto más acabaría devorándome, consumida por el dolor. Y… ¡qué diablos!, porque no tengo de qué avergonzarme. Que callen otros que si tienen de qué sonrojarse. <br />
<br />
<br />
<b>Pobrecita… </b><br />
<br />
¡Odio inspirar lástima! Nos degrada aun más la autoestima, porque nos hace sentirnos lo más bajo de la sociedad, los marginados. Y nos retrotrae a la sensación de debilidad que experimentábamos durante los abusos. <br />
<br />
<br />
<b>Debes tratar de superarlo. Pero eso fue hace un montón de tiempo. No sirve de nada remover el pasado. </b><br />
<br />
El problema es que cada vez que me levanto, cada vez que me enfrento a un reto, por simple que sea, tengo un bicho en la cabeza que me recuerda lo que me han hecho. Y tengo que hacer el ejercicio diario de apartar ese pensamiento de mi mente que se impone cada minuto. <br />
<br />
Sé que lo haces con buena intención, porque crees que si lo entierro, lo olvidaré y seguiré con mi vida, pero esto no funciona así: todos cuando nacemos somos una hoja en blanco, un ordenador vacío, en el que los adultos escriben. Nuestros padres escriben las normas que debemos conocer y cumplir, la sociedad escribe nuestras tradiciones, en el colegio escriben los conocimientos que nos servirán en nuestra vida de adultos. <br />
<br />
Y todo queda marcado en el disco duro, TODO. Y las víctimas de abusos tenemos un borrón en nuestra hoja que no nos permite leer bien las normas del comportamiento. Nuestro disco está dañado. La desgracia de las víctimas es haber sobrevivido a aquello y vivir el resto de nuestra vida con la duda de si somos útiles, o por el contrario se nos debería tirar a la papelera, por ser un proyecto mal acabado. <br />
<br />
Es como llevar una silla de ruedas. La gente, que no sabe de tu minusvalía, se extraña de tu comportamiento, sobre todo los más allegados, los amigos más cercanos, que con el trato se dan cuenta de que algo no va bien. Y además algunas personas, al conocer la razón, sugieren que se esconda la silla. <br />
<br />
Porque así nos sentimos los sobrevivientes de A.S.I. Nuestra silla de ruedas es mental, y poca gente la ve. Pero está ahí, y es para toda la vida, no podemos decir: ya está olvidado, ya pasó. Tan solo podemos mejorar nuestra calidad de vida, pero para eso necesitamos que gente como tu quite las barreras arquitectónicas, y ayude en las campañas de concienciación que ayuden a proteger a los niños, a meter a los degenerados entre rejas para asegurarse que no vuelven a acercarse a un niño y a ayudar a las víctimas, a los sobrevivientes de ese horror a superar el daño y eliminar secuelas. <br />
<br />
Porque cada vez que alguien me dice que ha pasado mucho tiempo, que es hora de pasar página me pone un escalón delante. Se podría decir que mi recuerdo es la frase de presentación de mi página del Facebook. Y por más que se actualice, siempre es lo primero que leemos. <br />
<br />
<br />
<b>¡Pero si sólo era un juego de niños! ¿No estarás exagerando las cosas? ¿No será que alguien te ha hecho pensar que esas caricias son malas? <br /> ¡Qué sabrás tú de sufrimientos y maltratos! ¡Tú has visto muchas películas! ¿Puede ser que haya parte de imaginación en tus recuerdos? </b><br />
<br />
<br />
La credibilidad… no os podéis imaginar el daño que esas frases y otras similares nos hace. <br />
<br />
Aquí se plantean varios problemas: los niños nunca mienten en esos temas. No tengáis ninguna duda. Es imposible inventarse esas historias a edades tan tempranas. El problema es que si se les presiona demasiado, pueden llegar a negarlo todo, por miedo, como ya he explicado en este post. <br />
<br />
Personalmente no recuerdo haber tenido que contar detalles de mis abusos a nadie, pero mi Madrina me aseguró en una ocasión que sí me habían hecho pasar por un psiquiatra que al parecer dijo que los abusos no se habían reproducido, desde que siendo bebé, se certificó que mi infección vaginal fue por la introducción de “algo”. <br />
<br />
Supongo que como en todas las profesiones hay personas mejores que otras, y creo sinceramente que aquel psiquiatra no supo ver lo que había, probablemente por desconocimiento. Hay que decir que es ahora cuando se empiezan a ver y reconocer los síntomas y las secuelas que producen los casos de abusos a menores. Y en mi opinión muchos psiquiatras, psicoterapeutas y psicólogos tal vez se sienten fatal cuando no han sido capaces de reconocer un caso, y que no siempre lo encajan bien. <br />
<br />
Pero el problema viene cuando es el propio entorno familiar el que plantea esas preguntas. Lo hacen por intentar mantener la unidad familiar. Cuando se destapa un caso de abusos dentro del ámbito intrafamiliar la familia se rompe. Es así de sencillo. Ya nada vuelve a ser igual. Lo triste es que al que se margina siempre, es a la víctima. Se la acusa de manera soterrada de haber roto a la familia. Y la única manera que encuentran de ocultarlo es quitarle importancia. Hacernos creer que no fue tan grave, o que nos lo hemos imaginado. <br />
<br />
¿Increíble, verdad? Pues es así. Todos los casos que conozco, sin excepción, tienen una fisura familiar más o menos importante. Y en todos, la víctima ha tenido que “apartarse” de alguna manera de su familia al no sentir que cerraban filas a su alrededor. Tal vez esté equivocada, pero es la percepción que muchas víctimas tenemos. La frase que el familiar responde mucho, cuando las víctimas cuentan lo ocurrido es: “No se lo cuentes a nadie” <br />
<br />
Y hay de todo: desde las familias que siguen con sus vidas, de manera hipócrita, con reuniones familiares, donde víctima y abusador tienen que compartir mesa y mantel, con el dolor que eso conlleva para la víctima. Pasando por familias que se dividen en dos: unos a favor de la víctima, y otros a favor del abusador. <br />
<br />
Hasta situaciones, como la mía en la que he roto por completo con toda mi familia biológica después de que me dejaron muy claro que mi agresor seguiría en su estatus de padre de familia hasta su muerte. En mi caso nadie se puso de mi lado. Sencillamente me dijeron (con veinte años) que todos habían pasado por lo mismo, y si ellos seguían con mi padre, no había razón para que yo no lo hiciera. ¡Asúmelo!, me dijeron. <br />
<br />
Me negué en redondo. Supongo que el hecho de haber sido criada también en un ambiente fuera de mis abusos, me hizo ver que no tenía porqué aguantar una situación de hipocresía dentro de la familia. Me demostraron que las cosas con la nueva generación no iban a cambiar y me alejé por mi propia salud mental. Y en cuanto al resto de los mortales… bueno, si no me crees: no digas nada y desaparece de mi vida. No necesito incrédulos “apoyándome”. <br />
<br /><br /><b>Voy-vamos a hablar con él, seguro que es un malentendido. Voy-vamos a hablar con él, lo voy a matar! </b><br /><br />Pongo esto al margen del apartado anterior, porque dentro de la sospecha de creer que los hechos no pueden ser como creo, que lo puedo haber malinterpretado o exagerado, que trates por todos los medios de enfrentarme a mi agresor para “hacer las paces” o que tu reacción sea la ira y la amenaza, me hunde. <br /><br />Si tu intención es una conciliación para que perdone y haga borrón y cuenta nueva por todos los medios, me estás enviando el mensaje subliminal de lo poco importante que soy porque para ti, que te aprecio, te parece poco importante. Para mí son hechos que me han marcado brutalmente, aunque no lo entiendas. Y no te ofendas, pero no eres nadie para decidir cómo y cuánto me tiene que afectar. Eso lo decido yo, por favor no le restes importancia. Me das la percepción de no creer, en el fondo, lo que te estoy contando. <br /><br />Si tu reacción es de ira incontrolada, me asustas a mí. Aunque sea una persona hecha y derecha, cuando hablo de mis abusos lo hago desde mi interior, desde mi niña herida, incluso si te fijas, posiblemente utilice expresiones infantiles, porque en esos momentos tengo nueve años. Y con nueve años me daba pavor que se enterase nadie de lo que me hacían porque no quería ser la responsable de que hubiera una bronca en casa. Me daba miedo y aún ahora me hace sentir culpable. <br /><br />¿Quieres ayudar sinceramente? Respeta mis tiempos y deja que yo decida cuándo me enfrento a mi agresor o cómo administro mi sanación. Si tengo una herida desde hace veinte años, no la puedo curar en dos días. Pregunta, por ejemplo, qué es lo que quiero que hagas, si quiero consejo o un abrazo, u ofrécete a esperar a que yo tome decisiones y cíñete a ellas. Ahh, y buscar ayuda profesional no es ninguna vergüenza, no lo escondas como si fuera contagiosa.<div class="MsoNormal">
<br /></div>
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<br /></div>
<!--EndFragment--><b>¿Te penetró? ¿O sólo te tocó? ¿Pero fue una vez o varias? Sí, sí, lo del abuso está mal, pero júrame que no te penetró.</b><br />
<br />
<br />
¿Importa? ¿Realmente creéis que importa? No sé si conocéis la parábola de la rana y la olla de agua hirviendo. Cambiando su sentido un poco se podría relatar así: <br />
<br />
Si se echa una rana a una olla con agua hirviendo, ésta salta inmediatamente hacia afuera y consigue escapar de la olla, pero en nuestro caso, con graves quemaduras. Serían los casos que duraron poco en el tiempo: Tu abuelo el único mes que pasaste en el pueblo, o el cura que te confesó, porque el sacerdote que te daba la catequesis, estaba con gripe. El entrenador, que jamás pasó de unas simples caricias en las duchas del vestuario, diciéndote lo desarrollado que estabas, o el vecino que se aprovechó de una tarde que pasaste en su casa de visita. <br />
<br />
En cambio, si inicialmente en la olla ponemos agua a temperatura ambiente y echamos una rana, ésta se queda tan fresca dentro de la olla. Pero cuando, a continuación, comenzamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona bruscamente sino que se va acomodando a la nueva temperatura del agua hasta perder el sentido. Yo veo ahí esos abusos que se han sufrido durante años, de manera continua porque su agresor vive dentro de la unidad familiar, o casos como el de una niña a la que le destrozaron el suelo pélvico, y ha tenido que pasar por varias operaciones de reconstrucción, o de niñas agredidas por más de un miembro de la familia, en unos casos de forma conjunta, o en el mismo espacio temporal pero sin que un abusador conociese la existencia del otro; o en otros casos primero unos, y meses o años después otros… <br />
<br />
Tal vez penséis que la segunda rana ha sufrido más, pero sus quemaduras pueden ser igual de graves en cualquiera de los dos casos. La gravedad puede tener más que ver con las secuelas que deja en la persona que con la gravedad del abuso. Todo depende de cómo lo encaje yo, cómo reacciones tú, y de la ayuda que puedas proporcionarme. <br />
<br />
En mi caso, ya os he dicho que me habían llevado a un psiquiatra que al parecer dijo que los abusos no se habían vuelto a producir desde que se detectaron las infecciones vaginales cuando aún era un bebé. Yo recuerdo haber pasado alguna prueba, test de inteligencia, las famosas “manchas” que hay que interpretar… pero ningún examen físico, y desde luego, fue antes de mi último año con mis padres. <br />
<br />
Lo cierto es que hasta entonces mi padre aun no me había violado, (con penetración), pero sí me había masturbado ya en miles de ocasiones, y me había obligado a que le realizara tocamientos de todo tipo, por no hablar de las palizas. Y por entonces estoy segura que el daño ya era irreparable. Por fortuna a pesar del dictamen del psiquiatra, mi Madrina jamás me abandonó. <br />
<br />
Si una víctima de abusos se sincera con vosotros, tal vez algún día os cuente detalles o tal vez no, pero nunca intentéis medir su gravedad por el hecho de conocer hasta dónde se llegó en el abuso. Eso, es lo de menos. <br />
<br />
Por cierto: preguntar a un niño ese tipo de detalles les hace creer que en el fondo no le crees. Sé que lo haces para evaluar daños, pero es un error. Deja que sea la propia víctima la que te cuente libremente esos detalles, eso puede indicarte el grado de "vergüenza" y culpabilidad que siente cuando te lo cuenta.<br />
<div>
<br />
<br />
<b>Parece que tomas el abuso sexual como estandarte de tu vida, supéralo ya. </b><br />
<br />
Lo siento, pero si. Es el estandarte de mi vida. Vivo con la presencia de mis abusos igual que tú vives siendo consciente de lo que eres como persona. Si eres de derechas o de izquierdas, creyente o ateo, homosexual o heterosexual… y lo peor de todo es que no me dejas reconocer lo que soy, que es el primer paso para mi curación. <br />
<br />
<br />
<b>Tal vez no deberías contarlo… No hace falta que lo sepa todo el mundo. Si hablas destruirás a la familia. Vale, ve a terapia, pero que no se entere nadie. ¿Seguro que necesitas la terapia, con lo que te gastas ahí...? no se lo digas a nadie. </b><br />
<br />
El secretismo. La segunda variable de la anterior. Hablo para curarme. Se ha demostrado que es nuestra mejor terapia. ¿No queréis que “pasemos pagina”? pues ésta es nuestra cura. Si me obligas a guardar el secreto de mi terapia, si me obligas a que no hable de mis abusos, me devuelves a mi infancia donde mi agresor me forzaba a callar, a guardar silencio. <br />
<br />
Nadie quiere ver a los demás sufrir, si un pariente o un amigo sufre una grave enfermedad, lo apoyamos sin condiciones. Y nuestra sala de curación esta junto a los seres queridos que nos apoyan. Más que palabras, lo que necesitamos es hablar y que nos escuchen. Y no nos vendrían mal palabras que nos animen a no estar callados, a no tener que escondernos. Nosotros somos las víctimas. Aquí los únicos que deben sentirse avergonzados son nuestros agresores. Volcad vuestro desprecio contra ellos. <br />
<br />
Y hay más frases: <br />
<br />
<br />
<b>¿Pero puedes tener relaciones sexuales? Quien lo diría de ti se te ve normal, y muy sonriente y simpática... </b><br />
<br />
¿Es que creías que las víctimas de abusos sexuales somos anormales, que somos raros, que no somos como tú? Ya nos sentimos bastante “bichos raros” como para que encima alguien nos lo ponga en palabras. <br />
<br />
Yo personalmente tengo un recuerdo especialmente doloroso: en clase iban a dar una charla sobre educación sexual, (en aquella época aun no se incluía como parte del programa de estudios, sino como “charlas” voluntarias en los colegios e institutos) y una “amiga” que conocía lo que me habían hecho me dijo: hoy no es necesario que vengas a clase, a ti ya te lo explicó tu padre… <br />
<br />
O cuando mis amigas empezaron a presumir que ya habían tenido sus primeras relaciones sexuales, y al verme callada, me miraban con aire de superioridad, porque yo aún era virgen. Si supieran… <br />
<br />
Si eres un amigo o la pareja de una víctima de abusos, deja que ella/él marque el ritmo. Ten paciencia, mucha paciencia, y cuando te hable de sus abusos, limítate a escuchar: no estás oyendo a tu pareja, estas escuchando al niño perdido que vive en su interior, y que solo pide ayuda, la ayuda que le negaron en su infancia. <br />
<br />
Hay una pregunta que he querido dejar para el final: <br />
<br />
<br />
<b>¿Por qué a mí? ¿Por qué me han tocado a mi todos los “guarros” de la familia, o del barrio? ¿Acaso son cazadores de “bobas”? </b><br />
<br />
La deje para el final porque no nos la hace nadie. Nos la hacemos las propias víctimas. Yo no me veo capaz de contestar. No sé qué circunstancias envolvieron a los demás. Sé que en mi caso yo no era la primera de la lista. Y me ocurrió porque nadie le puso freno a mi padre. Ignoro si abusó de alguien más después. Soy la más pequeña de mis hermanos, pero habría vecinos con hijos, amigos… No sé por qué acabamos siendo víctimas de esos desalmados, que además parecen conocerse entre ellos, porque de hecho mi padre no fue mi único abusador. También fui abusada por mi hermano mayor y tampoco sé si se limitó a repetir un patrón aprendido o lo hizo voluntariamente. Y hace tiempo recuperé un recuerdo muy lejano, de otro hombre, un vecino que me chupaba, me pedía que le tocase y terminó eyaculando en mi cara. <br />
<br />
Creo que nunca sabré porque me tocó conocer a semejantes depredadores. No sé si es que detectan nuestra debilidad. Tal vez nos olfatean, buscan nuestro rastro como las hienas. No sé si fue fatalidad, el destino, las alineaciones planetarias, la predestinación, el azar, dios o el diablo. Solo sé que desde que nací, mi infancia fue marcada por abusos de cabrones sin escrúpulos, y por la violencia de ese mísero dios de mi pequeño universo, que selló para bien o para mal mi futuro. <br />
<br />
<br />
<br />
<span style="font-size: large;">"Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra." </span> Georges Clemenceau. Médico, periodista y político francés.</div>
Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com27tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-35817402542534609032012-11-17T18:06:00.000+01:002020-04-22T10:49:44.138+02:00CUENTOS Y LEYENDAS<!--[if gte mso 9]><xml>
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<br /></div>
Muchos de los que conocen mi historia se sorprenden del alcance del daño. Me preguntan porqué no lo dije entonces o dónde estaba mi madre para no verlo o no denunciarlo. Son cuestiones y comentarios que la mayoría de la gente hace por puro desconocimiento del tema. Alguno se ha espantado al conocer detalles que para mí son nimiedades, supongo que porque no es lo mismo vivirlo que oírlo de labios de un superviviente. Ya he dicho alguna vez que tendemos a minimizar nuestras propias historias como mecanismo de defensa. Ser consciente del horror de lo vivido me hace sentir mucha ansiedad. Es como si me “llenase” de algo que aún no sé como explicar, pero es algo que me sobrepasa y supongo que por eso intento no pensar en ello, vivir disociada de mis abusos. <br />
<br />
Pero he querido celebrar el próximo día mundial de prevención del Abuso Sexual Infantil intentando romper mitos que están muy arraigados en la sociedad poniendo mis propias vivencias como uno de los muchos ejemplos que los desmontan. Y son muchos mitos, así que no me voy a andar por las ramas. Vamos al grano. <br />
<a name='more'></a><br />
<br />
Para empezar de manera genérica, se considera abuso sexual infantil o pederastia a toda conducta en la que un menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder. <br />
<br />
Esto significa que Abuso Sexual Infantil es: Tener relaciones sexuales genitales u orales (cunnilingus, felación) con un niño o niña. Penetrar en el ano, vagina o boca del niño con el dedo, pene u objetos extraños. Tocar o manipular los genitales del niño o niña. Obligar al menor a tocar los genitales del agresor o manipularlos, a menudo bajo la apariencia de “juego”. Frotar el pene contra el cuerpo del niño o niña. Besar al pequeño de forma muy íntima. <br />
<br />
Hasta ahí supongo que todos lo tenemos mas o menos claro. Yo al menos lo tengo clarísimo, porque salvo los besos que jamás me dio, ni íntimos ni castos, en algún momento de mi infancia pasé por todas esas situaciones. <br />
<br />
Pero los abusos sexuales infantiles no terminan ahí. También lo son otras cosas que hizo mi padre: Mostrarme sus genitales con el pretexto de educarme, o “interesarse” por el desarrollo de mi cuerpo observándome al desvestirme, lavarme, en el aseo… Siempre había una escusa para tener que entrar cuando yo me aseaba. Y siempre quería ayudarme. Se masturbaba sobre y ante mí. Me decía que observase bien cómo lo hacía para aprender porque yo nunca lo realizaba bien. Para él, sobretodo a última hora, todo era “instructivo”. <br />
<br />
Hay mas cosas consideradas abusos sexuales, como hacer que el menor vea a otras personas realizar practicas sexuales u obligarle a que las tenga con una tercera persona… Esto aún me cuesta procesarlo, porque aún es reciente la revelación que tuve de mi padre y mi hermano mayor abusando juntos de mí, o por el temor implícito que llevo conmigo porque aún no sé si mi padre llevó a cabo su intención de que mi “mellizo” y yo tuviéramos sexo. Son temores que la parte de mi memoria que permanece en sombras aún no quiere revelarme. <br />
<br />
También son abusos mostrar ilustraciones y/o películas pornográficas al niño, o hacer fotografías y/o películas pornográficas del/con el niño. Por la época y los medios económicos de mi padre nunca fui expuesta a esas prácticas, así como tampoco fui prostituida por él (al menos que yo recuerde) pero el acoso por internet, que ahora cobra mayor protagonismo, es también un delito. Obligar a un menor a masturbarse en su presencia física o virtual, que se desnude ante la cámara de su ordenador o mostrar gestos y palabras obscenas es otra forma de abuso sexual. <br />
<br />
¿Te ha quedado claro? Pues que tu tío, padre, abuelo, primo, vecino, profe, sacerdote… te preguntara con diez años si querías un helado a cambio de ver el secreto que tiene dentro de los pantalones es abuso sexual infantil, formas parte de la estadística. Y si saliste corriendo y se lo dijiste a tu madre o al menos no volvió a molestarte has tenido mucha, mucha suerte. Ahora piensa en todos los niños que aceptaron el helado de ese cabrón. <br />
<br />
Ahora las cifras. Las estadísticas son escandalosas: <br />
<br />
1 de cada 4 niñas es abusada sexualmente antes de cumplir 18 años. <br />
<br />
1 de cada 6 niños es abusado sexualmente antes de cumplir 18 años. <br />
<br />
1 de cada 3 niñ@s ha tenido contacto por internet con un pedófilo sin saberlo. <br />
<br />
1 de cada 5 niñ@s es abordado sexualmente a través de internet. <br />
<br />
Casi el 70% de todos los asaltos sexuales (incluyendo los asaltos a adultos) ocurren a niños de menos de 17 años. <br />
<br />
Entre el 30 y el 40% de las víctimas son abusadas por un miembro de la familia. <br />
<br />
Otro 50% son abusadas por alguien fuera de la familia, pero a quien conocen y en quien confían. <br />
<br />
Aproximadamente el 40% es abusada por algún niño mayor conocido. <br />
<br />
Por lo tanto, sólo el 10% es abusada por un extraño. <br />
<br />
El abuso sexual puede ocurrir a cualquier edad, e incluso más tempranamente de lo que piensas: <br />
<br />
La edad media de los abusos sexuales denunciados es de 9 años. <br />
<br />
Más del 20% de los niños es abusado sexualmente antes de cumplir 8 años. <br />
<br />
Cerca del 50% de las víctimas de sodomía, violaciones con un objeto y tocamientos forzados son niños menores de 12 años. <br />
<br />
La evidencia de que un niño ha sido abusado sexualmente no es siempre obvia, y muchos niños no cuentan que han sido abusados. La mayoría de los niños no revela haber sido abusado, incluso si se le pregunta: <br />
<br />
Más del 30% de las víctimas nunca revela la experiencia a NADIE. Las víctimas pequeñas pueden no reconocer su victimización como un abuso sexual. <br />
<br />
Más del 80% de las víctimas niegan o son reacias a revelar el abuso. De las que sí lo revelan, aproximadamente el 75% lo hace accidentalmente. De aquellas que sí lo hace intencionalmente mas del 20% eventualmente se retracta aunque el abuso efectivamente haya ocurrido. El miedo es demasiado grande. <br />
<br />
Las falsas acusaciones constituyen sólo entre el 1 y el 4% de las denuncias. De éstas, el 75% son realizadas por adultos y el 25% por niños. Los niños sólo realizan falsas acusaciones el 0,5% de las veces. <br />
<br />
Pero vayamos por partes. Las cifras son frías, y el abuso sexual infantil es mucho mas que esas cifras que mucho se niegan a creer. ¿Cuántas veces has pensado esto al ver, leer o escuchar un caso de Abuso Sexual Infantil?: <br />
<br />
<i>-Los abusos van acompañados de violencia. -Los abusadores son hombres con problemas psicológicos muy aparentes o enfermos psiquiátricos, las victimas, niñas. -La mayoría son desconocidos. -Un niño es abusado sólo por un adulto. -Los adultos son los únicos que abusan de niños. -Si le ocurriera a un niño de nuestro entorno, nos daríamos cuenta. -Ante la detección, la familia actuará. -No es obligatorio denunciar, es cosa de la madre, ella lo denunciará de inmediato. -Si denunciamos, será peor para el niño porque lo separarán de su familia. -Sólo se da en el tercer mundo, en determinadas clases sociales, familias desestructuradas y nivel sociocultural muy bajo. -Los niños “incitan” sin querer, no dicen la verdad o exageran. -Los niños pueden decir “no”, y cuando les ocurre, lo cuentan de inmediato. -Los niños abusados se convierten en abusadores. -El abuso infantil es poco frecuente - En la actualidad se producen mas que antes. -Los efectos son muy traumáticos - Sus consecuencias no son graves, los niños tienen la capacidad de olvidar los traumas. -No se puede prevenir. </i><br />
<br />
Todo esto son falsos mitos. <br />
<br />
Mi padre era violento, pero puedo decir que para mí no existía una conexión directa entre sexo y violencia previa. Alguna vez me ató en mi última etapa de mis abusos, pero mas como parte del “juego” que como imposición o castigo. Y hacía años que abusaba de mí sin violencia física. La mayoría de las víctimas que conozco sufrieron abusos sin ningún tipo de violencia, las estadísticas así lo señalan. Sus tácticas son el engaño y la manipulación. Cuando se trata de abuso intrafamiliar, es decir, que su víctima está muy cerca de él y tiene acceso en cualquier momento, su estrategia está muy bien medida. No tienen prisa, saben que tienen el alimento en casa y se pueden dedicar años a pulir su estrategia. Saben y conocen a toda la familia del menor, conocen perfectamente sus puntos débiles, lo que le gusta al niño o niña y que sus padres le tienen dosificado o prohibido para así ganarse su confianza. <br />
<br />
Por ejemplo, si el tío Ramón sabe que a María no le dejan comer chocolate, Ramón le dará chocolate a la niña. María le querrá por eso, porque la trata bien, juega con ella y le da chocolate a escondidas. Y un día, el tío Ramón toca “raro” a María. Y a continuación le pide que no diga nada. A cambio, el tío Ramón no dirá que María come chocolate. Y la trampa se cierra, porque ella no dirá nada si no quiere delatarse a sí misma. Para ella, tocar “raro” y comer chocolate sin permiso de mamá son dos “delitos” iguales y no se deben contar. Uno de esos “delitos” le da miedo y la hace sentir enormemente mal, el otro le gusta porque a los niños les encanta el chocolate, pero en su mente infantil no puede hablar ni del uno ni del otro sin delatarse. Y el abuso irá in crescendo, y la niña se irá sintiendo cada vez mas culpable. Porque si no se quejó cuando le tocó “raro” por primera vez, menos aún cuando sea ella la que toque a su tío cuando él se lo pida… Empiezan jugando y cuando te das cuenta ya no hay marcha atrás, ya no puedes escapar, ya no puedes decir que no, porque es demasiado tarde, es demasiado vergonzoso. <br />
<br />
El “Chocolate” de mi padre eran el miedo y mis Padrinos. El miedo implícito que percibía en su presencia, el miedo que yo veía en mi madre y mis hermanos. El premio eran mis Padrinos, si yo me portaba bien volvería con ellos. <br />
<br />
Borra la imagen del enfermo con gabardina que se la abre ante las niñas del parque. No es real. Son mucho mas sutiles, preparan bien sus encuentros y se aseguran de no ser interrumpidos por nadie. Conquistan a sus víctimas y encandilan a todos los adultos de su alrededor para que jamás sospechen de él. Incluso ellos mismos dirán que su interés por el niño o niña es precisamente para evitar que un pedófilo se aproveche del menor. Y se termina dejando al zorro al cuidado de las gallinas. <br />
<br />
Hay algo que siempre me ha llamado la atención. En las pocas películas, series o relatos de ficción en los que se describe con mayor o menor detalle el abuso sexual de cualquier tipo a un niño -normalmente niña-, la víctima siempre grita o llora sonoramente. Es total y absolutamente falso. Salvo en los escasísimos casos en los que media la violencia, los niños no gritan. Tal vez lloren alguna vez, pero nunca gritan. Cuando mi padre se metía en mi cama nunca me quejé, no me atrevía. El miedo es demasiado grande y te paraliza. La primera vez que me violó quise quejarme, aún oigo su susurro ordenándome absoluto silencio. <br />
<br />
Los adultos no son los únicos que abusan de niños. El agresor, estadísticamente hablando, suele ser un hombre adulto, pero también puede ser una mujer, un adolescente u otro niño no mucho mayor que tú. Conozco supervivientes abusadas por compañeros del colegio, o hermanos no mucho mayores que ellas o ellos. <br />
<br />
Es muy habitual que un niño no sea abusado sólo por un adulto. Que yo recuerde, he sido abusada por mi padre, por un vecino que tenía una hija de mi edad y por mi hermano, que tiene doce años mas que yo. Varias supervivientes de las que he leído su historia han sido abusadas por todos los miembros varones de la familia. Y no puedo decir mucho de aquellas que han sido prostituidas y ni siquiera pueden dar una cifra aproximada de abusadores en su infancia. Hablo de decenas de abusadores para una sola niña. <br />
<br />
Ni son enfermos, ni tienen problemas psicológicos. Lo que tienen es una perversión: les gustan los niños. Igual que a ti te gusta el chocolate. Pero el sexo con niños (o cualquier práctica de las que se consideran Abuso Sexual Infantil) destroza vidas, el chocolate, no. Son personas como tú, totalmente integradas en la sociedad, que en ocasiones gozan de prestigio social, y se aprovechan de su gran integración social precisamente para mantener a sus víctimas en el silencio durante años. ¿Quién te va a creer, con lo buena gente que es? Es imposible. Los que defienden a mi padre, dicen de él, que sólo era un ignorante sin estudios, muy trabajador, enfermo y pobre. Y no se limitó a las niñas de la familia. Mis hermanos varones también fueron víctimas de él. Y sin duda sabía bien lo que hacía. <br />
<br />
Con el tema familiar se puede hacer todo un tratado. Porque hay de todo. Muchas veces la familia quiere tanto a todos sus miembros que no saben o no pueden creer que eso pase en casa. Les parece imposible que su hermano, su cuñado, su padre, el abuelo, el sobrino, su propio hijo o su marido haya traicionado a la familia de esa manera. Y lo niegan, simplemente se niega. Mis familias minimizan o niegan mis abusos. Mi familia biológica dice que no fue para tanto, que sólo se dio una vez cuando yo tenía trece años -cuando me “pilló” mi hermana- e incluso sugieren que yo fui quien sedujo a mi padre. Parte de mi familia adoptiva reconoce los abusos cuando yo tenía apenas dos años de edad, niegan el resto, a pesar de informes posteriores remitidos al Alto Tribunal en los que se le informa de lo que yo misma les relaté en su día. <br />
<br />
Nunca subestimes el poder de la negación. No se da cuenta nadie. No se quiere ver. Y si alguna vez se percibe “algo raro” automáticamente se piensa que se están malinterpretando las cosas, porque esa persona que conocemos es imposible que haga esas cosas. Y si las evidencias son claras, tal vez intentes “vigilar” un poco mas para que no se repita, pero poco mas. <br />
<br />
En mi caso, todo el mundo sabía que mi padre tenía esa perversión. Abusó de mi hermana que es ocho años mayor que yo, de mi hermano doce años mayor que yo y de mi hermano "mellizo" que tiene apenas un año mas que yo. Lo sabían mi madre, mis hermanos, mis Padrinos, el Alto Tribunal Tutelar de Menores... Y sus medidas fueron “vigilarle mas”. En eso se basan para asegurar que miento, que me he apropiado de la historia de mi hermana para manipularlos a todos. Se niegan en redondo a reconocer que en su vigilancia hubo errores de bulto, espacios en blanco, vacíos jurídicos. A mí me “separaban” de la familia por épocas, yo sólo veía a mi padre en vacaciones. Y si hubiese habido una separación permanente de él (de él, no de toda la familia) yo sería mas feliz. Si denunciamos y la justicia actúa como debe, separas al niño de un pedófilo. Debería importar poco si además es de la familia. Si en lugar de abusar de su hija, nieta, sobrina… hubiera asesinado a alguien ¿Le perdonarías su condena en la cárcel para no separarlo de su familia? <br />
<br />
Pero lo mas triste es el resultado de unos abusos intrafamiliares: Cuando se destapa el secreto, siempre, siempre, siempre, termina con la pérdida de parte de la familia del abusado. Tal vez de todos. Porque unos creen a la víctima, pero otros creerán al agresor. Yo tan sólo mantengo contacto con mi “mellizo”, que no recuerda nada y con el que no puedo hablar del tema. Y de los cinco miembros de mi familia adoptiva que siguen vivos, sólo puedo contar con una de las hermanas de mi Madrina. Al resto los he perdido, para bien o para mal. <br />
<br />
Los niños no incitan, los engañan. Precisamente caen el las redes de su abusador por su inocencia. De eso se aprovechan los pederastas. Me ofende mucho esta afirmación porque es uno de los argumentos principales de mi hermana: que tengo el “síndrome de Lolita”. Si no conoces la historia de Lolita mas que por esas películas tan eróticas de adolescentes de dieciséis o dieciocho años, te contaré que el libro es un relato de un hombre de cuarenta y cinco años y una niña de doce. Que el señor contrae matrimonio con la madre precisamente para acceder a la niña, que la niña se queda huérfana y él termina a solas con ella. Y que la historia está contada desde el punto de vista de un pedófilo que ve en los gestos de una chiquilla, guiños de seducción. <br />
<br />
Yo jamás busqué sexo. Si volvía con mi padre es porque realmente esperaba que esa vez me ofreciese un cariño entrañable y tierno. Era lo que yo le ofrecía. El me devolvió siempre caricias asquerosas que desearía borrar de mi memoria. Un niño no es rencoroso. No sabe enfadarse con nadie el tiempo suficiente como para que no vuelva a dirigirle la palabra. Ni siquiera cuando se siente traicionado. ¿Has intentado alguna ves explicar a un niño porque no te hablas con el tío Roberto? ¿Crees que la herencia de la abuela es un tema muy comprensible para una niña de doce años? <br />
<br />
Todos enseñamos a nuestros hijos que hay que hacer lo que mandan todos los adultos: papá, mamá, el abuelo, la tía, la profesora, el conserje del colegio, el cura de la catequesis… Y son incapaces de decir “no” porque no saben que pueden decir que no. Nadie les ha enseñado que esa orden de un adulto no se obedece. Cuando quieren apartarse de ello sienten que ya no pueden porque uno de los primeros engaños es que están siendo cómplices de un delito, y que si alguien se entera los acusarán a ellos, no a su abusador. Si te has creído durante diez años que existía Papa Noel, los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez, te crees cualquier cosa que te diga un adulto. Hasta hace poco yo estaba completamente convencida de que si hablaba, terminaría en la cárcel condenada por calumnias, porque después de cuarenta años, ya no tengo pruebas físicas que aportar a mi relato. Desde que abrí este blog, he pasado alguna noche en vela pensando en que me lo cerrarían y me condenarían por desacato o injurias. Aún me asalta ese pensamiento. ¿Cómo crees que razonaba yo con trece años? <br />
<br />
Un niño no miente. Puede creer lo que le digan, y si te sientas con un niño para que te cuente cómo es el Ratoncito Pérez te das cuenta en seguida que es una fantasía porque él mismo añadirá detalles fantásticos con intención de hacer el relato mas interesante, porque cree en ello, le gusta, y su imaginación lo hará ser mas creativo. Pero si le pides que te describa cómo prepara mamá las tostadas del desayuno, es muy posible que te sorprendas de su calidad en detalles. Los niños no mienten ante eso, porque una experiencia traumática no incentiva su imaginación. Al contrario, la mata. Los niños no saben hablar de sexo si no lo conocen. La mitad de las víctimas no lo denuncian por primera vez de manera firme antes de pasar al menos cinco años. Yo he tardado treinta en conseguir que se me escuche. Muchas víctimas morirán sin revelarlo. <br />
<br />
Me hace gracia esa afirmación que dice que los niños abusados se convierten en abusadores. Echa cuentas: un pedófilo tiene de media nueve niños/niñas en su historial antes de ser descubiertos. Si todos fueran futuros abusadores, teniendo en cuenta que este delito existe desde siempre… Todos los hombres serían abusadores, ¿no? ¿Tu eres abusador? ¿Abusaron de ti? ¿Abusas de niños? ¿Acaso todos los que fuimos abusados ahora somos abusadores? ¿Y las mujeres? Si hay mas niñas que niños ¿Por qué hay tan pocas mujeres abusadoras? (Ojo, las hay. El sexo débil también puede ser perverso) El porcentaje es mas amplio de lo que crees pero no todos los abusados se convierten en abusadores. Gracias a dios al crecer y madurar, la mayoría nos damos cuenta de lo ocurrido e intentamos no repetir en nuestro entorno las mismas agresiones ni los mismos errores que vimos en nuestra infancia. De hecho nos volvemos grandes defensores de la infancia y los débiles en general. No olvides que el abuso sexual no es una simple cuestión de sexo, sino de poder. Es una manera de agredir a otro que sabes que está en inferioridad de condiciones para someterlo a tu voluntad. Si abusas de un niño, harás de él lo que quieras. <br />
<br />
Ahora vamos a entrar en el terreno de las incongruencias: <br />
<br />
<i>-El abuso infantil es poco frecuente - En la actualidad se producen mas que antes. </i><br />
<br />
¿En qué quedamos? ¿Es poco frecuente u ocurre mas que antes? Yo apostaría por la difusión. Creo que afortunadamente ahora se habla de ello, porque muchas “Lolitas” hemos decidido romper el silencio y denunciar lo que ocurre tras las puertas cerradas de los cuartos de los niños y niñas del mundo. Solo espero que hablar sea el primer paso, para que a continuación concienciemos a la sociedad y logremos eliminar estos tabúes y reparar leyes retrogradas que nos condenan al ostracismo. <br />
<br />
<i>-Los efectos son muy traumáticos - Sus consecuencias no son graves, los niños tienen la capacidad de olvidar los traumas. </i><br />
<br />
Y vuelvo a preguntar: ¿En qué quedamos? ¿Son graves sus consecuencias o los niños son mas fuertes de lo que pensamos? Yo os lo aclaro. Sus consecuencias pueden ser gravísimas. Depende de cada persona. Como su capacidad de recuperación. El daño está relacionado con las consecuencias, no con el tipo de abuso. <br />
<br />
Y si, los niños sienten tanto o mas que tu. La diferencia es que si no pueden asumir una experiencia, la olvidan. Si el hecho es demasiado traumático lo olvidamos para que nuestra mente no se rompa. Pero el olvido no es permanente. En el momento en que estemos preparados para asumir esa experiencia el recuerdo volverá a nosotros exactamente como si ocurriese en ese momento, con todo el dolor, el miedo, la ansiedad y el pensamiento que experimentamos en aquellos terribles momentos. De ahí viene la leyenda urbana de que los niños no sufren, porque ni siquiera si se les pregunta te dirán lo que sienten. Es muy posible que ya no puedan recordarlo. ¿Sabías que hasta hace pocos años la cirugía a niños se realizaba sin anestesia? Se creía que no les dolía y que lo olvidaban. De hecho las mutilaciones genitales infantiles tan tradicionales en muchas culturas todavía, como las circuncisiones y las ablaciones, se hacen sin anestesia. <br />
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Los niños no tienen capacidad para superar sus traumas. Pero tenemos una enorme capacidad para sobrevivir a ellos hasta que podamos afrontarlos y superarlos. Algunos de nuestros mecanismos para soportar los abusos han sido autodestructivos, y nos han producido secuelas, pero nos sirvieron en su día para salir adelante. Honrad eso y no nos juzguéis duramente. Y si además nos ayudáis a sobreponernos a esos efectos, la recuperación será completa. <br />
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Se puede prevenir. Educando desde la sinceridad. Estoy convencida de que gran parte de nuestras secuelas están causadas por el tabú en el tema. Si te subes a un árbol y te rompes un brazo al caer cuando tienes 8 años ¿Tienes secuelas psicológicas de adulto? ¿sientes culpa? La culpa fue tuya por subirte al árbol. Y sin embargo se lo cuentas a tu madre para que te lleve al médico. ¿Y que hace tu madre? ¿te castiga por subirte al árbol y te dice que te aguantes con el brazo roto el resto de tu vida para que nadie se entere que te has subido al árbol y te has roto el brazo? Pues no. Lo primero que hace es llevarte al médico, a que te curen, te da mimos, te cuida... Con más razón cuando no fue por subir a un árbol sino porque te rompió el brazo tu hermano, tu primo, tu tío, tu abuelo, tu padre... <br />
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El secreto es romper el silencio de todos. Es hablar con los niños desde muy pequeños de sexo. Es decir, con dos o tres años, cuando lo bañas y esté aprendiendo las partes del cuerpo, por ejemplo que tenemos pies, dedos, cabeza, rodillas, cuello, ombligo... también hay que explicarle que los niños tienen Pene y las niñas vagina. Nada de la "cosita" o "eso". Las cosas tienen nombre. Utilicémoslo. Así sabrán explicarnos desde muy pequeños que "el primo me obligó a que le tocase su pene" Y en ese momento ya le puedes explicar que esas partes, las que normalmente tapa un bañador, NI SE ENSEÑAN NI SE TOCAN. Nadie, bajo ningún concepto, salvo cuando estén enfermos, y en ese caso lo hace un médico pero siempre con mamá u otro adulto delante. Y que si alguien les toca ahí o ven a alguien que les enseña esa parte que siempre esconde el traje de baño, os lo digan de inmediato, diga lo que diga quien sea. Que no tengan miedo, que no les vais a reñir por contarlo. Que esos "secretos" son malos, como los personajes malvados que guardan secretos en las películas. Y que hay que contarlos. No es lo mismo guardar en secreto el regalo que papá le va a comprar a mamá que ese otro “secreto” que te hace sentir “rara”. Y eso se lo hay que decir muchas veces, jugando, cuando haya ocasión propicia para ello, que no se les olvide. Como cuando le dices que mire antes de cruzar la calle o que nunca se suba al coche de un desconocido. <br />
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Leí hace poco que los Norteamericanos, a los que les encantan los estudios de mercado, hicieron un estudio sobre secuestros a niños en su país, y llegaron a la conclusión de que el 87% de esos secuestros se hubieran evitado si se enseñase correctamente a los niños como evitar situaciones de riesgo y pedir ayuda. Supongo que en este tema, no sería muy distinto. <br />
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¿Qué propósito tiene pensar que sólo se da en el tercer mundo, en determinadas clases sociales, familias desestructuradas y nivel sociocultural muy bajo? Me temo que de nuevo la negación entra en juego. Una sociedad rica, culta y avanzada no puede tener semejantes perversiones. <br />
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Yo pertenezco a una familia de extrema pobreza. Vivíamos en un barrio marginal de la zona obrera de una ciudad pequeña. Y además mi padre era inculto y violento. Pero no considero a mi país tercermundista. Y además esos parámetros no son la norma. Conozco infinidad de casos en los que la familia es un ejemplo de virtud, buena posición social e influencia. Y si salimos del ámbito exclusivamente intrafamiliar, el resto de los abusos se dan en el entorno mas conocido del menor. Por ejemplo los sacerdotes pederastas. Normalmente son los curas de la parroquia o de la catequesis, que conocen a todos los miembros de la familia, o los profesores, esos que hablan con las madres y les dicen que su hija tiene un gran potencial pero debe quedarse en clase un rato mas porque él quiere ayudarla por puro altruismo y vocación en su labor de educador. O el vecino que insiste en que le dejes al niño con él mientras haces la compra semanal en el hipermercado. <br />
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Pero hay un dato mucho mas escalofriante. Los clientes de turismo sexual infantil en países del tercer mundo provienen de EEUU, España, Italia, Francia, Alemania, Bélgica y Australia en su mayoría. Los destinos más elegidos por los pedófilos son Bangkok, Camboya, Tailandia, Vietnam, México, Brasil, Guatemala entre otros. Esto mueve redes de prostitución infantil a nivel mundial y el negocio es muy lucrativo. Algún pedófilo ha resultado ser un reputado político o pertenecer a la nobleza. (¿Alguien se acuerda del Duque de Feria?) Y ha encontrado en su perversión dinero fácil. Lo que significa que nadie va a cambiar la ley si le va a estropear el negocio y su diversión. ¿te suena el argumento?, pues sí. Al negocio de la droga, el tráfico de armamento y la prostitución en general, le puedes añadir un negocio mas lucrativo todavía porque “no existe”: La prostitución infantil. <br />
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Tu silencio es cómplice. Si no ayudas a romper estos mitos, seguirán funcionando y yo seguiré sintiendo vergüenza de hablar de mis abusos. Y eso me entierra. Porque el silencio es lo que me condenó a una infancia destruida y romperlo es lo que me sana. Y a nivel de denuncia igual. Si se calla se acaba protegiendo al agresor y a las redes de prostitución. Ni enfermos, ni locos, ni nada. Si no denuncias, si no ayudas a eliminar estos mitos, si no apoyas un cambio en las leyes que regulen y condenen con mas contundencia todos estos hechos, estás ayudando a perpetuar el delito y a que los delincuentes permanezcan impunes. <br />
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<span style="font-size: large;">“Si no eres parte de la solución, eres parte del problema”</span> <br />
Vladímir Ilich Uliánov, «Lenin». (1870- 1924) político ruso y primer dirigente de la Unión Soviética.
<!--EndFragment-->Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-43198763722046857252012-05-19T23:55:00.000+02:002020-07-25T14:11:22.064+02:00MÁSCARAS DE ARLEQUÍN<br /><br />Durante estos últimos años he leído muchas historias de abusos, muchas. Unas más explícitas, otras tan solo dibujaban su forma, su silueta, pero todas las historias reflejan miedo, silencio, dolor, vergüenza, culpa… y resignación. Resignación ante una situación insostenible la mayoría de las veces, pero que de alguna manera hemos conseguido mantener en equilibrio. Manteniendo la equidistancia entre la abominación del abusador y nuestra cordura, con titánico esfuerzo por nuestra parte en muchas ocasiones. <br /><br />En situaciones límite el hombre es capaz de soportar todo tipo de vejaciones. Hay millones de ejemplos en la prensa diaria. Abusos de poder, dictaduras, atentados, guerras, genocidios, catástrofes naturales… los que lo ven desde fuera siempre piensan que ellos no lo soportarían. <a name='more'></a><br /><br />Yo no puedo ni imaginar cómo hubiera sido convivir de manera habitual con dos o tres abusadores, como es el caso de alguna superviviente que siempre ha sido consciente de ello, haber sido prostituida desde mi infancia o haber vivido con mi padre criando hijos-nietos para él. He conocido historias desgarradoras, de niñas introducidas a la fuerza en coches de extraños, abordadas en un ascensor o amenazadas en un parque infantil a punta de navaja. He leído relatos espantosos como el de una víctima a la que su madre le sujetaba la cabeza mientras su padre la penetraba porque <i>“el no tiene bastante conmigo, compréndelo”</i>. Creo que de haber vivido esas situaciones me hubiese vuelto loca o me hubiese suicidado… o tal vez no. Nunca conocemos nuestros límites hasta que no los rozamos y la capacidad de aguante de nuestra psique es enorme. <br /><br />Cuando los que desconocen la realidad de los abusos leen mi blog se sorprenden. Muchos se han dirigido a mí diciéndome que ellos no hubieran soportado pasar por lo que yo pasé. Incluso alguna víctima me lo han dicho. Entre los supervivientes es un denominador común. Tendemos a minimizar nuestras historias personales quitándoles importancia, mientras nos horrorizamos al conocer las de otros supervivientes. Y una vez pasada la tormenta, cuando el sol vuelve a brillar, no nos parece que sea para tanto, siempre y cuando no volvamos la vista atrás y veamos los destrozos que el tornado ha dejado tras su paso por nuestra vida, si es que queda algo en pié. Supongo que es una forma de asimilar lo que nos ocurrió, uno de nuestros primeros recursos para afrontar lo inafrontable. Restar importancia a los hechos, pensando que otros lo han pasado peor, por lo tanto uno mismo no tiene derecho a quejarse. <br /><br />Y eso es un recurso que ahora todavía empleo para sobrevivir. Resto importancia a lo que ocurrió. Cuando volví con mis Padrinos en mi adolescencia, en mis Años Oscuros, revivía los recuerdos y deseaba enterrarlos en el fondo de mi mente. Otras veces dudaba de esos recuerdos, y pensaba que era una loca que sólo imaginaba tortuosas escenas sin ninguna razón aparente. Pero de alguna manera no era consciente de los daños y las consecuencias. Y ya adulta, tras la Hibernación, apenas estoy empezando a reconocer los daños que mi infancia me ha dejado. Pero aún le quito importancia a mi propia historia, aún creo que no fue para tanto. Ya he dicho alguna vez que jamás asocié mi comportamiento en los Años Oscuros ni muchas de mis “rarezas” actuales a los abusos. Es algo que estoy aprendiendo ahora. <br /><br />Y me cuesta. Me cuesta mucho verlo. Todavía hay días en que me levanto pensando que yo soy así de rara, que no se trata de secuelas. Y cuando reconozco los daños, entonces pienso en lo afortunada que he sido. Yo tuve a mi Madrina, la mayoría de las víctimas no tuvieron a nadie. Yo tengo a mi marido, muchas víctimas, tras sus abusos infantiles, les ha costado encontrar una pareja estable, o han sufrido, o sufren mas abusos y maltratos por parte de otros. A veces mi Monstruo me recuerda que yo tuve suerte, mucha suerte y que no tengo derecho ni siquiera a contar mi historia. Y me regaño a mi misma porque después de todo no fue para tanto si he conseguido salir adelante. Incluso cuando consigo ver la gravedad de los acontecimientos que ocurrían detrás de la puerta de la calle, en las pocas ocasiones en las que me “conecto” con mi pasado y soy consciente del horror de lo que hizo mi padre, mi Monstruo me pregunta de manera abyecta porqué sigo viva, porqué no me maté cuando ocurrió, o cuando lo recordé. Y paso periodos en los que solo siento la necesidad de pedir perdón por estar viva. <br /><br />A veces me preguntan qué hice para aguantar, cómo he mantenido la cordura, cómo es posible que me vean así al conocer mi pasado. No lo sé, realmente no lo sé. En el libro de “El coraje de sanar” se habla de honrar lo que hicimos para sobrevivir. De los recursos que empleamos entonces para aguantar lo que nos hacían y todo lo que conllevaba. Uno de esos recursos para soportar los abusos es, como ya he dicho, restar importancia a lo ocurrido. Otro es olvidarlos. <br /><br />La capacidad de olvidar es un estado muy habitual entre las víctimas. Ha sido el recurso primitivo que nuestra mente ha utilizado para soportar los hechos. A veces el lapsus de memoria es total y absoluto, y de repente un día todo vuelve a tu mente dejándote una desesperación impresionante. Porque en ese momento descubres que tienes una vida basada en una mentira. En mi caso esa capacidad para olvidar ha sido relativa. Siempre dije que lo recordaba todo pero llevo dos años en una infernal máquina del tiempo que me devuelve trozos de película cada cierto tiempo. Y está siendo demoledor porque empiezo a comprender que mi mente ha utilizado recursos extremos para protegerme. El día que supe que habían existido otros abusadores, me hundí porque no los he recordado hasta ahora. ¿Por qué lo olvidé? ¿Cómo es posible olvidar algo tan importante de tu pasado, algo que te ha marcado tanto en la vida? ¿Es posible tener una laguna de memoria tan profunda que ni siquiera recuerdes que lo has olvidado? <br /><br />Tengo entendido que es causado por la disociación. Hace mucho tiempo, leí en un articulo que explicaba que se trata de una separación de todo lo que concurre en una experiencia (pensamientos, emociones, sensaciones, recuerdos, sentido de la identidad…) que normalmente debería haberse asimilado todo junto. De forma que durante un periodo de tiempo, ciertas informaciones que llegan a la mente no se asocian o integran con otras como sucede en condiciones normales. Automáticamente pensé: eso, eso es lo que yo hacía, disociarme, separarme, como si tirase del cable del enchufe y desconectase. O mejor dicho, cómo si me dividiese, como si me clonara como la mitosis de una célula, pero sin que nadie se diera cuenta. <br /><br />Lo experimenté por primera vez con los manoseos de mi padre. En cuanto estaba a solas con él, mi mente se apagaba como una vela, y me dejaba llevar como una autómata, una muñeca de trapo que se deja pinchar por las agujas sin quejarse, la marioneta rota del desván. No recuerdo porque lo hacía, pero sé que fijaba mi vista en un punto concreto y empezaba a cantar siempre la misma canción infantil, como si de un mantra se tratara. Era como bajar las persianas a la consciencia, poner paneles en las ventanas, como si fuera una casa preparándose para el huracán. Y cuando terminaba, simplemente me volvía a vestir y hacía como que no había pasado nada. De alguna manera encajaba el hecho y seguía haciendo los deberes, o sacaba un cuento de la estantería, o daba media vuelta y seguía durmiendo, con una sensación de vacío eterno en mi interior que terminó por volverse apatía. Al final del último año ya no sentía nada cuando me quedaba sola. Absolutamente nada. No sentía, no pensaba, no hablaba, no me movía… era como si hubiese entrado en shock. Ahora, cuando intento rememorar los “después” siempre me viene a la mente esas imágenes típicas de película del oeste, el desierto de Sonora o el Death Valley, en el que se ve un plano largo del paisaje seco, desértico, yermo, en el que el viento arrastra un arbusto rodante y casi se puede sentir el calor abrasador del sol… esa era mi mente al quedarme sola de nuevo. Sólo después, en momentos concretos, me sentía mal, pero no porque recordase lo ocurrido en sí, sino por el hecho de sentirme vacía, rota, sin alegría. Recuerdo acurrucarme en mi cama y sentir que quería desaparecer, disolverme como un azucarillo. <br /><br />Leí a una víctima que relataba que ella imaginaba un armario en el que guardaba todo lo que le ocurría y cerraba con llave. Me parece una imagen muy gráfica de lo que yo misma hacía. Mi proceso de disociación ha sido tan extraordinario, que ya en los periodos de mi infancia en que estaba con mis padrinos, jamás recordaba los abusos. Ni siquiera cuando hablaba con mi madre por teléfono me venían imágenes o pensamientos, era como si nunca hubiese ocurrido, la separación era absoluta. Incluso cuando preparaba mi maleta para ir a casa de mis padres, me preguntaba cuánto tardaría él en entrar en mi habitación, pero era un pensamiento aséptico, sin temor implícito, como algo que fastidia bastante, pero que no puedes evitar. Creo que por eso nunca se lo conté a mis Padrinos. Creo que hasta ahora no he sido realmente consciente de la gravedad de lo que me hacía. Y a causa de esa disociación he olvidado muchas escenas de esos abusos. <br /><br /> A medida que pasaban los años, esa desconexión fue tan habitual, acabó siendo tan perfecta, que ahora soy capaz de desafiar a cualquiera a conseguir que me hagan cosquillas. Conozco a la perfección los mecanismos para apagar el interruptor, para no sentir ni reaccionar ante ningún estimulo. Mi fisioterapeuta, que me trata las contracturas musculares, siempre me dice que le encanta trabajar conmigo porque me relajo de manera asombrosa y puede manejar mi cuerpo con total libertad. Hace un par de años me corté con un vaso, tuvieron que ponerme cuatro puntos de sutura en la mano y no podían ponerme anestesia. Ni me enteré. El mecanismo sigue igual de engrasado que el primer día. <br /><br />Pero a veces ese mecanismo de desdoblamiento, de desconexión, ha ido más allá. Ahora soy consciente de que tengo periodos de ausencia que duran varios minutos. Lo cierto es que ni siquiera sé cuando me ocurre. Es como si diese saltos temporales: ahora son las ocho, ahora son las ocho y diez, y el aceite esta humeando, o se ha incendiado la sartén. A veces, cuando estoy sola en el trabajo, hablo en voz alta. En alguna ocasión me he sorprendido a mí misma expresando en alto mis pensamientos con gestos incluidos, y supongo que si alguien ha cruzado la puerta del establecimiento en ese momento, me habrá tildado de loca, porque ni yo misma sé el tiempo que duran esos periodos de abstracción. <br /><br />Otras veces me divido en dos personas a la vez. Es difícil de explicar, pero cuando hablo con alguien, cuando mantengo una conversación, a veces estoy ensimismada observando sus manos, el dibujo de su camiseta o tengo la cabeza en otro sitio, pensando en lo que ocurrió hace media hora o lo que tengo que hacer mañana, y apenas atiendo a lo que me está diciendo. Escucho sus palabras, asiento, incluso contesto con monosílabos o frases cortas, pero es como si lo escuchara desde lejos, como si lo oyera desde kilómetros de distancia. Y lo mas gracioso es que nadie se da cuenta de ello. Sólo cuando pasan unos días y me recuerdan la conversación, me doy cuenta de no recordar algún detalle que se me comunicó entonces. Soy perfectamente consciente de ello, no es que desconecte, pero es como un actor representando una comedia mientras en su vida personal estuviera intentando superar un problema grave. Su profesionalidad no se pone en duda, ningún asistente a la función diría que ese personaje tan gracioso guarda debajo a una persona preocupada o triste. <br /><br />Creo que todo está relacionado con la disociación que empleaba de niña. Restar importancia, olvidar, desconectar o dividirme. Incluso negar que eso me afectó de alguna manera. Pensar que lo que yo hice en mis años oscuros no era producto de los abusos, sino que yo era una mala persona, una inepta, desobediente y estúpida. Yo no era digna de confianza, era temeraria en mis acciones y estaba loca. No asociaba de ninguna manera los abusos con mi comportamiento porque además empecé a olvidar detalles de mi infancia. <br /><br />Ahora sé que muchísimas cosas que me ocurrían de niña han desaparecido, a causa de esa disociación, de mi mente consciente para volver sólo en mis pesadillas. Pero lo que ha quedado en el recuerdo consciente, lo que al principio me provocaba imágenes, pensamientos y sensaciones recurrentes, que me hacían un daño insoportable, se ha ido diluyendo, y ha acabado siendo como un dato estadístico, como si no me hubiese ocurrido a mí. Como si solo hubiese sido testigo de los hechos. Muchas veces pienso, hablo y escribo de mis abusos como si contase algo de una amiga a la que le ha ocurrido. <br /><br />Es algo que estoy descubriendo ahora. Vivo la mayor parte del tiempo desconectada de mis sentimientos. Sé que hay supervivientes que no soportan ver en el cine o en televisión escenas violentas, sobretodo violaciones a mujeres y daño a niños. A mi no me ha ocurrido casi nunca. Tal vez cuando fui madre, cuando mi hijo era pequeño, tuve una temporada en la que me afectó un poco ver lesiones de cualquier tipo a los niños. Siempre pensé que era por el hecho de ser madre, ahora ya no estoy tan segura. Porque nunca me han perturbado las escenas violentas especialmente, de hecho soy muy aficionada a los thriller y las películas de miedo o de acción con mucha violencia, pero creo que ahora que me estoy “reconectando” empiezo a experimentar mas, a sentir mas. Algunas películas me emocionan, a pesar de conocerlas, y es como si las viese por primera vez. <br /><br />Tengo muy claro que en mi matrimonio él es el que da y yo la que recibo. Dicen que hay gente que es feliz solo con dar su cariño. Supongo que mi marido es uno de ellos. Porque yo me siento incapaz de demostrarle apenas nada. Le quiero, o creo que le quiero, pero soy incapaz de demostrárselo. No tengo ni idea de cómo se hace eso. Creo que soy insensible a algunas manifestaciones de afecto. <br /><br />De hecho, no me gusta que me toquen. Y menos aún cuando tengo una crisis o estoy enferma. Es cuando menos soporto a nadie. No me gusta que me cuiden, me mimen, me traigan calditos. Quiero que me dejen sola, con mi dolor. Que nadie ose molestarme porque suelo gastar muy mal humor, y después me siento culpable de tratar así a la gente, qué culpa tienen ellos… Supongo que es una reminiscencia del pasado: yo me curaba mis propias heridas. Y ahora no soporto que se refleje mi debilidad, mi fragilidad. Y por lo tanto nunca pido ayuda. <br /><br />No me gusta que me regalen nada en mi cumpleaños, o me feliciten por el trabajo bien hecho. Me sorprende mucho cuando alguien lo hace y no sé muy bien como agradecerlo. Y me siento una egoísta egocentrista cuando no reacciono ante esas demostraciones de cariño. <br /><br />Es la mejor barrera que he conseguido levantar alrededor de mi para sobrevivir: bloquear sentimientos. Los sentimientos pueden mostrar debilidad, y yo no podía permitirme eso por mas tiempo. Viví mi infancia con un cartel en la frente que decía “ aprovéchate de mí, abusa de mí”. Cada vez que me mostraba sensible, alguien se aprovechaba, y eso tenía que acabar. He creado una coraza alrededor mío. No sé muy bien si para protegerme de los demás, o para evitar que escape yo. Supongo que hablar de mis abusos es también una forma de mostrar sentimientos, por lo tanto siempre he creído más seguro no hacerlo, para no ser vulnerable, y ahora me es muy difícil contar algo sin que el llanto me venza. Me cuesta hablar de viva voz de mis abusos a no ser que desconecte previamente una parte de mí. <br /><br />Ahora, cuando le cuento a alguien o tengo las sesiones con mi psicólogo, si me desconecto de mis sentimientos y hablo con frialdad de mis abusos, tengo a mi Monstruo sentado ante mí con un altavoz junto a mi oído que me repite una y otra vez: ¡Mentirosa, traidora, falsa. Todo es producto de tu imaginación, y has conseguido engañar a todos! Creo que es por esa desconexión. De alguna manera mi mente juega al escondite conmigo, y a veces si al recordar no percibo mis sentimientos en ese momento, entonces pienso en que no es cierto. <br /><br />Porque el único sentimiento que nunca he conseguido controlar es el dolor del alma, mi propio dolor. Y ante eso mi único recurso es desconectar esos sentimientos. O ocultarlos al mundo. Aún me siento vulnerable si demuestro mi tristeza. Cuando me siento mal me dejo caer en el llanto, pero eso sí, a escondidas. No dejo que nadie me vea llorar. Me encierro en el baño o en mi rincón intelectual, con la música a todo volumen por los auriculares, y me abandono. Me dejo llevar por el dolor, me centro en él, casi me regodeo. Si no se trata de un recuerdo nuevo, suelo estar uno o dos días cerrada con mi Monstruo, dándole de comer, alimentando su ego. Sus efectos pueden durar días pero tras la primera inyección de dolor la insensibilización vuelve y aunque los sentimientos que me infunde pueden durarme varios días, (como culparme por algo que creo haber hecho o verme horrible), después me pongo la careta y soy una gran actriz. Los clientes siempre me agradecen mi amabilidad. A veces creo que me he creado una máscara para mostrar al mundo, que muestra tan solo una parte incompleta de mí, falsa, ocultando la realidad. <br /><br />Porque es entonces cuando entra en juego la dualidad. Una dualidad impresionante. Cuando estoy mal soy más sarcástica. Si alguien bromea conmigo sigo la broma, me vuelvo más mordaz si cabe, y me río. Me río a carcajadas mientras me desangro por dentro. Y en el momento en que me quedo sola, descargo todo mi dolor en el llanto. Y cada vez que finjo, cada vez que pongo buena cara, cada vez que disimulo, el dolor se intensifica, profundiza y quiebra mi alma como un cristal. Es como llevar una careta, una máscara veneciana que tuviera cuchillas en su cara interna. <br /><br />Nunca hice terapia hasta ahora. Mi mente se ha fortalecido a base de callos, de durezas, de capas creadas con los años para proteger las heridas más vulnerables de mis recuerdos. Mi mente ha entrelazado toda una red de telarañas que he usado para defenderme del mundo y de mí misma. He tejido una malla que se ha ido acoplando a las inclemencias del tiempo, y que aún hoy utilizo como único vínculo con el mundo exterior. Una malla elástica que sigue adaptándose a todo. <br /><br /> <br /><br /> <span style="font-size: large;">"No te establezcas en una forma, adáptala y construye la tuya propia, y déjala crecer, sé como el agua… El agua puede fluir o puede golpear. Sé agua amigo mío". </span><br />Bruce lee (1940 – 1973) luchador de artes marciales, actor y filósofo estadounidense.Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-49985993406356466632011-12-06T13:12:00.001+01:002020-06-06T22:32:02.782+02:00UN AÑO EN EL AVERNO<br />
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La primera vez que escribí sobre mí misma fuera de mis diarios era Marzo del 2010, porque algo me convulsionó en el alma al leer una de las muchas historias que encontré en la red. <br />
Me parece que ha pasado una eternidad, no puedo creer que haya transcurrido tan poco tiempo -no llega a dos años-. Porque apenas reconozco a la autora de ese texto:<br />
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<i> "Soy víctima de malos tratos y abusos por parte de mi padre. No recuerdo cuando empezó, solo sé que los latigazos con el cinturón y las violaciones terminaron cuando yo tenia trece años. Pero no el dolor. Ese siguió atormentándome tiempo después, con relaciones violentas, masturbaciones compulsivas, drogas e intentos de suicidio.</i><br />
<a name='more'></a><i><br /> Puedo decir que he muerto con veinte años. El viejo hacía siete años que ya no podía conseguirme, (me fui con una tía) cuando mi hermano quiso violarme en la época en que yo creía estar empezando a superar lo de mi padre.<br /> Y eso fue demasiado. No se como ocurrió, pero ese día nació una nueva mujer: ocurriera lo que ocurriera esto se había acabado. Y nadie más me iba a intimidar, o me iba a humillar más de lo que yo misma me humillaba. Y seria la última vez que usasen mi cuerpo para desahogo de ningún tipo. Era el final.<br /> He roto con toda mi familia biológica. Ahora solo tengo a mi marido y a mi hijo, pero no necesito mas. El ave fénix renace de sus cenizas. Y con dolor, como un parto, he vuelto a ser YO. Y nada ni nadie me quitará el cariño que siento por mi misma. ¿quien me va a querer mas que yo?"</i><br />
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Apenas me reconozco en este escrito. La "tía" era mi Madrina, y los que leéis habitualmente el blog, reconoceréis a qué me refiero cuando hablo de mi hermano. Hace un año, que se cumple hoy, abrí el Averno. Y en esos nueve meses que separan mi primer escrito hablando de mí en un blog sobre abusos y la primera entrada de mi propio blog, mi mente era la caldera del cráter que le da nombre. La caldera de un volcán que estaba a punto de entrar en erupción. Porque los temblores internos eran constantes, las señales claras, la sensación de que algo iba a explotar dentro de mí si no empezaba a gritar me fue invadiendo. Y como en un autentico volcán, la lava buscó una salida, un cráter natural por el que expulsar toda su materia de rocas fuego y humo. <br />
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Hacía ya algunos meses que participaba de manera habitual en un blog de deportes dónde tuve la oportunidad de hacer amigos a través de internet. Gentes de todo tipo y condición y con los que compartíamos nuestra afición común pero que además aportaban de vez en cuando pequeñas pinceladas de sí mismos, para dejarse conocer mejor. A algunos ya los conocéis. <br />
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Lo primero que hice fue canalizar el flujo. Empecé a plantearme la posibilidad de abrir el blog, estuve todo el verano dándole vueltas a la idea, e incluso pregunté a uno de mis amigos, autor de un blog, qué coste tenía mantener uno (así de perdida estaba) Y además mi creatividad estaba a pleno rendimiento retocando y reescribiendo partes de mis diarios. Creo que una parte de mí ya sabía que iban a salir a la luz de una forma u otra. <br />
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En octubre me registré en el Forogam, el grupo de ayuda mutua para los que han sido víctimas de abusos sexuales en su infancia, y fue otra chimenea en la que desahogar la presión de la caldera. Creo que fue por esas fechas cuando tuve la primera erupción volcánica: Varios de esos nuevos amigos de internet, conocieron mi condición de víctima. Entre ellos, estaba aquél que me ayudó más en la parte técnica. Y se ofreció a ayudarme en cuanto conoció mi historia. <br />
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El 6 de diciembre, en España es día festivo. Se celebra el Día de la Constitución española, y aprovechando la tranquilidad de aquella tarde, me decidí a intentarlo. Mi amigo se conectó a través de internet, me fue guiando paso por paso hasta que después de unas tres horas, me dijo:<i> “Majuela, Ya tienes lo básico, ahora te dejo para que te muevas y pongas el blog a tu gusto. Yo ya te he enseñado lo que necesitas, el resto depende de ti, pero te estaré vigilando. ;) “ </i><br />
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Lo cierto es que una vez que ya conocía lo principal, no me costó mucho trabajar los detalles, porque ya tenía muy claro qué aspecto quería darle al blog, y mi primera entrada ya estaba perfilada. De hecho, parte de ella había sido mi presentación en el Forogam. <br />
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Al día siguiente colgué la primera entrada. Y tengo que decir que la colgué, porque el blog ya estaba hecho, ya era visible desde el día anterior, con una tontería que había escrito para probar cómo editar, y comentar una entrada, incluso creo que mi amigo llegó a responder a la tontería con otra, también para probar. Todo con buen humor y mucha paciencia por su parte, porque por la mía, le seguía las bromas, y estaba ilusionada con el proyecto, pero debo confesar que mi monstruo andaba aquel día especialmente alborotador. Y esa noche no me dejó dormir mucho. Pero colgué la entrada, porque el blog ya rondaba el hiperespacio, y no podía permitir que nadie diera con un blog, firmado por Némesis lleno de tonterías sin sustancia. Ese argumento cerro la boca al dragón, al menos por ese día. <br />
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Y lo más gracioso es que ahora, releo esa primera entrada y tampoco me reconozco del todo. Me parezco aún mucho al primer día de escuela de Némesis, pero he evolucionado. O mejor dicho: he seguido evolucionando. Me lo han dicho varias personas, varias veces, que yo no era ni mucho menos la misma de hace un año, pero me costaba verlo, me cuesta verlo. <br />
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Pero si hago un análisis crítico de mí misma, creo que tienen razón, y este mismo fin de semana tuve una prueba irrefutable de ello. Porque este fin de semana le he podido contar a mi marido de la existencia del Averno. Aún estoy de resaca, creo que aún no he asimilado lo que significa la conversación que he mantenido con él, en la que además del blog, le he hablado de muchas cosas relacionadas con mi infancia y mis años oscuros, de mis secuelas y de mi relación con él, y realmente la erupción volcánica ha sido devastadora. Pero aún tengo que esperar a que se disipe la niebla y la lava se enfríe para poder valorar si las piedras sobre las que estoy asentada son firmes. <br />
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Mientras espero a que todo vuelva a su sitio, he meditado sobre el camino recorrido, no solo en estos 21 meses sino que he llevado la vista mas atrás, porque leyendo y aprendiendo sobre abusos, he descubierto que muchas cosas, muchas piedras del camino ya las había despejado con anterioridad. De alguna manera, sin saberlo, estaba curando mi propia herida, mucho antes de saber que era una herida. Incluso creo que soy capaz de resumir esa evolución en seis puntos principales, porque soy consciente de algunas secuelas contra las que ya estoy luchando y en muchos casos superando: <br />
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He roto los lazos con aquellos que me hacían daño, con los que me manipulaban. Tal vez otras personas me sigan engañando, pero al menos seré consciente en algún momento de ello y podré revelarme, porque cuento con el conocimiento y las armas para ello. Ya he cortado los hilos de marioneta que me impedían caminar. Creo que esto lo he ido haciendo desde hace unos diez años, poco a poco. Y estoy casi segura que la última vez que vi a mi padre, el día que volvió a mi consciencia uno de mis peores recuerdos, fue el catalizador del inicio de ese proceso. <br />
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Soy capaz de controlar las retrospecciones, las imágenes del pasado que a veces se imponen. Ya no me hundo como antes. Ya he aprendido a esquivar los mordiscos de mi monstruo. Y aquellos recuerdos que aún permanecen ocultos, aquellos que aún me dan miedo, ya no me avergüenza pedir ayuda para enfrentarlos. <br />
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Ya no me siento sucia. Ya no siento vergüenza. Aun me falta mucho para aceptarme, pero al menos ya puedo mirarme al espejo sin apartar la vista con rapidez. Al menos como persona, veo en mí a alguien de quien sería una buena amiga. <br />
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Ya no siento que me merezca ser maltratada o que no importa lo que haga de mí misma. Aun cuando todavía no distingo bien si algunas decisiones que tomo son correctas, me acepto y me cuido. Estoy aprendiendo que no soy culpable. <br />
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Puedo hablar de viva voz de mis abusos. Una de mis mayores trabas. Sería capaz de escribir hojas y hojas sobre esto, pero mi voz, mi voz se volvía una bola en mi garganta que incluso me impedía respirar. Y a pesar de que en alguna ocasión aún quiere traicionarme, creo que ese bloqueo ha quedado por fin roto. Primero con mis Padrinos, en junio, con los que me vi obligada de alguna manera a hablar porque me di cuenta que siempre nos hemos movido por supuestos. Imaginando los unos lo que sabían los otros, y quise aclarar algunas cosas. Y después con mi marido. <br />
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Y soy capaz de decir que fui maltratada y violada, que sufrí vejaciones, que he sido víctima de incesto. Le he puesto nombre a las cosas. Os parecerá una tontería, pero no he sido consciente de ello hasta hace poco. He roto el silencio, no solo con los demás, lo he roto sobretodo conmigo. <br />
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Hoy es el cumpleaños de este blog, y después de resumir en seis puntos mi evolución, mis logros, para celebrar el cumpleaños de Némesis, hoy voy a romper otro tabú. Voy a mostrar mi propia imagen.<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-4oici9_9qH8/Tt4HBD5lvxI/AAAAAAAAAGY/aASY44u6UEg/s1600/jul.+76.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="277" src="http://4.bp.blogspot.com/-4oici9_9qH8/Tt4HBD5lvxI/AAAAAAAAAGY/aASY44u6UEg/s400/jul.+76.jpg" width="400" /></a></div>
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Tenía 9 años, y aunque él ya abusaba de mí, aún no había pasado lo peor. La foto está hecha en la misma localidad del faro que veis siempre en el fondo de la entrada. En la casa de la playa con mis Padrinos. Mi Madrina es la fotógrafa.<br />
Felicidades, Némesis.<br />
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<i><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">“Muchas veces soy capaz de creerme seis cosas imposibles antes de desayunar”</span> </i><br />
Alicia en el país de las maravillas. (2010) Tim Burton.</div>
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<br /></div>Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-59575199996434395342011-11-19T00:10:00.001+01:002020-04-22T10:49:44.160+02:00CARTA ABIERTA A LA SOCIEDAD<br />
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Respetado político, estimada prensa, querida sociedad: <br />
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Me dirijo a ustedes con intención de explicar una situación anómala que viene aconteciendo desde la noche de los tiempos, pero que hasta ahora no hemos sido capaces de reconocer como un problema. Un problema muy grave. Hablo de los Abusos Sexuales Infantiles. <br />
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A veces creo que el mundo entero vive dentro de una cueva oscura, y sólo unos pocos nos atrevemos a ver la realidad. Porque parece que todo el mundo se empeña en mantener los ojos cerrados. Como si no desearan mirar por si mismos una realidad que se esconde detrás de las puertas, dentro de las camas, en los dormitorios infantiles, en el fondo de los armarios, enterrado bajo tierra, como los muertos. <br />
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<a name='more'></a><br /><br />
La historia está llena de relatos y situaciones que hoy en día no se deberían concebir como normales. En la antigüedad ya se leían relatos de niños “iniciados” en el sexo por sus mentores o de niñas vendidas como propiedad de su padre a otros hombres sin ningún reparo. En la edad media el noble, amo y señor de las tierras que regentaba tenía no sólo el derecho de pernada sino además, el acceso a todas las hijas e hijos que sus vasallos dejaban bajo su protección. Y ahí muchos se han ensañado con sus súbditos. Han existido muchos casos en la vieja Europa de reyes y reinas desposados cuando aun eran niños y el mismísimo Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, llegó a pensar que las mujeres teníamos mucha imaginación al no poder creer la innumerable cantidad de pacientes que aseguraban haber tenido una infancia incestuosa. <br />
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A todos nos parecería una barbaridad que hoy en día se siguieran dando estas situaciones. Nadie estaría dispuesto a aceptar que, por ejemplo por razones de estado, la Infanta Doña Sofía, nieta de los Reyes de España, fuera casada con 8 o 9 años y mucho menos que su marido fuese un hombre se 30 o 40 años. <br />
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Siento mucho decirles, estimados lectores, que estas situaciones no forman parte del pasado. Y no voy a remitirme a países del tercer mundo, al África negra, donde la ablación sigue siendo práctica habitual, o a los países árabes, donde aun se casa a las niñas para saldar deudas familiares. Está ocurriendo aquí, ahora. En el portal de al lado, a la niña que va a la clase de su hija, a los hijos de su mejor amiga. No de manera “legal” pero sí de manera oculta. Y no me refiero al tráfico de niños utilizados en redes de prostitución que existen escondidos dentro de nuestra sociedad perfecta. Me refiero, concretamente al abuso intrafamiliar, el que se comete todos los días en casa al abrigo del secreto del agresor y que la víctima, por miedo y vergüenza también mantiene. <br />
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Si, lo sé. Muchos no me creen. Las cifras dan miedo. Algunos sugieren que se engordan para que las asociaciones reciban más dinero. O que los adultos que nos decidimos a hablar después de años sólo queremos venganza, dinero o atención; cuando no se sugiere directamente que mentimos. Nadie esta dispuesto a admitir que no lo ve. No pueden creer que no se hayan dado cuenta. Aún se sigue pensando que eso no le va a tocar a uno cerca de su casa. Jamás imaginan que hoy mismo pueden haber estado hablando amigablemente con un depredador. No se les pasa por la cabeza que su sobrino puede estar guardando con enorme vergüenza su secreto. Y por supuesto, a sus hijas jamás las tocará nadie. Mamá nunca se relacionaría con semejante calaña. A no ser que las niñas tengan la mala fortuna de cruzarse con un enfermo de esos que seguro que vive escondido entre los cartones del supermercado. <br />
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Llevo varios meses escribiendo un blog en el que cuento mi propia experiencia y algunos meses más aprendiendo sobre la realidad oculta que existe bajo la superficie. Una verdad incómoda que nadie parece dispuesto a destapar. Tengo costumbre de colgar en el Facebook un enlace al blog cada vez que publico una entrada nueva, y muy a mi pesar, apenas la comparten tres o cuatro amigos. La mayoría de la gente pasa olímpicamente del link, y obvian todas las noticias relacionadas que cuelgo de vez en cuando. En alguna ocasión me señalan con un “Me gusta” el comentario, pero es rara la ocasión en la que colaboran en la difusión. Los únicos que publican casi exclusivamente toda la información que cuelgo son otras víctimas que me conocen de un foro de ayuda mutua en el que estoy suscrita. <br />
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No les culpo. Yo he tardado cuarenta años en hablar de mis abusos. Sé por experiencia que es un asunto difícil, que no gusta. Es como hablar del hambre en el tercer mundo, la energía nuclear o las injusticias sociales existentes en el barrio marginal de tu ciudad. Supongo que a mí se me puede acusar del mismo delito. <br />
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Creo que todos lo hacen –lo hacemos- por miedo. Miedo a que las conciencias no nos dejen dormir por la noche, sabiendo que se puede recordar y reconocer haber visto alguna vez indicios claros de abusos sexuales infantiles y se ha mirado hacia otro lado. <br />
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Las cifras son demoledoras: 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 6 niños han sufrido algún tipo de abuso sexual; y dentro de ese grupo, el 25% han sufrido algún tipo de violación oral, anal o vaginal. Y solo 1 de cada 10 personas que conocen o sospechan de un caso de abusos lo denuncian. <br />
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Espero que todos nos demos cuenta de lo que estas cifras significan: haciendo una media y echando un poco de imaginación, cuatro de las diez personas con las que hemos hablado en las últimas veinticuatro horas, o que se han tomado un café en nuestra cafetería favorita han sido víctimas de abusos de algún tipo, -tocamientos, exhibicionismo, ser fotografiadas o grabadas en vídeo…- y al menos una de esas personas, ha sufrido, además una violación con penetración en una parte de su cuerpo, antes de cumplir los 17. <br />
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Aunque solo sea por pura estadística, todos hemos estado en contacto con más de una víctima sin saberlo. <br />
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Y a todos nos avergüenza creer que no hicimos nada. Y para que esas conciencias se tranquilicen, la sociedad como colectivo silencia el enorme problema que son los abusos. <br />
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Algunos minimizan el asunto y no lo consideran un problema grave: "E<i>ra muy pequeño, es imposible que se acuerde, no le ha hecho daño, El niño lo interpretó mal".</i> Los hay incluso que los justifican: "<i>De niño el agresor sufrió mucho, por eso lo hace, no se da cuenta, solo tenía que haberle dicho que no, la culpa es de la familia de la niña, que no la vigila y se lo permite todo…"</i> Cuando salen noticias en la prensa de niñas de 13 años que quedan embarazadas, he leído comentarios que argumentan el hecho: <i>“no hay moral, las visten como putas, se deja que niñas de 13 años tengan sexo …” </i> cuando en realidad no es sexo, son abusos. La niña no sabe que puede decir “no”. No tiene capacidad para negarse, o la han engañado para que acceda sin ser consciente de todo lo que vendrá después. <br />
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Porque creo que poca gente es consciente de lo que viene después. Mi blog es solo una pequeña muestra. Y la gente que lo lee, los que no son supervivientes, aun se sorprenden de las cicatrices que tengo. La lista de secuelas es enorme. Nadie imagina la cantidad de detalles de nuestra vida posterior que se han trastocado por los abusos. Nadie me cree cuando digo que mi olfato atrofiado es producto de mi infancia. <br />
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Y para mayor espanto se cree que la media de un abusador es de entre cuatro y nueve niños y/o niñas víctimas de su agresión. Habría que preguntarse, cada vez que se detiene a uno, ¿cuántas víctimas existen ocultas, si se calcula que solo se descubre una mínima parte de todos los casos? <br />
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Pero no voy a hablar de cifras porque entiendo que son enormes y la gente no las cree. A la mayoría de la gente le parecen exageradas porque eso significaría que deberían conocer al menos un caso de primera mano, como he puesto en mi ejemplo de la cafetería. La principal razón por la que el asunto permanece oculto es que se retroalimenta el problema: Yo, que soy una víctima, jamás le diré a alguien que no se cree esas cifras que mi padre abusaba de mí. Porque una de las primeras consecuencias de sufrir abusos en la infancia es la culpa. Nadie nos explica porqué ocurre, porqué nos tocan, porqué se desnudan o nos muestran pornografía, nadie nos explica porqué nos violan, y automáticamente nos da vergüenza que alguien más lo sepa, porque de alguna manera creemos ser coparticipes de algo asqueroso. Un niño jamás cuenta que esta siendo abusado. <br />
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Los pocos casos que se descubren son de manera accidental. Con el paso de los años la mente puede esconderlo. Muchas víctimas lo han olvidado durante años, numerosos estudios lo confirman y puede salir a la luz de nuestra consciencia muchos años después, por un embarazo, la muerte de un ser querido, un accidente… Y tanto los que lo hemos recordado siempre como los que lo habíamos olvidado, cuando somos adultos, al contarle a alguien escéptico que tu padre te violaba cuando eras niña corres el riesgo de que te diga que lo imaginas, exageras o mientes, porque esas cosas se supone que se deberían contar cuando ocurren, no varios años después. Te acusan de querer inspirar lástima o de buscar venganza. Y es tan doloroso como acusar a una mujer que denuncia su violación de haber provocado al agresor con su ropa o su forma de caminar, o que se lo inventa. Y como yo no lo cuento, como la inmensa mayoría de las víctimas no lo cuenta jamás, el resto de la sociedad no se entera. Si ya sufrimos la humillación de perder nuestra infancia y el miedo a hablar, la incredulidad de muchos nos hace sentimos abandonados a nuestra suerte. Por eso las cifras permanecen ocultas.<br />
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Si encontramos a alguien digno de nuestra confianza, y nos atrevemos a contarle nuestro dolor, en algunos casos, nos piden que sigamos callados. Es vergonzoso que tu familia sepa que a tu novia la tocaba su tío en su habitación, después de convencerla con unos regalos que tenía guardados para ella en su armario. Nadie está dispuesto a reconocer que a su marido, su padre le masturbaba en el baño, cuando se duchaba. Y el mundo sigue pensando que esto es mucho menor de lo que es. <br />
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Después, cuando por fin hemos roto ese silencio, y nuestra compañía asume que no queremos callarnos, porque tarde o temprano la bomba explota y deseamos hablar, entonces llegan los cuidados paliativos para ellos mismos: Nos piden que no hablemos, que nos hace daño hablar, para no oírlo ellos. Es cuando te dicen que lo olvides, que ya es pasado, que porqué vuelves otra vez con eso… Y esto no se olvida así como así. Yo no tengo un interruptor en la cabeza que enciendo y apago a voluntad para recordar u olvidar cuando mi padre me metía mano. La mente de un niño es manipulable para lo bueno y para lo malo, y al igual que vosotros sentís nostalgia de los Reyes Magos o del Ratoncito Pérez, y que escondéis los juguetes que les compráis a vuestros propios hijos hasta el momento oportuno porque una vez creísteis en ello, yo también recuerdo el juego macabro que me enseñaron de niña. <br />
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Las secuelas pueden ser enormes si no me ayudan. Que a nadie se le ocurra dudar ni por un momento de la gravedad de lo que una víctima cuenta. Da igual si sucedió una tarde en casa del vecino o los abusos se alargaron durante años por un familiar. La vara de medir la establecemos nosotros, las víctimas. Nosotros sabemos mejor que nadie la gravedad de nuestros abusos, en base a cómo nos afectaron. <br />
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Todo nuestro mundo gira alrededor de ese infausto momento en que ultrajaron nuestro cuerpo. Y no se puede esconder en el desván porque el recuerdo está vivo y hasta que no nos recuperemos campa a sus anchas por nuestra mente, seamos o no conscientes de ello. Y existen consecuencias y comportamientos que jamás conseguiremos hacer desaparecer. <br />
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Ahora me gustaría dedicar unas palabras a algunos grupos sociales concretos que creo que deberían revisar sus códigos deontológicos. En primer lugar quiero dirigirme a la prensa: <br />
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Si, <b>la prensa</b>, los medios de comunicación, el cuarto poder. A todas esas personas que crean y modifican opinión, que sólo si quieren, pueden hacer de un asunto concreto un drama, una fiesta o un conflicto. <br />
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Porque todavía es casi anecdótico en las noticias, porque se hace referencia de algún caso en la sección de sucesos, pero tan pronto como se relatan los hechos, se olvidan. Nunca más se vuelve a saber. Nunca se cuenta lo que ocurre detrás de la noticia, los años de injusticia que en muchos casos hay detrás, las ocasiones en las que el acusado del delito sale impune o que las otras víctimas de ese mismo agresor es posible que no hablen jamás. Se trata el tema de manera aséptica, sin entrar en el fondo del problema, y en muchas ocasiones con insinuaciones a cerca de la integridad de la víctima que rozan la desvergüenza. O situaciones en las que incluso el agresor se “aprovecha” con vuestra colaboración interesada de la situación, cuando estáis dispuestos a pagar al infame o a alguien asociado a él una cantidad indecente de dinero por sus declaraciones, sólo por el reporte económico que vais a recibir en publicidad. Vendiendo morbo disfrazado de “denuncia social”. <br />
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Y cuando la prensa se pone “seria” con el asunto, siempre es por un interés oculto tras la denuncia. No, no voy a tirar la piedra y esconder la mano, me refiero, por ejemplo, a los casos que pueblan la red con la pederastia en la iglesia. Asunto muy de moda últimamente. Ahí hay mucha tela que cortar, y si bien es cierto que hacéis bien vuestra labor de denuncia contra los dirigentes de la iglesia, esos que para tapar sus vergüenzas esconden el escandalo trasladando a los posibles acusados a otras diócesis, e impidiendo que la justicia haga su trabajo cuando quiere hacerlo, también os aseguráis de recordar el apoyo político del que disfrutaron en el pasado e insinuáis sin nombrarlos en esas denuncias, que todos los católicos simpatizan con esas prácticas o al menos las disculpan, cuando lo cierto es que son gentes de buena fe que pueden sentirse profundamente insultados al verse erróneamente retratados con los curas pederastas. <br />
<br />
Pero no es el único asunto. También hay de vez en cuando prensa mediática que encuentra jugo en casos de entrenadores infantiles o profesores, y ya no hablemos si alguno de los implicados es un famoso de tres al cuarto. En cualquier caso, siempre os movéis por asuntos que poco o nada tienen que ver con la defensa de la justicia o del menor. <br />
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Porque os olvidáis de un detalle importante: la prevención. ¿cuándo tenéis pensado hacer una campaña masiva en condiciones para evitar que siga habiendo personas, que sigan utilizando niños como objetos sexuales? ¿Para cuando una campaña para explicar cómo se debe educar a los niños y a los adultos para que ante la primera acción de un abuso sepan qué hacer para cortarlo de raíz? Si, ya sé, no es vuestra competencia, eso debe hacerlo el estado a través del ministerio de educación o asuntos sociales. ¿Cuándo vais a empezar a meteros con el gobierno correspondiente para que haga algo al respecto? ¿Os parece difícil, costoso, no reporta beneficios económicos? ¿El gobierno actual es de vuestra línea política? ¿o ese tipo de morbo no vende? <br />
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Al <b>poder ejecutivo, legislativo y judicial</b>: <br />
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Nombro los tres poderes del estado porque sinceramente, desconozco cual es el campo de trabajo que abarca cada uno exactamente, y no me atrevo a delimitar sus competencias sin correr el riesgo de equivocarme, pero supongo que gente mas sabia que yo sabrá identificar, distinguir y repartir su parte de responsabilidad. Básicamente me refiero a aquellos que crean, regulan y aplican las leyes. <br />
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Para empezar hablemos de la denuncia, en la que se inicia una rueda difícil de controlar. Cuando alguien entra en esa rueda, sea víctima o verdugo, solo el azar es lo que marca el destino de los implicados. Un azar influido por la actuación de policía, jueces fiscales, y toda la familia judicial. Ya he explicado al inicio de esta carta las razones por las que no hablamos. Nuestro agresor nos inculcó el miedo, nos lo metió dentro, muy dentro y nos es casi imposible hablar. Si ya nos cuesta hablar con alguien en confianza de algo tan horrible, cualquiera debería imaginar lo que supone hacerlo ante luz y taquígrafos. <br />
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Pero quisiera hacer dos distinciones: si se descubre un caso de abusos, y la víctima es menor, se le obliga a declarar y contar con detalle la agresión. En numerosas ocasiones. Ante la policía, ante un perito, ante un médico forense, ante un juez, ante otro perito, ante otro forense, ante otro juez… y en muchas ocasiones esas declaraciones se hacen delante de su agresor. Y en algunos casos con el añadido de ver o saber que su propio cuerpo desnudo está en una foto o vídeo que observan y se pasan de unos a otros. ¿Se imaginan lo que eso le supone a una niña de 9 años, por ejemplo? Y lo mas doloroso es que tiene tal confusión que no puede recordar detalles que le pide el juez, lo que le supone falta de credibilidad, y en muchas ocasiones acaba negando los hechos, porque prefiere callar y guardarse su secreto por el resto de su vida a tener que ser expuesta como una atracción de feria. Algunas víctimas prefieren volver con sus abusadores, sólo para no seguir con el proceso. Nadie imagina el daño y los innumerables trastornos que eso supone a largo plazo.</div>
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la segunda consideración es cuando la víctima ya es adulto. En España existe la prescripción del delito de pederastia y abusos a los 15 años desde la mayoría de edad de la víctima. Es decir tienes hasta cumplir los 33 años para denunciar. Yo le puse nombre a lo que hacia mi padre con 42 años. Jamás hubiera tenido valor para denunciarle antes, casi podría asegurar que incluso ahora, si tuviera la oportunidad no sé si sería capaz. Muchas víctimas permanecen en silencio durante años, y cuando se atreven a hablar, cuando el dolor y el daño los hace por fin romper el silencio, en muchos casos ya es demasiado tarde. Ya no se puede detener al criminal. Y si aún se está en los plazos y por fin se consigue que la denuncia siga adelante, cuando se le consigue condenar, además la ley nos desampara. No es comprensible que a un pederasta le caiga un máximo de 15 años de cárcel, y a nosotros nos caiga la perpetua por las inmensas secuelas psíquicas y a veces físicas que nos ha dejado. Y eso en el mejor de los casos, porque son presos modelo (en la cárcel no hay niños) y muchas veces salen muchísimo antes de finalizar sus condenas gracias a beneficios penitenciarios. Estoy segura de que aún se puede hacer mucho desde las instituciones. Yo misma he podido constatar los cambios que ha habido en los últimos cuarenta años en España, y me imagino que también habrá habido cambios en las legislaciones de otros países, pero sigue siendo muy poco. No dejéis el tema como algo menor. Es muy grave, afecta a mucha gente y no se puede seguir obviando en los programas políticos, y en las informaciones de los diarios. <br />
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La teoría del pretendido SAP (Síndrome de Alienación Parental) un invento de un presunto pederasta, Richard Gardner, que se quitó la vida hace unos años después de dejar lindezas como: <i>“Los niños son naturalmente sexuales y pueden iniciar encuentros sexuales seduciendo a un adulto”</i> y otras similares, y que dedicó su vida a ayudar a pederastas reconocidos a salir absueltos de los delitos de los que se les acusaba utilizando ese supuesto síndrome que no está reconocido por la OMS, ha sido desacreditada por la comunidad científica internacional, es muy dañino para las mujeres maltratadas y sus hijos, y es un arma en manos de maltratadores y pederastas, a los que la Justicia protege y cree firmemente. <br />
<br />
Se pueden leer historias de niños que vuelven con su abusador o se les deja desamparados cuando a su agresor solo le caen unos meses de prisión. Por no hablar de cuando no se incluye el testimonio del menor por un defecto de forma. Definitivamente no creo en la justicia, creo en la gente. Pero me deprime ver que todos miráis hacia otro lado cuando algo no gusta. <br />
<br />
¿para cuando una ley de protección del menor en condiciones? ¿para cuando la desaparición de la prescripción en los delitos de pederastia, abusos y pornografía infantil? ¿para cuando la equiparación de esos delitos con una agresión física grave? ¿Exagero? Es posible. Leí en una ocasión a una víctima que una violación es el asesinato del alma. Mi alma no está muerta, pero puedo asegurar que sí lo estuvo durante al menos 30 años. Si alguien hubiese enjuiciado y condenado a mi padre, éste habría estado libre mucho antes de que yo dejara de pensar activamente en suicidarme. Tal vez no haya matado mi alma, pero me ha dejado una herida tan profunda que apenas puedo respirar. <br />
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Me gustaría ahora dirigirme con cariño a aquellos que habéis tenido un contacto indirecto con el tema, los que habéis sido privilegiados de ser depositarios de la confianza de alguien que, como yo, ha sido víctima de abusos sexuales en su infancia y además estáis dispuestos a ayudar con todo vuestro corazón. Me refiero especialmente a <b>los amigos, la familia, la pareja</b>: <br />
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Te necesito. Ya sé que no me vas a ignorar. Que me darás todo tu apoyo a nivel personal porque me conoces, y no me vas a dejar en la estacada, aunque solo sea para mantener la relación de amistad y cariño que nos conecta, pero necesito que avances un paso más. <br />
<br />
Necesito que reflexiones. No quiero que lo hagas por el vínculo que nos une, aunque sé que yo, ahora, me estoy aprovechando precisamente de eso. Pero necesito que reflexiones sobre los abusos sexuales infantiles. <br />
<br />
Espero que entiendas por fin la razón por la que guardé silencio y no te lo conté antes, si es que ya me conocías. Y espero que entiendas porque me sigue dando vergüenza hablar de ello aunque necesite hacerlo y lo intente tímidamente. Y espero que cuando eso ocurra tú me ayudes a hablar, no me mandes callar, no cambies la conversación y seas capaz de escuchar. Escuchar con el corazón, porque quien te habla no será el adulto responsable, sino el niño que está encerrado en su interior. <br />
<br />
Y espero que cuando escuches, puedas leer lo que aún no soy capaz de explicar con claridad, y espero que, cuando haga falta, des la cara por mí. Debería haber más movilización con este tema, es incomprensible que solo unos pocos (y además victimas casi exclusivamente) estén luchando por ello. Cuando todos los que hemos sido víctimas precisamente es a los que más nos cuesta denunciar incluso a nuestro propio agresor. Cuánto más nos costará denunciar públicamente esta injusticia. <br />
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Por lo tanto, sobre todo y por encima de todo necesito que tú hables de ello. En primer lugar porque me ayudas a mí: si esto no fuera un tabú, a mi no me daría vergüenza hablar de ello y así podría curar mi mente. Y en segundo lugar porque existen más víctimas potenciales que con tu silencio están desprotegidas. Para empezar tus propios hijos. <br />
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Si te has echado a la calle para que tu equipo de futbol no baje de categoría, o has hecho huelga para exigir mejores condiciones de trabajo, o te has manifestado en contra del terrorismo o del gobierno, deberías tener una buena razón para no echarte a la calle en mi nombre. Porque yo no puedo retratarme, yo no puedo luchar contra el mundo, bastante tengo con mantener controlado al monstruo que tengo en mi interior. Bastante tengo con no sentir la incomprensión de mi familia más cercana, aquella que se siente culpable por no haberme protegido en su día. Bastante tengo con no esconderme y desaparecer cuando me tropiezo con alguien que todavía me pregunta si estoy segura de lo que me ocurrió o se extraña de que después de tantos años aún siga rememorando el hecho. <br />
<br />
Necesito que tú, que tienes más autoestima que yo, que no te da vergüenza que conozcan tu rostro, que tienes facilidad de palabra para protestar y explicar qué son los abusos sexuales infantiles sin el miedo irracional a que te vengas abajo o tengas un ataque de pánico, des la cara por mí. Que les cuentes a todos nuestra realidad, que rompas los tabúes y falsedades que sobrevuelan las conciencias de todos. <br />
<br />
Tal vez te pido algo difícil, pero es importante para mi. Necesito que rompas el silencio. <br />
<br />
Y cuando esté contigo, a solas, en la tranquilidad de un paseo por la playa, o la terraza de un café, o sentados al calor de un hogar, necesito que me comprendas cuando me aíslo de todo, cuando me alejo de ti, cuando lloro sin motivo aparente, cuando te respondo mal o cuando guardo silencio. Necesito que entiendas mis cambios de humor y de ánimo. Y mi necesidad de hablar, de sacar fuera mis demonios, esos que a ti te parecen tonterías. Y espero que cuando eso ocurra tú me ayudes a hablar, no me mandes callar, no cambies la conversación y seas capaz de escuchar. Porque normalmente no deseo tus consejos, sólo tu oído. <br />
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Por último quisiera dejar unas palabras a los protagonistas de esta carta, a las <b>víctimas</b>: <br />
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No puedo decirles mucho. Tan solo puedo contarles, a través de mi blog, algunos paisajes que he visto durante el viaje, pero no puedo enseñarles el camino que yo he recorrido, porque mis huellas se las lleva el mar en cuanto sube la marea, y ni yo misma las recuerdo. Y no tengo la receta, la fórmula mágica porque ni siquiera yo sé si estoy en la dirección correcta. No sé cuánto me queda. No sé si lo hago acertadamente. Aún voy a ciegas. <br />
<br />
Pero creo que voy bien. Mi instinto me dice que voy bien, que estoy mejor, que es posible salir de la pesadilla, que no debemos abandonar. Que el camino es largo, y a veces difícil, pero la recompensa es impagable. <br />
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Y ante todo debéis tener muy clara una cosa: Las víctimas somos las protagonistas de nuestra propia historia. Somos héroes que han sobrevivido a horrores inimaginables. Somos mejores que James Bond, Rambo, superman, el hombre-araña, los X-men o Harry Potter. Porque nosotros hemos sobrevivido sin súper-poderes, sin preparación, sin magia, sin armas y lo más importante, lo hemos hecho en la vida real. Nuestra historia es autentica, sin artificios, sin banda sonora, aunque a muchos les parezca una nimiedad porque solo fue una vez, o una leyenda porque es imposible que le haya ocurrido a los hijos de su vecino durante años sin que se hayan dado cuenta, o un thriller basado en un libro de Stephen King. <br />
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Podemos sentirnos orgullosos porque hemos sido héroes a pesar de ser niños. Y tal vez el hecho de ser niños es lo único que nos ha dado ventaja en todo esto, porque es en la infancia donde eres capaz de creerlo todo, de asimilarlo todo, hasta el terror más absoluto. no tienes sentido del riesgo y tu mente abierta te enseña más: mientras los otros niños estudiaban –estudiábamos- para ser los mejores abogados, o el mejor médico; mientras los otros aprendían –aprendíamos- las tablas de multiplicar o a hacer un pentágono regular en el colegio; mientras todos memorizaban –memorizábamos- las obras completas de Miguel de Cervantes; mientras desafiaban –desafiábamos- la ley de la gravedad con los monopatines, las bicicletas o subiendo a los árboles; nosotros además aprendíamos a soportar el mayor horror del hombre, ser la víctima del depredador mas despiadado de la tierra. <br />
<br />
No lo dudéis: Somos los héroes de nuestra propia historia. Y lo somos porque no sólo hemos sobrevivido, hemos podido salir victoriosos de la batalla y curar las heridas que nos deja nuestro depredador. Ahora solo falta que el mundo nos escuche y dé credibilidad a nuestras palabras.<br />
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">“Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo” </span><br />
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John Fitzgerald Kennedy. (1917 – 1963) Trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos.</div>Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-78335923998143163572011-08-09T13:02:00.000+02:002020-04-22T10:52:27.945+02:00EL CIRCO DE LA MARIPOSA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/WPey7ace294?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div>
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El vídeo dura 20 minutos, pero merece la pena.<br />
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Habla de una historia de superación. Habla de que en muchas ocasiones, nosotros mismos nos ponemos los límites. Y habla sobre todo de percepción. De la imagen que tenemos de nosotros, de la que proyectamos a los demás, de la que lo demás nos devuelven.<br />
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Si yo pinto un cuadro abstracto, y pienso que se parece a una locomotora, si digo a todo el que vea mi cuadro que es una locomotora, todos verán una locomotora. Y cuando lo quite de la pared, me preguntarán :¿dónde está la locomotora?<br />
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Yo no soy especialmente creyente, pero hace poco tuve la oportunidad de hablar con un alto cargo de la iglesia católica que estuvo en Lourdes visitando el santuario. Me contó que allí conoció a un matrimonio que iba con su hijo, un niño con una grave malformación, dispuestos a quedarse el tiempo que fuera necesario hasta que se obrase un milagro.<br />
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Días después, volvió a encontrarse con esa familia, regresaban a su país de origen. Les veía felices y optimistas, le saludaron con alegría. Él eclesiástico observó que en el niño no se había experimentado ningún cambio aparente, y les preguntó cuál era el motivo de su regreso, si le habían asegurado que no se marcharían hasta que sucediera algo.<br />
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Avergonzado me explicó que le habían dado una gran lección de humildad. “Su madre me dijo que se había dado cuenta que no había nada que curar. Que la gente no lo vería como un monstruo, porque ella misma se encargaría de enseñarle a su hijo lo hermoso que es. Si el sabe que es bello, todos lo verán bello”<br />
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Creo que es lo que me pasa a mí. Lo que nos pasa a muchos sobrevivientes. Siempre me he visto mal, nunca acepté lo que era como persona, porque alguien colocó esa visión de mí cuando solo era una niña. Y en mis años oscuros reflejé esa imagen a los demás, que me la devolvieron con más humillaciones, con más abusos. Es cierto que la gente se aprovecha de nuestra debilidad, pero en un mundo dónde la humanidad se divide entre leones y gacelas, que tu mismo te pongas el cartel de “herbívoro” no ayuda nada. <br />
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No es fácil. A mi me ha llevado cuarenta años quitarme el cartel. La imagen que tengo de mí como persona empieza a ser mejor, y ahora tengo la sensación de que la gente me ve bien. Incluso me siento útil, una sensación nueva para mí.<br />
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Pero no debo relajarme. Esto solo es el primer paso. Aún tengo que superar el miedo a las alturas para saltar a la piscina.<br />
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“El ojo que tú ves no es ojo porque tu lo veas, es ojo porque te ve.”<br />
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Antonio Machado. (1875-1939) Poeta español.Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-31676482952926226132011-07-02T15:50:00.270+02:002022-06-26T14:15:22.716+02:00FOTOS DEL PARAISOCuando que empecé a leer e informarme sobre los abusos, existía un ejercicio para la rehabilitación que me hace pensar. Pensar mucho. El ejercicio hablaba de nuestra niña interior. Explicaba que debíamos recuperarla, hablarla, quererla… y perdonarla. Y yo no tenía muy claro a qué se refería. Pensar en ella me hacía sentir nostalgia, añoranza. Cuando veía sus fotos, mis fotos, recuerdo cada uno de los momentos en los que se hicieron, el lugar, con quien estaba… Era como si viajase en el tiempo y atravesase el espejo. Como si volviese a la casa de la playa, cerca del faro, donde el Monstruo nunca pudo verme porque jamás estuvo ahí. Era como si entrase en una máquina del tiempo en la que recordaba y aún recuerdo muchas cosas. <br />
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Recuerdo a las mascotas: Colás, Harina, Jai, Cora, Musi, Pelusa, los galápagos en la pecera, los peces del acuario, la caja con los gusanos de seda. Recuerdo a Dina, a Ana Belén, a su madre, a Neli, a María-José, a Sergio, a María, a Victoria, a Teresa, a Reyes, a Pituso, a Mariado, a Carmen, a Paloma… todos son personas que en algún momento de mi infancia han tocado mi corazón, no para herirlo, sino para curarlo sin saberlo. Si, es cierto que nunca hubo muchos amigos. Que muchas veces jugaba sola. El acoso escolar ha sido una constante en mi vida. Supongo que el papel de víctima, de niña extraña que no vivía con sus papás, nos hace ser la diana de los demás con facilidad, y la crueldad infantil, que es original y virgen, no ayudaba en absoluto. Pero a lo largo de los años mantuve cierta relación con un par de amigas que Vivían cerca de casa y por lo tanto, las veía fuera de los horarios de clase. Además de la pequeña pandilla que se reunía todos los veranos en la casa de la playa. <br />
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Pero más que a las personas recuerdo lugares, sensaciones. Recuerdo levantarme temprano los fines de semana sin hacer ruido, despacito para no despertar a nadie e irme a jugar al salón-comedor. Cosa que solo podía hacer en el hogar de los padrinos. Recuerdo el coche a pedales azul que imitaba a los Formula 1 de la época. Recuerdo ir pedaleando y atropellando a todo bicho viviente por la calle, antes de ir a ver a Petra, la vieja osa que tenían en una jaula en el parque. Y después a visitar a los cisnes. Siempre que los veía recordaba el cuento de El Patito Feo. Lo tenían en casa, en un “audio-libro” con un disco de vinilo, de esos que iban a 45 r.p.m. y un narrador con una voz fantástica relataba el cuento con la melodía de El Lago de los Cisnes de Tchaikovski de fondo musical. Adoraba ese cuento, y su música. Pero no por el sueño de los niños de que al hacerse mayores dejarían de ser patitos feos, sino porque siempre tuve la sensación de que había nacido en el nido equivocado. <br /><br />
Recuerdo el centro comercial en el que mi Madrina tenía su negocio. Allí jugaba al escondite con los hijos de Helena, otra empresaria. Recuerdo el taller de manualidades de María Galleta, o la sensación de cruzar una puerta mágica cuando entraba en un local llamado Attrezzo, por los extraños objetos que vendía. El negocio de ropa vaquera del cantante Pablo Abraira, o los muñecos mexicanos del escaparate de otra de las tiendas. Recuerdo las visitas al Zoo y al parque de atracciones, y subir a su carrusel y a la noria. Las tardes patinando en la “súper-terraza” del ático del edificio donde vivía con mis Padrinos. Hacer flores de papel charol en la mesa del salón, la lámpara de la mesita de noche de la habitación que compartía con mi Madrina, hecha con millones de canicas; el ruido de la madera del parquet del pasillo al pisar. Ponerme en el reproductor de cassette la OST de "La Guerra De Las Galaxias" que tanta ilusión me hizo que me regalaran y recrear en mi cabeza cada escena del film una y otra vez. El ruido de la madera del parquet del pasillo al pisar, la brisa fría que me revolvía el pelo cuando me asomaba a la terraza en invierno, los geranios. jugar debajo de la mesa del comedor, donde sus decorativas patas me hacían imaginar una cueva o un templo para explorar. recuerdo cómo me enseñaban a quitar las espinas del pescado con cuchillo y tenedor o a hacer aviones y pajaritas de papel. Los trabajos manuales del colegio, que siempre alguno de los padrinos se quedaba hasta muy tarde ayudándome a terminarlos. las meriendas con chocolate con churros de mis cumpleaños, donde debajo de la servilleta me ponían un muñeco de Snoopy de tela relleno de caramelos. La primera vez que me llevaron a ver una zarzuela, con diez o doce años. Creo que ahí descubrí mi amor por la música clásica, porque ya sabía que mi pieza favorita de entonces no estaba en las principales listas de radio-fórmulas: El "Tema de Leia" de John Williams. Los langostinos a la plancha de un restaurante que visitábamos con frecuencia, o la tortilla de patata con mayonesa de todos los viernes para cenar, viendo el Un, Dos, Tres. Las noches que siempre, me acostara quien me acostara, me daba un beso y me dejaba una lucecita encendida para que no tuviese miedo. Uno de ellos me enseñó a decir “buenas noches hasta mañana” en inglés. La bici que me regaló “El Jefe”, el padre de mi Madrina; y los disfraces que todos los años me traía cuando llegaba a la casa de la playa.<div>
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Es en esa casa de la playa donde guardo parte de mi mejor infancia. Recuerdo los viajes hacia allí, con parada obligatoria en Casa Juanito, donde siempre me compraba el mismo llavero y siempre se acababa extraviando. Jugar en los columpios de los jardines de alrededor de la casa, Recorrer la arena de la playa corriendo hasta la orilla, para no quemarme los pies. Las tardes sentados todos los niños de la urbanización en los bancos que se usaban como “red” de la pista de tenis. La espera en la terraza de la cocina, hasta bien entrada la noche, la llegada de algún miembro de la familia, cuando su coche aparecía por la curva de la carretera tras su viaje desde la gran ciudad. ¡Cuántas veces me quedé dormida en aquella hamaca! Ver desde la orilla del mar al “Jefe”, en la terraza, sentado en su silla de despacho rojo mirando la playa, vigilando que no me ocurriera nada en el agua. Su silbato para avisar que era la hora de comer. Pasar horas en aquella orilla mojando los pies, o dentro del mar -pero sólo hasta la cintura, no me dejaban entrar más allá sola- mirando el horizonte y dejando volar mi inmensa imaginación; inventando cuentos e historias de princesas encerradas en castillos o hadas que impartían justicia a golpe de varita. Ayudar a preparar la mesa para el desayuno colocando los mantelillos individuales de motivos cinegéticos y hacer la "trampa" de que en mi sitio siempre me tocase el mantel que tenía un Setter Irlandés rojo y blanco con la cabeza erguida. el Cola-Cao con grumitos, tan frío que casi te dolía la cabeza al beberlo. Las tostadas de pan con mantequilla, el melón con jamón. El rincón donde hacía mis deberes de verano, con tan buena luz natural, que era nuestro lugar favorito para las fotos. Mi toalla con el dibujo de la señal de STOP (aún la conservo). La casa de mi amiga Reyes, con el cubo de agua en la entrada al patio para limpiarte los pies si venías de la playa. Las sesiones de cine nocturno que nos ponían a los niños, en ese mismo patio, con un proyector iluminando una blanca pared, como si estuviéramos en "Cinema Paraíso". Salir a navegar a la zona del faro, en el barco del cuñado de mi Madrina y anclar en una especie de ensenada que formaban las rocas del acantilado. Allí, que no había corrientes, me tiraba desde el barco a bucear entre las algas y los peces, y era en esos momentos cuando me sentía totalmente libre. Los sonidos amortiguados por el agua y la sensación de “flotar” en el líquido elemento eran para mí como traspasar una barrera y entrar en otro mundo, en otra dimensión. Era como entrar en uno de mis cuentos. </div><div><br /></div><div>Aún hoy me gusta nadar y dar largos paseos por la playa, con mi música en mis auriculares a todo volumen; o sentarme en los espacios alejados de la orilla, donde la arena es más fina y forma dunas entre la maleza de las zonas marítimas sin construcciones ni aceras para pasear, lejos de la zona de paso de los bañistas. Pero tampoco le hago ascos a la montaña. Sentarse en un peñasco en silencio, observando todo un valle encerrado entre cumbres nevadas es para mí un espectáculo inenarrable. Ver la inmensidad del mundo y darme cuenta de lo pequeña que es la vida humana da un valor añadido al conjunto. Y sentir el “poder” de la naturaleza me encanta. De niña las tormentas me daban miedo. Me metía en la cama con la luz apagada para oír el trueno y calcular cuánto tardaba el resplandor. Me habían dicho que cuanto más tardase, más lejos estaba la tormenta. Pero a medida que fui creciendo fui perdiendo ese miedo y ahora, si hay tormenta, busco un sitio privilegiado donde poder ver los rayos descargando toda su fuerza. Ya adulta descubrí un lugar en la costa norte del país donde los acantilados, por efecto del agua, tienen pozos naturales que conectan con la superficie marina. En algunas partes pueden tener decenas de metros de altura y cuando el mar está embravecido, al descargar las olas en las rocas, entra con tanta fuerza que sube por los pozos hasta la parte alta donde puede lanzar el agua, como si fuera un sifón, varios metros de altura. Yo viviría allí, en una casita, el resto de mi vida, contemplando el espectáculo de ver a Poseidón cabreado.</div><div>
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Si. Todavía se puede rescatar algo, no todo está perdido. Mi Monstruo no pudo arrancarme esos recuerdos. Pero todas esas evocaciones son de las temporadas con mis padrinos. He intentado recordar algún momento feliz de la casa de mis padres, y no he encontrado ninguno. Seguro que los ha habido. Es imposible que no hayan existido buenos ratos con mi hermano, el que era de mi edad, o jugando con alguna niña del barrio, pero yo no recuerdo ninguno. Ni uno solo. Tal vez porque no existen imágenes grabadas de allí. A mi Madrina le gusta la fotografía, se le da muy bien. Tengo cientos de fotografías que me hizo a lo largo de los años y en todas se me ve feliz, alegre, soñadora. Cuesta creer, mirando esas fotos, que ya hubiera un Monstruo en mi vida. <br />
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Lo añoro. Veo esas viejas fotos y echo de menos aquellos días. Echo de menos la vitalidad, la tranquilidad cuando me quedaba sola en casa. Echo de menos esos instantes porque cuando me hacían esas fotos nunca recordaba lo que me hacía mi padre. De hecho no echaba de menos a ningún miembro de la familia biológica. A nadie. Echo de menos la voz tranquilizadora de mi Madrina. Una voz musical, aterciopelada, pero firme a la vez. De autoridad, con esa sensación de que lo que decía era la verdad absoluta. Ya no la oigo y a veces la extraño. Pero sobretodo echo de menos mi propia inocencia.</div><div><br /></div><div>
Pensar en mi niña interior me produjo, durante aquella etapa de mi sanación, un gran desasosiego y el deseo de volver a ese refugio seguro en el que nada podía hacerme daño. Cuando escribí esta entrada no sabía cómo reunir a esa niña con la mujer que soy ahora. Había una grieta enorme que me separa de ella, pero además no entendía qué es lo que tenía que perdonarle, porque todos estos recuerdos son felices. ¿Cómo voy a estar enfadada con esa niña tan feliz? Con la terapia y el trabajo personal entendí lo que necesitaba perdonar: a la niña herida, la que vivía al otro lado del espejo. Los abusos y los años oscuros se convirtieron en un punto de inflexión. Porque lo único que había pensado toda mi vida es que tuve la oportunidad de vivir una infancia privilegiada, con el cariño y la estabilidad emocional que me dieron mis Padrinos y que todo niño ansía por encima de todo, y creía que lo había mandado todo a la mierda. Pero eso no era cierto. Yo no mandé nada a la mierda. Yo no hice nada malo. Empecé a entender lo que significaba ponerte en contacto con tu niña interior. Es entender que en tu infancia no tuviste capacidad para cambiar nada, ni bueno ni malo, y sólo puedes escuchar el relato de tu Niña Perdida sin juzgarla. Y mi relato propio decía que lo tuve todo, pero era un regalo envenenado. Mi relato decía que he vivido de alguna manera en mis propias carnes el mito de Fausto. Me llevaron al paraíso a cambio de consentir la peor de las pesadillas. Pero tal vez yo no rubriqué el contrato. Cuando nací, alguien lo firmó por mí.</div><div>
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<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">"Cuando sentimos miedo, disparamos. Pero cuando sentimos nostalgia, hacemos fotos"</span><br />
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Susan Sontag (1933 – 2004) Escritora, filósofa y profesora estadounidense.</div>Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-23731768762110463562011-02-01T18:57:00.000+01:002020-04-22T10:49:44.099+02:00YO SUEÑO<br /><br />Yo sueño con poder hablar con mi pareja de mis abusos sin interrupciones, sin sentirme avergonzada. Sin tener la sensación de que mi pareja esta incómoda con la conversación, de que se lo toma como un trámite desagradable con el que tiene que vivir, como aguantar el comentario del vecino sobre el tiempo en el ascensor. Y sueño con que después del diálogo, donde le he podido explicar todo lo que me ocurre y porqué me ocurre, mi pareja sea capaz de tratarme y comprenderme por completo, sea capaz de leer mis señales sin ese gesto que sin querer, por décimas de segundo, refleja la incomodidad del momento. Sueño con que ha sido mi imaginación la que me ha hecho pensar que a mi pareja le fastidia el tema de mis abusos.<br /><br />Yo sueño con dormir sin pesadillas, con acostarme por las noches sin tener que confiar en la suerte de que esa noche pueda dormir y descansar sin sueños perturbadores. Sueño con levantarme animada y con energías para afrontar un nuevo reto. <br /><br />Yo sueño con sentirme bien en mi cuerpo, con mirarme a un espejo y no sentirme un monstruo, con salir de compras y ver en los escaparates la ropa que me gusta, y probármela y sentirme preciosa. Sueño con estar entre la gente y sentir que todos opinan lo bien que me ven y lo mucho que me cuido, sin el temor a que existan intenciones ocultas.<br /><br />Yo sueño con Salir de mi casa sin sentirme extraña, desarropada, sin desear que el mundo se detuviera para que nadie pueda verme, sueño con salir y poder hablar con los vecinos o los amigos sin sentir que me miran de forma distinta, porque soy un bicho raro. Sueño con hablar en público y sentir que todos entienden mis palabras, aunque no compartan mi opinión, que están llenas de lógica y razonamiento.<br /><br />Yo sueño con ser la vecina del piso de abajo, con ser la chica del anuncio, sueño con no ser yo, que no pude terminar ni el bachiller. Sueño con ser la mujer de éxito que están entrevistando en la tele, que ha conseguido de la nada ser todo un ejemplo a base de esfuerzo y tesón, con una capacidad de trabajo e inteligencia diga de elogio.<br /><br />Yo sueño con que a la gente y a mí nos gusta quien soy y como soy. Sueño con decir al mundo que he sido víctima de abusos, pero que forma parte de mi pasado y nadie me juzga por ello. Ni siquiera yo. <br /><br /><br /><br /><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-large;">"Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando."</span><br /><br />Martin Luther King, Jr. (1929-1968) pastor de la iglesia y activista de los derechos civiles.Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7918113753679818137.post-66498647107749677192010-12-07T16:57:00.006+01:002020-04-22T10:49:44.196+02:00RECONSTRUYENDO EL PUZLE<br /><br />Soy una víctima de abusos sexuales infantiles. <br /><br />Digo "soy" porque aunque éstos cesaron cuando entré en la adolescencia, para mí sigo sintiendo a veces, como el primer día, la sensación de que estoy rota por dentro, desgarrada, como una muñeca de trapo viejo que sólo sirve para nido de ratones, que me faltan piezas... mi padre me las fue arrancando una a una durante trece años.<br /><br />Y ha llegado el momento de encontrar esas piezas, de reunir los pedazos de mi alma que aun se pueden rescatar y mostrar cómo mirar a través de un espejo roto.<br /><br />Este blog os enseñará cómo se siente una sobreviviente de A.S.I. (Abuso Sexual Infantil)<a name='more'></a><br /><br />Soy la menor de cuatro hermanos y todos hemos pasado por la misma situación, pero con distintos resultados.<br /><br />Mi madre, víctima de violencia “de género”, como ahora le llaman, pero también cómplice, por omisión durante toda la vida.<br /><br /> Mi hermano primogénito, doce años mayor que yo, terminó de voluntario con 17 años en la legión, ahora está retirado por problemas psicológicos.<br /><br /> Mi hermana, ocho años mayor, jamás ha salido del circulo de fuego, sigue con mis padres, (ahora solo con mi madre) tiene problemas psiquiátricos graves, cree que dios le habla, defiende a capa y espada a nuestro agresor y a su cómplice y me reprocha que yo no haya “pasado por el aro” y no quiera tener relación alguna con ellos. <br /><br />Mi segundo hermano, tan solo un año mayor que yo, se dedicó a recorrer el mundo con una mochila a la espalda. Pero con el paso de los años, el bloqueo de su mente ha sido tan brutal que ni siquiera sabe que es una víctima de abusos. Apenas recuerda su infancia y primera juventud. <br /><br />Y yo. <br /><br />Mi padre era un completo tirano, de los que se quitaban el cinturón a la primera ocasión. Tengo la fortuna de que sus latigazos jamás me dejaron marcas permanentes.<br /><br />Pocos días después de que yo naciese, mi madre sufrió un accidente que la postró durante nueve meses en un lecho de escayola, mas el tiempo de rehabilitación. (En mi familia biológica existen dos temas de los que está totalmente prohibido hablar: el accidente de mi madre y la muerte de una hermana acontecida cuatro años antes de mi nacimiento) Fui ingresada en una institución gubernamental.<br /><br />El destino quiso que esos años fueran los últimos en que las jovencitas hiciesen una especie de servicio social obligatorio, y que una muchacha de 17 años que pertenecía a otra clase social estuviese allí en ese momento. Cuando hablo de esa persona de mi infancia siempre me refiero a mi Hada Madrina, porque como en los cuentos, ella se encargó de rescatarme de las fauces del dragón. Así que si alguna vez os hablo de “Mi Madrina”, a ella me refiero. Ella es la persona más importante de mi vida, la madre que debería haber tenido, y no el útero del que salí. Me conoció en la casa-cuna donde me ingresaron al nacer, y vivió quince años luchando por rescatarme.<br /><br />No sé qué es lo que percibió mi Madrina en mí cuando aún era un bebé, pero empezó a llevarme los fines de semana a su casa, con sus hermanos, para que yo tuviera un contacto más familiar, y enseguida se percató de lo que ocurría. <br /> <br />En las pocas ocasiones en que venía a visitarme al orfanato, mi padre aprovechaba para “meter el dedito” donde no debía, con la consiguiente infección vaginal.<br /><br />A partir de ahí, mi Madrina y su familia trasladaron su vivienda a otra ciudad, y empezaron una cruzada por sacarme de allí y que no volviese con mis padres, hasta que un juez dictaminó, demasiado tarde, que ella tuviera mi Patria Potestad.<br /><br />En esos años no fue posible evitar el daño, porque fue un constante movimiento de vida, ahora con mi Madrina, ahora con mis padres, ahora con mi Madrina… Siempre digo que tuve dos infancias: un cuento de hadas y una película de terror, en el cuento vivo con mi Madrina feliz, muy feliz; en la peli vivo con mi monstruo…<br /><br />Obviamente no recuerdo cuando empezó, porque siempre ha sido una reminiscencia de mi memoria desde mi más tierna infancia. Tengo asociada la casa de mis progenitores con el cinturón de mi padre y sus manoseos.<br /><br />Si recuerdo que, con los años, a los tocamientos habituales se sumó mi primera experiencia oral (aun tengo náuseas al recordarlo) y las violaciones, agresivas, perturbadoras, terroríficas. (“hoy te voy a estrenar. Para que cuando seas mayor, no te duela”…) Hasta que con 13 años aquello salto por los aires.<br /><br />Mi Madrina vino a buscarme en su Renault 5 azul y ahí se acabaron los abusos, pero no el dolor.<br /><br />Yo los llamo “mis años oscuros” que para mí son casi mucho más perturbadores que lo ocurrido en sí. Con noches en vela por miedo al sueño, por las pesadillas, o de dormir en exceso, para no tener recuerdos recurrentes, que me rompían como una nuez. Y con comportamientos que distan mucho de ser normales. Conductas de riesgo, intentos de suicidio… <br /><br />Afortunadamente, ahora, a mis 44 años, creo que llevo una vida normal. <br /><br />Y creo que el hecho de que mi vida esté asentada es lo que por fin me ha llevado a buscar la mejor forma de ayudarme a mí misma. Porque si algo debéis tener claro, es que las víctimas de abusos infantiles de cualquier tipo, jamás nos recuperamos del todo. Siempre habrá una fisura, una sombra negra que de vez en cuando nos envuelve la mente, y tenemos que volver a reconstruirnos. Mi herida siempre estará abierta.<br /><br />Yo tuve la inestimable ayuda de Mi Madrina que estaba en el lugar adecuado en el momento justo, y gracias a ella, y a toda su familia, que me acogieron como una más de ellos, creo que he conseguido reconocer y valorar lo que me ocurrió en su justa medida, y de esa manera poder curar mis heridas con mayor o menor acierto. No es una tontería: la mayoría de las víctimas de abusos sexuales infantiles viven escondidos y se llevan su secreto a la tumba, tras una vida triste e incompleta.<br /><br />Pero he descubierto que desde que hablo y escribo sobre lo que me ocurrió de niña, me siento mejor, mas "limpia" mas liberada. Por supuesto mis amistades lo saben y tengo la sensación de que es la hora de hablar, de gritar y de no esconderse. El único que debería haberse avergonzado es mi padre, que no merece ni la tumba en la que está enterrado.<br /><br />Ahora, soy una mujer con una pareja estable y con un hijo, que vive en familia, con una vida tranquila y con todo mi pasado sobre mis espaldas, pero feliz. <br /><br />Este blog quiere ser la prueba de que los malos tratos y los abusos se pueden superar, con voluntad, y sobre todo con ayuda de personas como mi Hada Madrina, que no miran hacia otro lado.<br /><br />Y no pido que todos introduzcamos a una víctima en nuestras vidas, basta solo con hablar abiertamente de los abusos infantiles sin tabúes. Si hemos superado hablar de sexo, también se puede hablar de algo mucho más grave.<br /><br />La gente me cuestiona que mi hijo no debería conocer la historia. En general, no les gusta que se trate ese tema, les incomoda, y sutilmente sugieren que debería esconderse como un secreto inconfesable. Mi repuesta es siempre la misma: los únicos que deberían esconderse por vergüenza son los pederastas. Yo no soy responsable, no tengo que esconderme de nadie, y si tú, que me estás leyendo, te avergüenzas de hablar del tema, estas ayudando a que esos cabrones se mantengan en su urna de seguridad, y a que las próximas víctimas de abusos sexuales sigan teniendo sobre ellos una losa (la culpabilidad y el secreto) que les enterrará vivos en alguna catacumba de tu barrio.<br /><br />Si alguna víctima lee este blog, quiero que sepa que se puede escapar. Que no pierdan la esperanza.<br /><br />Y para los que no son víctimas, tenéis que saber que junto a vuestras vidas existen lobos con piel de cordero. No miréis para otro lado.<br /><br />Y proteged a los niños. Lo que les ocurre en su infancia marcará su futuro de por vida, aunque ni ellos mismos lo recuerden. Jamás creáis que lo que hacéis con ellos lo olvidan. Por muy pequeños que sean, son mellas en el alma que no se quitan.<br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><div>
<span style="font-size: large;">El silencio es el arma de los pederastas.</span><br />Miguel Adame Vázquez.<br /><br /><br /><br /><br />Dedicado a los dos hombres y cuatro mujeres que me salvaron del naufragio. Especialmente a mi Hada Madrina, sin ella yo no sería lo que soy.<br /><br />A mi amado esposo, cuya paciencia conmigo raya lo infinito.<br /><br />Y a todas las víctimas que están ocultas, luchan solas, sobreviven solas, mueren solas.</div>
Némesishttp://www.blogger.com/profile/13277185553331322380noreply@blogger.com7